«La música ha perdido moral, ya no tiene mensaje»
Óscar Sancho, vocalista de Lujuria, estrena el libro 'Lujuria: XXX años comiendo mierda y cagando flores'
Los aniversarios son motivo de celebración, y si es en la música más aún. En un negocio tan inestable y fluctuante, donde la fama es ... efímera y los años sientan bien a muy pocos, cumplir tres décadas se atañe más a un milagro que a una lógica previamente dictaminada. Más aún cuando no procedes de Los Ángeles, Manchester o Londres; ni tan siquiera de Madrid o Barcelona. Cuando vienes de Segovia y celebras treinta años siendo una banda referente del heavy metal español quieres celebrarlo por todo lo alto sobre el escenario. Pero Lujuria llegó a la treintena en 2020, la pandemia se interpuso y frenó el ansiado banquete roquero.
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Así que había que ponerse manos a la obra para reivindicar —su modus vivendi roquero—, y sacar adelante un libro. «Primero hicimos diez vídeos con diez canciones junto a la Escuela de Artes y Oficios de Segovia, pero no lo veíamos suficiente, así que me puse a escribir un libro sobre la historia del grupo», cuenta Óscar Sancho, vocalista del grupo. Así nació 'Lujuria: XXX años comiendo mierda y cagando flores', un título excéntrico de un libro que funciona como efigie perfecta de una banda de rock «de provincia». «Lo que pretende contar es la historia de un grupo de rock de España, un grupo que vive la realidad del rock. La gente escucha rock y en su mente aparece la imagen de los excesos, de los multimillonarios… y la realidad dista mucho de eso». Además de narrar la historia del grupo, Sancho adereza el libro incorporando su opinión de lo que es el mundo que ha rodeado al grupo desde su formación: la SGAE, las descargas, las salas… Un mejunje de anécdotas y opiniones que pueden servir como guía didáctica para los que están empezando. «Que sepan que esto es muy divertido, pero que sepan también que van a comer mucha mierda», afirma bajo una carcajada.
La razón de ser del grupo reside en reivindicar lo que motivó el nacimiento del rock; por tanto, sublima un hartazgo hacia la actual situación del mercado. «El rock era la música de la calle y de la protesta, el éxito de los ochenta lo aburguesa y se convierte en un espectáculo. Hemos pasado de lobos a perros». El líder de Lujuria sitúa a los jóvenes en un duermevela constante motivado por una música que no transmite valores. «Tenemos la juventud con peor futuro de las que yo he conocido y no encuentra un camino para expresarse a nivel social. La música actual se encierra en su propio egoísmo, en el 'yo'. El trap, el reggaetón… ensalzan el tener un Ferrari o una cadena de oro, hablan de cosas que no se corresponden con la realidad actual». Sancho ve la pérdida de moral en la música como motivación para seguir, combatir y acercar la música a la problemática actual. «La música ha perdido moral, ha perdido mensaje; se ha convertido solo en música».
En esa deriva en la que se encuentra la música en global, Sancho ve al rock, en particular, perjudicado por «millonarios mayores que se niegan a ver que su momento ha pasado». Conciertos como el de la pasada primavera de The Rolling Stones en Madrid «quitan protagonismo a los nuevos grupos; con lo que pagas para ver a los Rolling te da para ver a diez bandas nóveles en Madrid».
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La historia de Lujuria no se entiende sin su Segovia natal. «Antes éramos todos segovianos, ahora tenemos integrantes de Murcia y Madrid. Pero ya eligen el cochinillo y el cordero en vez del tomate de la huerta o el cocido». Y no esconde Sancho su admiración por el talento local que se atisba en la provincia: «El conservatorio de Segovia es de una calidad altísima. La chavalería segoviana tiene que abrirse camino porque son muy buenos, por ello es por lo que, junto con Alonso Monroy —miembro de Sonrisa Vertical—, hemos peleado para que el Ayuntamiento, al que estamos muy agradecidos, convierta el homenaje a Juancho Galera —también miembro de Sonrisa Vertical— en un certamen para sacar bandas jóvenes segovianas adelante». Un certamen que tuvo lugar el día 22 de junio en la Plaza Mayor y que «esperemos que se mantenga por muchos años». En lo que concierne al rock y al heavy local, Sancho halaga el trabajo de bandas como Mortal Maze, Títeres, Excómunion, Hijos de Overón o Entröpiah. «Hay bandas y futuro».
Al preguntar por 'la mierda' que Lujuria ha comido, en referencia al título de su libro, la respuesta es firme: «Hemos tragado desde el minuto uno». La querella que el grupo presentó contra Telemadrid por llamarlos pederastas en uno de sus programas es una de las anécdotas mencionadas y recordadas en su libro. «En 2003 sacamos la canción 'Dejad que los niños se acerquen a mí' para criticar los abusos de la iglesia a menores. En un programa de la cadena, Curri Valenzuela nos llamó pederastas a nosotros, así que lo denunciamos en los juzgados de Segovia. Pero en el juzgado no se pudo reproducir el vídeo con los insultos en pleno 2005 porque no había reproductor de vídeo y, es más, la abogada de Curri Valenzuela era familiar de Loyola de Palacio, un alto cargo del PP. Así que extrañamente perdimos el juicio, concluyeron que tenían derecho a llamarnos pederastas».
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Pero priman en el recuerdo, por encima de todo, los buenos momentos del grupo. «Sobre todo el homenaje a la 'Abuela rockera' de Madrid. Una abuela que no se perdía un solo concierto de heavy. En el homenaje fuimos los únicos representantes de fuera de Madrid y hay una placa en el Bulevar de Vallecas a la abuela roquera donde aparece nuestro nombre», explica orgulloso Sancho. Y es que Lujuria no solo se ha limitado al panorama nacional, también ha trotado por Latinoamérica y por festivales europeos de renombre. «Somos hasta el momento el único grupo español que ha ido a un festival importantísimo como es el Sweden Rock».
Una actividad internacional que buscan retomar ya que no hay planes de jubilación. «Me lo replanteé con el treinta aniversario, pero ahora la sociedad está peor que nunca, sigue siendo necesario un mensaje de revolución. Así que mientras no haga el ridículo, que todavía me conservo bien, y mientras siga habiendo una necesidad social no me planteo la retirada».
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Pero sí reducen la intensidad de las décadas pasadas. «Hay muchas fechas, pero muy distanciadas; salimos a tocar de vez en cuando, cuando nos pica el gusanillo. Hay que dejar hueco en las salas para los nuevos que están despegando», comenta Óscar Sancho. En concreto, uno de los focos donde Lujuria pone especial atención es en el de las causas sociales. «Nos gusta colaborar con causas justas. En octubre, por ejemplo, vamos a un concierto de la organización RockpelsXuklis para recaudar fondos para que los padres de niños con cáncer del Hospital de Vall d´Hebron (Barcelona) dispongan de un sitio en el que quedarse mientras tratan a sus hijos. Esas cosas nos llenan».
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