Las Juaninas concentrarán toda la obra social de Cáritas «para no especular con el edificio»

Las dependencias fueron el hogar de la congregación religiosa de clausura hasta que la comunidad quedó muy reducida en cuanto al número de monjas que continuaban la labor entre los muros del convento. Hace un año, el propio obispo de Segovia, César Franco, anunció la salida de las monjas y avanzó que el culto iba a continuar en la iglesia, aunque con una menor frecuencia de oficios. Asimismo, anticipó que las instalaciones conventuales de San Juan de Dios iban a ser cedidas a la Junta de Cofradías para que pudieran desarrollar sus actividades de la Piedad popular en tiempos sobre todo de Semana Santa. Y es que las hermandades y las feligresías llevan años solicitando un espacio en el que poder ensayar y ultimar los preparativos de las procesiones y actos de la Pasión. Según el ecónomo, esta idea expresada por el prelado un año atrás sigue en pie y se localiza en la parte del templo.

La buena nueva de concentrar en el convento que habitaron las Juaninas toda la obra social de Cáritas Diocesana va a permitir a la organización, entre otras mejoras, agilizar la asistencia personal y ampliar espacios que ahora están esparcidos en distintos puntos de la ciudad. Así pues, en el edificio de la calle Desamparados quedarían instalados el ropero y el economato que la entidad gestiona en la calle José Zorrilla.

El impacto de la doble crisis sanitaria y económica detonada por la pandemia del coronavirus ha hecho mella en el día a día de Cáritas, que ha tenido que multiplicar sus acciones de auxilio a los colectivos más vulnerables. El pasado 2020 fue uno de los años más duros que se recuerdan para la institución diocesana. En cifras, solo durante el año pasado registró 2.861 participantes que acudieron al servicio o a los programas de Cáritas en la provincia, así como 3.253 beneficiarios de las ayudas tramitadas por la organización y 19.177 acciones de respuesta o atenciones en más de 2.500 hogares. Un ingente trabajo llevado a cabo gracias a los 250 voluntarios con los que cuenta.

Los largos meses en los que la covid-19 arreció con crueldad fueron especialmente complicados en las tres residencias para personas mayores que gestiona Cáritas –El Sotillo, El Alamillo y Sepúlveda–, donde se mantuvo el acompañamiento a los internos a través de las áreas de salud, de terapia ocupacional y fisioterapia, de trabajo social, de ocio, cultura y animación y del área de pastoral. En total, Cáritas atiende a cerca de 200 mayores. Una asistencia que, económicamente, es deficitaria para la organización, ya que ingresa 2,5 millones por su gestión de las residencias y se gasta en ellas más de tres.

Fuera de las residencias, la atención de las personas mayores también ha centrado buena parte de los esfuerzos de la entidad durante los embates de la pandemia a través de un programa de acompañamiento individualizado y personalizado, con actividades de entrenamiento y estimulación cognitiva, que contó en 2020 con 134 participantes y con más de 1.100 atenciones.