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José María López y Mario Calvo, delante de la iglesia de Basardilla. Antonio de Torre

Segovia

«Si sois homosexuales y no lo practicáis, podéis comulgar»

Mario Calvo y José María López relatan los razonamientos para justificar su exclusión en Basardilla y el apoyo recibido: «Pongo la mano en el fuego por el pueblo»

Lunes, 13 de enero 2025, 21:17

Basardilla pone a examen algo más importante que los sacramentos: sus principios. La prohibición a dos vecinos homosexuales, Mario Calvo y José María López, de participar en la misa, lleva a un plante por parte de los feligreses ante el cura. Los protagonistas están de cuerpo presente, pueden entrar al templo, pero no comulgar, una rutina que cumplían domingo a domingo. La reivindicación no tuerce el brazo del sacerdote, que se queda con muchas hostias sin repartir. «Es lamentable. Lo bueno es que contamos con el apoyo de todo el pueblo, que nos ha dado su cariño».

Dos personas relacionadas con la iglesia desde niños. La vida de Mario no se entiende sin la de Basardilla: allí se bautizó, se confirmó, acudía con frecuencia incluso cuando no residía allí y es un habitual desde que se mudó con su marido y sus dos hijos a finales de año. Su último día de fiel integrado fue el 5 de enero. «Subo a leer la lectura, a comulgar, como siempre. Pero el día 6, mi niño se pone malito, vamos al hospital y acuden mi tía y mi hermana. Les dicen que se nos prohíbe participar en la Eucaristía». Para asegurar la comprensión del mensaje –el párroco es africano– medió un vecino. La razón esgrimida era que estaban casados por lo civil, viviendo bajo el mismo techo y manteniendo relaciones.

La explicación en el pueblo es que un vecino pidió al cura mano dura y el matrimonio cree que hacer pública su vida familiar, llevar a sus dos hijos a misa, fue demasiado para alguno. El alcalde de Torrecaballeros, Rubén García, planteó el mismo dilema al mismo párroco –ambos pueblos lo comparten–, obtuvo la misma respuesta, la hizo pública y alimentó la movilización vecinal en Basardilla. Más de una treintena de fieles se plantaron –se quedaron de pie sin participar en nada–, pero la respuesta no fue unánime, pues algo menos de una decena defendió la prohibición. Buscaron la empatía con el sacerdote: «¿Cómo te habría sentado que por ser un cura de color nadie viniera a misa?» Mario también apeló a la libertad de conciencia. «Yo he sido profesor toda la vida, he tenido jefes de estudio y si no estoy a favor de las órdenes, la clase es mía. Tú eres el jefe de esta iglesia, eres libre de acatar la orden».

La familia de Mario está vertebrada a la Iglesia de Segovia, desde su abuela Dominica –la Domi– que le felicitó sin peros cuando se enteró de que era homosexual: «Si tú eres feliz, yo soy feliz». Su tía y su hermana van a misa todos los domingos. Él vivía en Villacastín, el pueblo de su marido, con la misma relación estrecha con la fe –fue seminarista–, por eso iban juntos. «Siempre que veníamos a Basardilla, una cita obligada, de 12 a 12 y media, es misa». Si no iban todos los domingos es porque las guardias de sanitario de Mario lo impedían. «Lo único que ha cambiado es que el 8 de agosto fuimos papás. Hasta entonces, hacíamos lo mismo que ahora». Están casados desde 2022. «Nos dicen que hemos hecho un escándalo a los feligreses. ¿Cuál? ¿El que vayas con tu familia a misa e intentar inculcar los valores que te han inculcado a ti? ¿Por ser papás y homosexuales vamos a inculcar a nuestros hijos en el diablo y la lujuria?»

Están sorprendidos porque el sistema de adopciones les ha permitido formar una familia en apenas año y medio con dos hermanos, de dos y casi un año, respectivamente. Les mantienen alejados del revuelo mediático, con apariciones en grandes cadenas de televisión. «Que dos chicos tengan hijos… todavía se escandaliza la gente», subraya José, de 41 años, que habla de una doble moral cuando le dicen que se confiese y pida perdón. «¿Si te miento puedo participar? Los divorciados pasean con sus hijos y no pueden comulgar si no tienen la anulación. O una persona hetero que está conviviendo con su pareja». Han escuchado de todo: «Si sois homosexuales y no lo practicáis, podéis comulgar».

Ambos defienden su relación con la Iglesia pese al conflicto con la comunidad LGTBI. «Al final te has criado con tus abuelos. Ibas con ellos a misa, no ves un problema, al revés. Lo que intentamos es que nuestros hijos puedan decidir por ellos mismos qué quieren». La familia de Mario, de 29 años, se ha «volcado» con la del pueblo, desde ayudar con la colocación del belén a limpiar el campanario. «Lo que más rabia nos da es que ahora se te etiquete en tu propio pueblo. Todo el mundo me ha apoyado, a José le quiere. Pongo la mano en el fuego por el pueblo y no me quemaría».

Mario lamenta no haberse plantado antes. «Si lo hubiéramos parado, al final, gente joven que está en nuestro caso, no tendría que engañarse a sí mismo como hacía yo de joven y estar con mujeres». Tuvo la oportunidad en 2019 cuando se limitó a responder por redes sociales a un corredor que se jactaba de que un marica no le ganaría. Lo hizo, y ganó dos San Silvestres seguidas, pero no fue más allá. «Al final borré la publicación y cuando os pusisteis en contacto conmigo no le di más importancia. Que tenga que vivir este señalamiento cuando ya lo he vivido hace años... Ya no es por nosotros, sino por la familia». Ese término con tantos significados.

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