
Corre peligro el futuro de las orquestas: no hay relevo generacional
La desaparición de grupos reduce la oferta, eleva el caché de las más pudientes y lleva a los pueblos a tirar de opciones más asequibles
Las orquestas que cambiaron las verbenas de los pueblos a principios de siglo envejecen. Cada vez hay menos y sus cantantes ya tienen canas. Las ... alarmas están encendidas por la falta de relevo, porque los nuevos repertorios han convertido a los guitarristas en una especie en peligro de extinción. «En el sector me matarán si lo leen. Yo creo que a la vuelta de seis u ocho años van a quedar muy pocas orquestas», resume el gerente de Prim Euroconciertos, una de las promotoras, Darío García. Como las fiestas son las mismas, el testigo lo recogen las discomóviles, en claro auge. Bien porque son la única opción disponible o porque es la más barata.
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Darío García tiene las orquestas de La Huella –creada en 2003, celebra en 2024 su vigésimo aniversario, restando el año de pandemia–y Pikante, que surgió en 2006 tras el éxito del modelo con un enfoque más circense, una historia cómico-musical. También lleva la producción completa de otras como Nebraska o Sirope, es decir, consigue las actuaciones en Segovia, Ávila, Salamanca o Madrid. Partió de un diagnóstico de estancamiento en las verbenas en cuanto a público y conceptos musicales. «Salvo las punteras, todas las orquestas estaban cortadas por el mismo patrón. Creo un producto en el que aparece el show y la música en popurrís, sin hacer las canciones enteras. Dar más ritmo». Habla de una «bocanada de aire fresco» que empezaron a demandar los pueblos.
Así es como las orquestas empezaron a hacer fans. «Ahora el cantante de La Huella se va de fin de semana a Roma y le reconocen allí; antes iba al bar y no sabían si era el cantante o uno que pasaba por allí». Habla de principios de siglo como una época en la que «estaban a punto de echar a la gente de las verbenas» a convertir a este sector en público objetivo, en parte porque sus seguidores correspondían el esfuerzo: en un fin de semana con varias fiestas, la orquesta determinaba a qué pueblo ir.
«En el sector me matarán si lo leen, pero yo creo que a la vuelta de seis u ocho años van a quedar muy pocas orquestas»
Darío García
Prim Euroconciertos
El modelo mantuvo el número de actuaciones –las paradas de una orquesta son parecidas a las de hace 20 años–, pero impulsó lo que García llama «la fiebre de las infraestructuras». Equipos de sonido más potentes, camiones-escenario, pantallas o robótica. «A más inversión, subida de caché, lógicamente». Los ayuntamientos lo asumieron y llegó una época de esplendor: «Fue mejorar, mejorar y mejorar». Orquestas con más montaje que artistas de un caché medio, «gente con discos en la calle», cobrando mucho menos. Eso convenció a los concejales. «Se iban a ahorrar dinero, iban a tener una actuación de cuatro horas, sonando muy bien y con temas de actualidad para todos». Era una opción segura, las canciones conocidas, frente a confiar en un solo cantante. Lo dice alguien que ha llevado a Nena Daconte a pueblos mudos que solo pudieron canturrear un par de canciones.
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Pero las orquestas no proliferaron. De hecho, su número fue cayendo frente a las circunstancias. «Después de una crisis, hay una caída en el mercado». La covid dejó dos años sin tocar a algunos que decidieron cambiar de vida. El cálculo de García es que 2020 y 2021 provocó la desaparición de un 15% de las orquestas. «Y ahora es muy complicado encontrar gente de cantera. Cantan en la ducha, no tienen nivel. Es más fácil hacerse bailarín o DJ». Y califica como un «sacrificio enorme» la búsqueda de 15 personas para formar un grupo. Y las orquestas nuevas necesitan años para estabilizarse.
El precio de una discomóvil oscila entre los 3.000 y los 5.000 euros, hasta cinco veces menos que una orquesta
Así que los veteranos lidian con el envejecimiento. Los cantantes principales de La Huella y Pikante pasan de los 40 años. Siguen allí, primero, por forma física. «Gimnasio, buena alimentación, cero vicios. Si les llevas a un campo de fútbol no se asfixian». Segundo, la vocación. «Te tiene que gustar la noche, viajar a horas que no son normales». Y estudiar, estar al día musicalmente. «Las orquestas que no cambian el 40 o 50% el repertorio cada año caen en un saco del que es difícil salir».
