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Valdeprados es sinónimo de una historia que pervive, como lo hacen todas, gracias al recuerdo. En el ejercicio de la memoria colabora el Torreón de Puñonrostro, semblanza de un pasado en el que el municipio tuvo su propio castillo, del que se conserva dicha torre, que porta aún el apellido de los que fueron sus señores.
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Fue declarada en 1950 Bien de Interés Cultural (BIC) y su construcción data del siglo XV, es de forma rectangular y consta de cuatro pisos. En la actualidad es de propiedad del prestigioso escultor Luis Sanguino, que se asentó en el pueblo en 1990, si bien en la época medieval, en la que actuaba como fortaleza, se le entregó a Juan Arias Dávila, cuarto señor de Puñonrostro, que recibió en 1523 el título de conde, en compensación por participar en la Guerra de las Comunidades y ser fiel a Carlos I de España. En sus muros, se cuenta que pudo pernoctar Isabel la Católica.
Mediante la obra de Juan Manuel Santamaría 'Leyendas de las Tierras de Segovia' ha llegado una historia que no aparece en más escritos que en un relato publicado por Lorenzo García Huerta en el periódico El Libertad Dinástico, que referencia del origen del castillo y de su torreón. Coronado por una veleta con forma de caballo, esto se debería al reto de un rey al conde, a quien ofreció todas las tierras que pudiera recorrer a caballo en un día. El conde aceptó y galopó a lomos de su mejor corcel, que, agotado, pereció justo allí donde se encuentra el torreón, donde el conde mandó levantar como homenaje un castillo con dicha ornamentación, en recuerdo a la valía del caballo.
Siglo XV: El Torreón de Puñonrostro data de esta época, en la que Valdeprados contó con su propio castillo..
1523: Juan Arias Dávila se convirtió en conde tras ser fiel a Carlos I e la Guerra de las Comunidades.
Época medieval: A ella pertenece la leyenda del Puente de los Enamorados, un puente que unía este municipio con Vegas de Matute y donde se reunían Guiomar y Rodrigo, dos adolescentes cuyos futuros parecían destinados a estar separados por deseo del padre de él.
Otra leyenda medieval que ha llegado a la actualidad es la del Puente de los Enamorados, que unía a Rodrigo, heredero de noble linaje enviado al Torreón para apartarlo de las guerras, con Guiomar, la hija de un honrado hidalgo que vivía en Vegas de Matute. Cuando el padre de él volvió para casarlo y se despidieron, cuenta la historia que se fundieron en un abrazo triste en el que acabaron sus vidas.
Fuera como fuese, lo que se puede constatar hoy día es la privilegiada riqueza natural del marco en el que el castillo fue construido, pues el pueblo parte la llamada Risca del río Moros, un cañón con una longitud de unos 300 metros con una caída vertical de hasta 400, y por el territorio de Valdeprados campean águilas imperiales ibéricas, aves en peligro de extinción.
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Óscar Bellot | Madrid y Guillermo Villar
José A. González y Leticia Aróstegui (gráficos)
Quique Yuste | Segovia y Francisco González | Segovia
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