La mayor colección de almireces busca casa en Turégano
El coleccionista Vidal Martín quiere exponer su acopio, valorado en más de un millón de euros, en el castillo
Blanca martín huerta
Segovia
Lunes, 1 de agosto 2022, 12:40
Entre su colección de alrededor de un millar de almireces, Vidal Martín no puede elegir el más valioso, pero sí el más raro: uno cincelado ... con dibujos y frases del Corán que probablemente procede de Irán o de la India.Nacido y criado en La Cuesta, el núcleo de población perteneciente a Turégano, lleva más de cuarenta años coleccionando estas piezas. «Esto viene de una cierta tradición de mi padre. Él hizo una especie de museo etnográfico», comenta. Su padre coleccionó aperos y objetos antiguos de su pueblo: trillos, arados, cribas, calderos de cobre... Entre los que había algunos almireces. Así comenzó todo.
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En uno de los naufragios de Robinson Crusoe, el marinero llega a pensar que solo le harían falta cinco utensilios; uno de ellos es el mortero. El mortero se ha utilizado desde hace de miles de años para triturar el grano o los cereales y hacerlos comestibles. Se han fabricado de piedra, de ónice, de bronce... Precisamente de este último material es la mayor parte de la colección de Martín, salvo cinco o seis. «Los de bronce son los más raros, valiosos, costosos y artísticos. En el bronce, a diferencia de otros materiales de fabricación, se ha llegado a una perfección técnica. Se ha convertido en un objeto de un valor ornamental enormemente importante», apunta.
El bronce es la mezcla de cobre y estaño. Y es que los que tenían acceso a esta aleación eran los campaneros; cuando terminaban alguna campana, hacían almireces con el material sobrante. Quien los compraban eran la clase pudiente porque no todo el mundo se los podía permitir. A parte de cumplir su función útil cumplía su función estética y los almireces decoraban las estanterías de aristócratas, casas reales, altos cargos de la Iglesia...
Vidal Martín colecciona piezas de un espacio de tiempo de unos setecientos años. La más antigua que tiene es del siglo XIII aproximadamente y las más «nuevas» son de hace aproximadamente cien o doscientos años. Luego se empezaron a hacer de madera y su uso se popularizó. El valor de toda la colección de Martín es incalculable pero hace una estimación de más de un millón de euros.
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Las decoraciones y motivos van desde escudos de familias y dedicatorias de celebraciones de boda, a imágenes de leyendas. «De hecho las decoraciones que tienen algunos están a la cera perdida, que es un sistema de fabricación de joyas y otros objetos artísticos que permite una perfección artística», comenta el dueño de la colección. La cera perdida es un procedimiento por el cual primero se hace el objeto que se quiere conseguir con cera de abeja. Después, se cubre con un material refractario, que no cambia de forma al calor, y se mete al horno. Cuando la cera se derrite, se rellena con el metal del objeto final y este adquiere la forma que ha dejado la cera.
Difícil almacenaje
Un 80% de su lote es español. También tiene piezas europeas. Vidal Martín confiesa que cuando va de viaje sea en España o Europa siempre pregunta si hay anticuarios cerca. Los anticuarios es el lugar donde encuentra la mayoría de las piezas, otras veces en El Rastro o subastas. A algunos va tanto, como el de la provincia segoviana, que ya le conocen. Con casi un millar de piezas el almacenamiento supone un reto pero tiene todas repartidas en distintos sitios y gran parte en su estudio, donde también tiene ponderales.
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Aparte de «la colección etnográfica» –como lo llama él– y de los almireces, colecciona ponderales. Éstos son un sistema de pesas que servían para ponderar metales preciosos en polvo –oro, plata, platino, etc.–. Se hicieron indispensables cuando al rededor del siglo XV todos los establecimientos que comerciaban con estos metales tenían que estar provistos de esta especie de balanza. Se fabricaban en Alemania y tiene unos cien en su propiedad.
El mayor museo
Para dar salida a todo este material y que no se quede encerrado en un despacho, Martín Vidal quiere fundar el Museo Nacional del Almirez en el castillo de Turégano. Si se lleva a cabo, sería el mayor museo de almireces de Europa. Siempre ha tenido la idea de donarlo a su pueblo. «Siempre y cuando le diesen un destino de exposición y a ser posible en el castillo», explica. Pero también admite que se necesita la adecuación del interior del castillo porque por fuera está mejor que por dentro.
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Ya hace cinco años se reunió con el alcalde y concejales del municipio para detallarles la idea pero todavía no se ha avanzado nada. «Lo que no quiero es que al final me obliguen a cedérselo a otras instituciones», admite con pesar. La Hispanic Society of America (Asociación Hispánica de América) o los museos de arte de Doha (Catar) estarían entre sus opciones si no consigue exponer en su pueblo o como mínimo Segovia. Su idea es hacer una exposición didáctica e histórica. Para que la experiencia fuese completa y los visitantes del museo no se perdiesen nada, «mínimo el museo debería tener 500 ejemplares». Actualmente está en conversaciones con la Diputación de Segovia para buscar financiación y adecuar el interior del castillo para que pueda albergar una exposición.
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