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La falta de recambio en las orquestas se explica en parte por la precariedad. «Cada vez es más profesional, a quien menos tengo dado de alta está diez meses». Temporadas con siete meses de actuaciones y otros tres de ensayos. Es habitual que los empleadores ajusten al máximo los días de alta, tanto en ensayos como en temporada media-baja, aunque entre junio y septiembre sí tengan jornada completa. Por otro lado, el hecho de que los artistas mengüen da más poder a los que sobreviven porque las orquestas tienen más difícil encontrar un reemplazo.
El mercado de actuaciones populares es el mismo, así que hay más demanda que oferta de orquestas. Eso se traduce en que las supervivientes mantienen o elevan su caché; si no actúan en un pueblo, actuarán en otro. «Aparece un nuevo perfil dentro de la fiesta, las discotecas. Cada vez se contratan más. Y hay muchas, cada vez más» resume García. Las fechas de sus orquestas están cerradas desde el 1 de enero, salvo días de diario o algún viernes tonto. Eso obliga a los ayuntamientos a anticipar las contrataciones, que se cierran en la propia fiesta del año anterior. «Hay pueblos de nombre que no han podido llevar orquestas el año pasado porque no había. Segovia es una provincia que está bien enseñada, contratan con tiempo porque no quieren problemas. Las orquestar grandes repiten en muchos sitios. Si te sales de la rueda, no vuelves a entrar en cinco o seis años porque el pueblo que la coge no la va a soltar», afirma.
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Cinco veces más barato
Aunque hay macrodicotecas que pueden llegar a cobrar más que una orquesta por su montaje o su cuerpo de baile, las discomóviles han proliferado como opción 'low cost'. «La razón principal es que es mucho más asequible para los pueblos», resume Iván de Lucas, el segoviano que creó Canario Disco, un negocio que empezó hace quince años con penurias –apenas cinco actuaciones en su primer año– y ha crecido un 50% desde la pandemia, hasta unas 180 anuales. «Una orquesta se te puede ir a 15.000 euros y mi concepto vale entre 3.000 y 5.000. Es mucho más asequible y estoy dando tres actividades en la misma noche». Tiene muchos menos gastos que una orquesta: su empresa tiene a diez personas para todas las actividades y puede dar hasta seis actuaciones simultáneas. Y su factura es mucho más baja. «Porque yo gano menos. Intento sacar un producto a un precio lo más razonable posible».
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Su agenda incluye grupos de diferente registro y a muchos DJs de Segovia. Paradójicamente, sus discomóviles han mirado al pasado. «Los ayuntamientos echan mucho en falta los pasodobles, las rumbas o los merengues que ya no tocan las orquestas. Y los pinchamos nosotros». Su apuesta es por una 'macrodisco', un formato más ambicioso que cubre todos los ámbitos –desde una sesión infantil por la tarde a un grupo de versiones con tributos por la noche y los éxitos modernos en la madrugada– que las discomóviles convencionales, que limita a mero acompañamiento. «Son para después de orquesta, para cubrir la franja entre las cinco y las ocho de la mañana».
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«Los ayuntamientos echan mucho en falta los pasodobles, las rumbas o los merengues que ya no tocan las orquestas»
Iván de Lucas
Canario Disco
Un proyecto que convence a ayuntamientos. «Muchos no pueden llegar a determinadas orquestas. Algunas han subido mucho los precios y otras que se han mantenido ya están trabajando». De Lucas admite que su producto «no es lo mismo» que una grande como 'Panorama', pero eso no le aparta de grandes escenarios, pues este año actuará en las fiestas de Segovia y Cuéllar. Y siguen conquistando plazas como Zarzuela de Pinar, que optó en mayo por su show, The Canario Fest y no tuvo orquesta. «Muchos pueblos grandes tendrían que copiar el trato de los pequeños».
El público lo valora porque va más allá de los «cuatro o cinco» camiones-escenario de Segovia, con un DJ, un animador y cuatro bailarinas. «Todas son iguales». Y ha generado seguidores por su filosofía. «Lo principal para nosotros no es tener una infraestructura que llame la atención, sino que la gente se lo pase bien». Eso le ha llevado a apartar, dentro de lo posible, el reguetón. «Lo tengo que poner, no me queda más remedio, pero pongo cuatro canciones contadas porque me paraliza una plaza entera. Tararean, pero están parados como estatuas». Pop español, la movida madrileña o electrolatino para levantar la plaza. Y su equipo, que el año pasado actuó en unos 40 pueblos de la provincia, cada vez actúa más lejos.
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