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Javi Carrión falla el siete metros que pudo poner al Nava por delante en el último minuto. Antonio Tanarro

Los siete metros condenan al Nava

Los naveros fallan un penalti a 15 segundos del final con el duelo en tablas y el colista lo aprovecha para ganar sobre la bocina

Luis Javier González

Nava de la Asunción

Viernes, 28 de noviembre 2025, 23:04

Los fallos en los tiros de siete metros, el símbolo de confianza del balonmano, condenaron al Nava a una derrota amarga ante el colista. ¿Qué ... hacer cuando el ejecutor principal falla? El técnico del Nava, Álvaro Senovilla, mantuvo a Edu Reig tras su primer fallo, como suele hacer. Pero llegó el segundo. Y la patata caliente, el penalti a 15 segundos del final con el partido en empate, le cayó al novato, Javi Carrión, que estrelló el compromiso ante Nico García y vio como Marcos Dorado embocaba desde el pivote la victoria del Guadalajara al filo de la bocina. Dos puntos que reviven a los manchegos, ahora a un punto de los naveros, que ocupan plaza de promoción.

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BM Nava

Brais González (5), Edu Reig (3), Alfredo Otero, David Fernández (2), Davide Pugliase, Gonzalo Carró (2), Óscar Marugán (4), Josu Arzoz, Rui Baptista (4), Dzmitry Patotski, Javi Carrión, Joao Bandeira (5), Nico Bonanno, Tahu Lufuanitu (3), Mateus Buda y Pablo Herranz (1).

29

-

30

Guadalajara

Jorge Blanco, Joan Blanco (1), Gonzalo Velasco (3), José Luis Román (4), David Vladic, Martín Ganuza (5), Fabio Chiuffa, Diego Vera, Marcos Dorado (4), Nico García, Santi Simón (2), Dani Calvo, Daniel Fekete, Ahmed Mohamed (4) y Juan Jodar (7).

  • Parciales: 2-3, 4-6, 6-8, 8-10, 11-12, 14-13 (descanso), 17-16, 18-20, 22-20, 23-24, 27-27 y 29-30.

  • Árbitros: Pérez Acedo y Toro Ponce. Señalaron una exclusión a los locales y cinco a los visitantes.

  • Otros datos: Guereros Naveros (lleno)

Los alcarreños salieron mejor porque hicieron bien lo básico. Circulaciones solventes para encontrar a Mario Dorado en el pivote, forzar penaltis o tiros desde el extremo. Duelos contra el portero que transformaban en goles, mientras Lufuanitu y Marugán se encontraban con las paradas de Nico García. La guinda la puso un ataque atascado que resolvió Gonzalo Velasco, el central que ha dado el salto desde Plata. Colmó la paciencia de Senovilla, que pidió tiempo a los 11 minutos con 4-8 abajo.

La reacción local llegó desde su defensa, poniendo cemento a las grietas. Esos cimientos dieron más espacio vital a Bandeira. Aunque fusile desde nueve metros, agradece aire limpio para exhibir envergadura en carrera. Como Baptista, una talla S a su lado que castiga cualquier repliegue imperfecto de la defensa para provocar un penalti o añadir un gol. El Guadalajara mantuvo la ventaja con dos buenos goles de Joan Blanco, pero los ahorros estaban despareciendo. Por eso pidió tiempo muerto para conservarlos, incluso después de que Reig fallara el penalti que hubiera valido el empate. El primero.

La pausa solo retrasó lo inevitable. Las tablas llegarían en un latigazo de Brais González para rescatar un ataque con aviso de pasivo, un hábito que la defensa navera provocaba cada vez con más frecuencia en la parcela contraria. La primera ventaja local la firmaría Baptista con un gol de valor doble, pues su internada forzó la exclusión a Dorado. Un parcial de 7-2 que pudo ser mayor, pero Arzoz no se atrevió a lanzar desde media pista –el eco de la grada le animó ostensiblemente a hacerlo– y cuando llegó a seis metros se encontró con el portero. Y no fue solo él: síntoma global de desconfianza. Román acabó con una sequía manchega de seis minutos poniéndola en la escuadra larga, pero los locales se marcharon por delante al vestuario con otro gran gol de Brais al límite del reloj (14-13).

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El Nava pasó de saborearon el primer +2 a encajar tres goles seguidos, desde la internada cómoda de Jodar a la definición solvente de Santi Simón desde el extremo. Lo que se había marchado a vestuarios como un partido defensivo volvió con un punto más de anarquía. Contras al borde de la pérdida, como el pase picado de Fernández a Lufuanitu, que tuvo la habilidad para frenarse en carrera, cazarla y redimirse ante Nico García del paradón que había sufrido en la visita anterior. Superó las prestaciones Patotski en la otra portería con tres paradas consecutivas. Tras sacarle una a Román en seis metros, mejoró la apuesta negando al húngaro Fekete la autopista que le había facilitado un pase telegrafiado de Bandeira. La primera de muchas pérdidas segovianas, un incendio que ya no pudo apagar el meta. Román asistió una contra con un pase picado por el centro y culminó otra tras unos pasos locales muy rpotestados. Ya fuera por la decisión o por las prestaciones de los suyos, Senovilla paró la contienda con un visible enfado (17-19).

Fue una buena idea, pues la herida no acabó de abrirse y los suyos aprovecharon una exclusión para voltear la contienda con los goles de Marugán y Brais. El gallego iba a más, como Patotski, que no solo provocaba el primer error de Román desde los siete metros, sino que se la quedaba desde el suelo. Un efecto multiplicador necesario para un equipo que sigue estudiando su ofensiva en estático. Su parada a Mohamed se traducía en una transición rápida que culminaba Marugán. Parcial de 5-1 (22-20).

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El guion volvió a girar con varios ataques fallidos segovianos, ya fuera por la parada de Nico García a Baptista o por la colgada de Fernández a Brais, al que los colegiados anularon el gol por entender que pisó área antes de lanzar. Sn hacer mucho ruido, el Guadalajara aprovechó el apagón para marcar cuatro goles seguidos y forzar el tiempo extra de Senovilla con una colgada que sí embocó Mohamed. Lufuanitu respondió a la llamada con dos goles para volver a empatar.

Alternancia, fieles al guion de resolverlo todo en el último asalto. Debió caer antes a favor de los segovianos, con una doble acción de mérito de Carró, que marcó, robó y forzó una exclusión acompañada de penalti. Ahí tuvo el +2 Reig, pero se lo paro Nico García, que le negó el mismo premio tras la última parada de Patotski, a poco más de un minuto. Tras tanta bala errada, el último tiro taladró al Nava en el pecho.

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