José Antonio y su hija, Virginia. El Norte

«Mi padre sufrió un ictus y le dijeron que no era nada»

Virginia Aceves duda de que pueda diagnosticarse una enfermedad grave por teléfono: «Lo primero que te dicen es que no vayas al centro de salud, y no todo es covid»

Carlos Álvaro

Segovia

Miércoles, 18 de noviembre 2020, 07:24

La noche del 11 de septiembre, José Antonio Aceves, de 70 años y vecino de Chañe, empezó a sentirse mal. Se le iba el habla ... y el brazo derecho no le respondía. Su mujer llamó al centro de salud de Cuéllar. Lo primero que le dijeron es que no acudieran presencialmente, que no les iban a atender, que lo hablaban por teléfono. «Mi madre le advirtió a la doctora de que, por los síntomas, podría tratarse de un ictus. Le describió el cuadro y ella le preguntó si podía ponerse de pie. Mi padre se incorporó y la médico zanjó la cuestión: 'No es un ictus. Es una vena que se abre y que se cierra. El lunes vayan a su médico de cabecera'. Pero no nos quedamos a gusto. Lo que más me extrañaba es que pudiera emitir una valoración tan tajante por teléfono. No se cansan de repetirnos cuáles son los síntomas de un ictus y temíamos lo peor. Mi padre tenía la boca torcida, quería hablar y no podía, y su brazo derecho estaba como paralizado. Así que mi hermano cogió el coche y se lo llevó a Segovia. Mi madre se fue con ellos y yo me quedé en casa esperando noticias, porque sabía que no íbamos a poder entrar todos en el hospital», cuenta Virginia, hija de José Antonio.

Publicidad

La decisión de ponerse en camino fue acertada, crucial. Tras dar negativo en la prueba de la covid, el paciente ingresó en la unidad de ictus, donde permaneció dos días. Después subió a planta y al cabo de dos semanas lo mandaron a casa, recuperado. «Efectivamente, se trataba de un ictus. Las primeras cuatro horas son determinantes y actuamos con rapidez. Secuelas no le han quedado, al menos a día de hoy, y eso es lo más importante, pero no puedo dejar de pensar en lo que hubiera pasado si decidimos esperar, como nos recomendó la médico», señala Virginia, que ha presentado dos quejas, una ante el propio Sacyl y otra ante el Defensor del Paciente. «Estamos todos volcados en la pandemia, y me parece bien, pero hay otras enfermedades, graves también, que requieren una respuesta inmediata. En este caso, mi padre pudo salvar la vida porque reaccionamos con rapidez y por nuestra cuenta, pero no debe ser así cuando previamente has avisado por teléfono», añade.

Los familiares de José Antonio agradecen el trato que recibieron en el Hospital General. «No hubo problema. Se lo diagnosticaron y lo atendieron como debe ser. Todo salió bien. El problema está en el centro de salud, en este caso de Cuéllar. La atención telefónica puede estar bien para diagnosticar un catarro, una gripe si me apuras, pero no algo tan grave como un ictus. Lo lógico es que, si no podemos acudir al centro de salud debido a la pandemia, se las apañen para venir a verte a casa. ¿Qué es eso de decir que no vengan por aquí? Perdona, tú te proteges y vienes a mi casa y me atiendes. ¿Cómo? No es mi problema. Una cosa tan grave como un ictus o un infarto no puede despacharse por teléfono. Y esto está pasando, sobre todo en el medio rural, donde nos sentimos abandonados», protesta Virginia.

«A toda pastilla»

Tras su convalecencia, José Antonio se encuentra bien, aunque ha extremado los cuidados. Los médicos que lo atendieron en Segovia apreciaron la inmediata reacción de los familiares. «Eran síntomas muy evidentes que la médico no atendió. Consciente de que el tiempo, en un caso de estos, es oro, mi hermano pisó el acelerador todo lo que pudo. Vas a toda pastilla porque te pones en lo peor. Mi padre, que iba delante con él, le indicaba con el brazo que fuera más despacio, que no pasaba nada. En realidad, él estaba más tranquilo que nosotros. Incluso era reacio a ir al hospital porque se fiaba de las palabras de la médico... A la altura de Zamarramala, momentos antes de entrar en Segovia, el ictus le replicó y llegaron al hospital muy nerviosos. Es una situación que no debe darse porque lo lógico es que la médico hubiera mandado una ambulancia con soporte vital básico. Podía haberse 'quedado' en el coche», lamenta Virginia, convencida de que hace bien en expresar su queja: «Quiero que estas situaciones se conozcan y no vuelvan a repetirse. Es muy injusto. No le deseo a nadie lo mal que lo pasamos esas horas. Creo que debía haber llamado a la médico que nos atendió por teléfono para decirle que mi padre estaba en la UCI..., por lo menos, para que no hubiera pegado ojo esa noche».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad