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Antenas en varios bloques de San José junto a un edificio del barrio de Comunidad de Ciudad y Tierra. Antonio Tanarro

La lotería de encender la tele en un barrio de Segovia: ¿qué canal se verá hoy?

La construcción de pisos en Comunidad de Ciudad y Tierra agudiza los obstáculos de recepción desde La Atalaya en San José

Domingo, 21 de septiembre 2025, 08:12

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El barrio de San José es el punto negro de la televisión en la ciudad de Segovia, una situación que no hace más que agravarse con el paso del tiempo. Porque los edificios están cada vez más envejecidos y dificultan sobremanera los paliativos, principalmente, torres para ganar altura. Y porque el verdadero problema está en su posición: bloques de pocos metros que tienen ante sí una barrera arquitectónica constante, desde su misma calle a la periferia más cercana. Un contexto que empeora cada año por la construcción de nueva vivienda en el nuevo barrio, el de Comunidad de Villa y Tierra, un obstáculo más que dificulta la llegada de la señal desde la antena de La Atalaya, a unos 1.650 metros de altitud sobre el nivel del mar, en el término municipal de Palazuelos de Eresma. Sin remedio a la vista, sus vecinos son un daño colateral.

Ángel Luis Manso, antenista, va prácticamente todos los días al barrio de San José a tratar de limitar daños, desde renovar el cableado o los equipos, pero su cinturón de soluciones es limitado ante la realidad urbanística que tiene ante sí. «La gente está cansada de llamar una y otra vez. Yo también me canso». Un problema que conoce bien desde su local, vecino al barrio, en la avenida de la Constitución. Detrás de su rutina diaria de «optimizar la señal» hay muchos imposibles. «La realidad es que es el único barrio de Segovia en el que se ve mal la televisión. Y la cosa cada vez va a ir a peor, no solo porque esté El Palo ahí, que ya es un muro importante, porque se están haciendo más viviendas en la plaza de toros».

Aunque la tecnología haya mejorado las herramientas a través de antenas de sintonización digital o equipos de amplificación de la señal, la realidad es que emisor y receptor están condenados a la misma ubicación. La señal viene del mismo sitio y las viviendas están donde están. En un barrio con tanta cuesta, estar en las zonas altas ayuda mucho. Es habitual que, dentro de la misma calle, los vecinos de los números bajos tengan unas interferencias que no sufren los que residen unos metros más arriba. Son los que llaman una vez al antenista con cada vez menos esperanzas. «La gente está ya doblegada». Hay veces que su labor es más pedagógica, de «ir a explicarles lo que hay» que otra cosa, pues las instalaciones no permiten intervenciones de calado.

La receta de Manso no es tanto una cuestión tecnológica como física: «Levantar altura». Algo que, en la práctica, no es tan sencillo. Primero, por las dimensiones de los tejados, que en ocasiones son muy justas para añadir nuevos elementos. Segundo, por la propia superficie de construcciones que se remontan a mediados del siglo pasado. Quedan algunos con madera en los que es imposible intervenir. Y muchos otros de pizarra, donde se puede, pero la maniobra para instalar la antena tiene enjundia. Algo que, además, requiere una inversión por parte de los vecinos. El antenista habla en última instancia de una decisión económica. «Si tuviéramos un político poderoso viviendo en San José ya verías cómo se solucionaba. Esto es que la Junta de Castilla y León quiera mejorar la señal, otra cosa es que les compense por la población que hay allí, pero eso nunca lo van a decir».

Se trata de un problema similar al de algunos pueblos de la provincia donde la señal llega en condiciones deficientes, una situación crónica que ha llevado a cada vez más segovianos a contratar la televisión por plataformas de internet para asegurar unos mínimos. Esta situación se está dando cada vez más en el barrio de San José, aunque hay muchos vecinos mayores que no han instalado internet en sus viviendas y tendrían que asumir un coste mensual importante para asegurar un servicio que consideran público. Y por eso no lo hacen.

Francisco Gil, expresidente de la Asociación de Vecinos de San José, es uno de los damnificados. Cuenta como su día a día es una lotería, que pone la tele y no sabe qué va a poder ver. «Con La 2, Antena 3 y Cuatro hay problemas todos los días. Con Telecinco menos, pero también». Narra una situación que ha empeorado considerablemente en el último año y medio, sin dar con una solución. «Nosotros ponemos la tele y si no podemos ver loque queremos, pues ponemos otro canal, a ver, ¿qué otra cosa podemos hacer?» Él y su mujer viven en uno de los primeros números de la calle Tomasa de la Iglesia, una de las principales del barrio; mientras, su hija Maite, que reside unos bloques más arriba, tiene asegurado el servicio gracias a la conexión por internet.

Un ejemplo que resume la rutina de todo San José. Para las generaciones más jóvenes, con internet en casa, no es un problema. Para los mayores, los que no tienen la intención de pasar del teléfono, es un incordio. O pagar para asegurar una señal que han considerado un derecho universal toda la vida o vivir entre interferencias. Porque son pocos para cambiar las cosas. Y no hay por el momento ningún ministro viviendo con ellos.

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