Del pasaporte incautado y roto para evitar la fuga de Jesús Gil y Gil a la firma de San Juan de la Cruz

El Catastro del Marqués de la Ensenada, una encuesta de 40 preguntas que debían completar todos los vecinos –fue impulsado por Fernando VI en el siglo XVIII– para mejorar la recaudación de impuestos, es una enciclopedia geográfica irremplazable. La directora del Archivo Histórico Provincial de Segovia, María Pía Senent, lo compara con una vajilla de porcelana de Carlos IV que permanece intacta y, precisamente por ello, no se exhibe para evitar que se rompa cualquier pieza. «La unidad vale más que cualquier parte de la porcelana. El documento del marqués de la Ensenada no destaca porque tenga una pieza interesante, sino porque está toda la provincia. Su valor infinito es que haya llegado entero». Unos pocos segovianos descubrieron ayer esa y otras piezas en una visita guiada.

El Consejo Internacional de Archivos de la Unesco eligió el 9 de junio como día internacional de los archivos con dos finalidades: denunciar la falta de conservación en algunas zonas, sobre todo el tercer mundo, y divulgar los archivos entre la gente y el valor del patrimonio documental como elemento de memoria colectiva. Desde su llegada en 2015, Senent ha impulsado una colaboración con trece archivos de la provincia y organiza estas visitas con la Empresa Municipal de Turismo desde hace tres años. «Las visitas tienen que ser pequeñas, porque si no es imposible ver nada, pero el éxito es rotundo. Ofertamos treinta plazas y se cubren siempre».

Senent habla de un rico patrimonio «tan escondidito que la gente no lo conoce» distribuido en un espacio que siempre es escaso. El 80% de los documentos están almacenados mediante un sistema compacto mediante estanterías móviles. «Así optimizamos el espacio al cien por cien. El edificio está preparado para cargas muy fuertes». A ello se añade el trabajo de descripción. «Si lo acondicionamos, lo metemos en carpetitas debidamente sujeto y en cajas homologadas, ocupa un 30%». Hay ya unas 10.000 cajas compactadas.

Dispone de una sala que cualquier ciudadano –el requisito es ser mayor de edad y no tener antecedentes penales– puede utilizar. «Los archivos son un soporte de derechos de los ciudadanos». En muchos casos, son pleitos o conflictos entre particulares y la administración. «La única limitación es el derecho a la intimidad, pero la idea es máxima transparencia como memoria de las administraciones públicas».

Senent ahonda en joyas como la firma de Fray Juan de la Cruz en una compra inmobiliaria a instancias de Santa Teresa de Jesús, una reliquia que pasó por las manos de una persona santificada. Ese documento añade un conocimiento añadido. «Es básico para entender el urbanismo de Segovia porque describe muy bien las casas, sobre todo, de La Fuencisla, y sirve para entender cómo se fue organizando la orden carmelita». Casi contemporáneos son los dos testamentos de María Coronel, esposa de Juan Bravo. Tras su abrupta muerte, estos documentos permiten recoger sus bienes, tanto en la ciudad como en Bernardos. «El propio escribano es primo de Juan Bravo, un comunero de segunda o tercera línea que pierde la escribanía después de la guerra y luego la vuelve a recuperar».

Coinciden casi en el tiempo, a finales de los años sesenta del siglo pasado, dos figuras contemporáneas con una consideración diametralmente opuesta. Hay una firma de Adolfo Suárez en su época como gobernador civil de Segovia. «En ese momento no éramos conscientes de la importancia que le dio a la opinión pública como un pilar fundamental de la democracia. Si algo hay que reconocerle es que era un hombre empático y en Los Ángeles de San Rafael supo estar a la altura de las circunstancias», apunta la directora, que destaca su visión de futuro.

Senent habla de la corrupción y la burbuja inmobiliaria como el «gran lastre» de la sociedad española. Ahí entra en escena Jesús Gil. El Archivo conserva la documentación judicial, el pasaporte incautado y roto para que no pudiera abandonar el país tras el derrumbe, el 15 de junio de 1969, del recién inaugurado restaurante del complejo turístico Los Ángeles de San Rafael, que provocó 58 muertos, tragedia de la que este año se cumple medio siglo. «El propio derrumbe es la historia de Jesús Gil. Muchos años antes de aterrizar en Marbella, lo estaba haciendo en Los Ángeles de San Rafael y ya se le condena por esa especulación urbanística sin piedad», señala Senent. El valor de ambos documentos es que vaticinaba el destino de ambos. «Ahí apuntaron maneras los dos, aunque todavía no son nadie».

La conservación es una tarea rutinaria. «Estamos intentando que el archivo esté en óptimas condiciones». Eso se traduce en un planchado de documentos, estirar las piezas para que no se rasguen, que no se pierdan páginas o no haya dobleces en los cierres. Eso se añade a una limpieza mecánica, ya sea quitar el polvo o materiales agresivos contemporáneos como clips, grapa y otros soportes de papelería. A través del Centro de Restauración de Bienes Culturales de la Junta en Simancas, hacen restauraciones puntuales.

En cuanto a las nuevas tecnologías, hay en marcha un sistema de gestión y descripción de archivos con dos especialmente avanzados, como Salamanca y León, los que más personal tienen. «Pueden dedicarse más sin que se resienta la calle. Si yo estoy atendiendo en sala, no pudo estar jugando con un ordenador a ver qué pasa». El Ministerio de Cultura ha elaborado el acceso a la descripción ' on line' que permite al investigador saber lo que va a encontrar y dónde. «Todo el mundo habla de recuperar lo que está en el pasado y lanzarlo a un soporte del siglo XXI, pero tenemos una ley e procedimientos administrativos que cada vez incluye más trámites 'on line' que requieren soporte físico, como el IRPF. Ese es un reto casi más importante que la digitalización», explica la directora del Archivo Provincial.