«Ni Ramsés ni nadie es imprescindible»
El técnico resta valor a su peso estructural en la Segoviana y deja el cargo por el descenso: «Había equipo de sobra para mantener la categoría»
Las etapas en la Gimnástica Segoviana no se cierran en un despacho, sino en una comida entre amigos. Así es como Ramsés Gil le dice al presidente, Agustín Cuenca, que pone fin a su etapa como entrenador: «Agus, no sigo el año que viene. Pide otra». Se va tras coger en marzo de 2022 a un equipo en descenso a Tercera, ascenderlo a Primera RFEF y quedarse a cuatro puntos de permanecer un año más entre los 82 mejores clubes de España. El fracaso en esta misión es, a su juicio, suficiente para irse. «Había equipo más que de sobra para mantener la categoría haciendo las cosas un poquito mejor y no lo hemos conseguido. Por lo cual, mi cabeza me dice que es el momento de dar un paso a un lado. Que entre otra persona que lidere el proyecto la temporada que viene y lo haga con la cabeza limpia, sin herencias. El capítulo se cierra porque creo que es lo que necesita el equipo y es lo que necesito yo».
La continuidad de Ramsés quedó en el aire semanas después de las últimas dos temporadas para finalmente dar el sí. «Queríamos hacerlo rápido. Después de un descenso, los tiempos te marcan muchísimo y no era cuestión de hacer perder el tiempo a nadie». Agradeció la tranquilidad que ha recibido desde la entidad, incluso para decidir si quería continuar. «Por demostrar que otro fútbol es posible, que no solo existe el de los resultados inmediatos, lo que has hecho en los dos últimos domingos. Que da resultados. Y que solo existe a día de hoy en Segovia». La relación personal y profesional han ido esta vez de la mano hasta el final.
Entre todos los compañeros de los que se despidió, citó especialmente a su segundo, Ricardo de Andrés, al que definió como «preparadísimo» para relevarle. «El compañero de fatigas que todo el mundo querría. El mejor entrenador que tiene Segovia, es un genio». Habló de los «70, 80 o 90 jugadores», desde juveniles a los profesionales. «No he tenido un jugador al que poder reprochar nada. Les deseo lo mejor, en especial a los de este año, que han sufrido con nosotros una barbaridad». Es el golpe del descenso el que explica el fin y no el día a día. «No he notado en ningún momento el desgaste en un puesto en el que no paras desde que empieza la temporada hasta que termina. Son los jugadores los que me han sostenido cuando la cosa se ha puesto fea». Y un sinfín de arrepentimientos puntuales en cada partido. «Ya pudiera tener tiempo para cambiar un par de empates por dos victorias y estaríamos hablando de otra cosa».
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Una decisión que coloca en el mercado a Ramsés, nombrado mejor entrenador del grupo V de Segunda RFEF el año pasado. «Tengo que seguir comiendo y alimentando a una familia. Por suerte o por desgracia, soy entrenador de fútbol. No sabemos dónde nos llevará el destino si es que alguien tiene a bien ofrecer algo». Evitó dar consejos a su sucesor o al club, pero sí a la afición. «Que renueven el abono. Incluso con el descenso, el año ha merecido la pena». En el regreso a una categoría, avisó, «dificilísima». Un adiós que se produce en tal clima de sintonía que cuesta verlo como definitivo. «Yo no me cierro la puerta a volver, no soy Guardiola». Y porque seguramente no haya nacido alguien más gimnástico que él. «Agus sabe cómo enfocar el futuro y que el club vaya dando pasos poquito a poco para llegar a convertirse en un club de élite. Una vez vista la respuesta social en Primera RFEF, lo podemos ser». Un proceso en el que se siente un actor secundario más. «Si algo tengo claro es que ni Ramsés ni nadie es imprescindible. He tenido un peso importante porque estaba yo y no otro, pero de ahí a pensar que el club va a sufrir un retroceso en su crecimiento porque no estoy yo hay un mundo. Pasado mañana no os acordáis de mí ninguno».

Agustín Cuenca: «Es el entrenador perfecto para este club, ojalá estuviera aquí toda la vida»
El presidente de la Segoviana, Agustín Cuenca, no escondió que la salida de Ramsés Gil llega contra su voluntad. «Para mí, es un disgusto. A mí me hubiera gustado que siguiera. Conociéndole, me lo esperaba. Lo único que podemos es tener desde el club son palabras de agradecimiento porque, siendo resultadistas, no ha llevado a cotas donde nunca antes habíamos estado ni nos imaginábamos que podíamos estar en el corto plazo». Una evolución «a pasos agigantados» que le lleva a definirle como «el entrenador perfecto para este club», más allá de por sus conocimientos. «El carisma que tiene como alguien que lleva toda la vida en este club le hace único. Esto sigue, tenemos que buscar a otra persona, pero evidentemente no va a recoger los valores que tenía para nosotros». Y para la afición. Una escena que resume con el aplauso masivo tras confirmarse el descenso ante el Nástic. «Ojalá estuviera aquí toda la vida, pero esto forma parte del fútbol». Por eso el mandatario hizo su parte de autocrítica como entidad, la de un club que llegó a Primera RFEF con un presupuesto de 1,1 millones, uno de los más bajos que ha conocido la categoría. «Como club, asumimos el reto de poder darle dentro de unos a años las herramientas que seguramente no haya tenido para llevarnos a cotas todavía más altas. Ojalá en no mucho tiempo podamos verle otra vez sentado aquí». Esa confianza le llevó a mirar más allá de una racha de siete derrotas en ocho partidos que hubiera puesto en la picota a cualquiera. «No había otro entrenador con mayor capacidad para haber sacado la permanencia. Es que, además, estoy convencido de que si la liga dura tres semanas más no habíamos acabado salvando. Llevamos mes y medio a un nivel altísimo. La pena es que los resultados no han reflejado lo bien que ha jugado el equipo. Hemos merecido muchos más puntos de los que hemos sacado».
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