«Para cobrar poco, prefiero no cobrar»
El segoviano Edu es el máximo goleador del San Cristóbal, un club en el que disfruta del fútbol sala como afición tras buscar años atrás un futuro profesional con sueldos precarios
Eduardo Cubero 'Edu' ha conocido los dos mundos del fútbol sala: la exigencia de Primera y el disfrute de Segunda B, el concepto que le hace hoy feliz en el San Cristóbal. «Para mí ahora mismo es un hobby y lo que quiero es disfrutar de él». Es el pichichi de un equipo que está tercero de su grupo, la hazaña de un modesto sin recursos para remunerar a sus jugadores. «Otros años sí que pensaba, mira, estamos jugando contra estos, vaya equipazo, están cobrando tanto; ahora, para cobrar poco, prefiero no cobrar. Los veteranos lo hemos dicho más de una vez en el vestuario: sabemos lo que hay, estamos ahí porque queremos, porque nos gusta el fútbol sala».
Tras formarse como técnico de actividad física, Edu es operario de servicio del Hospital General de Segovia, en la cocina. Una vida en el almacén, emplatando comidas y subiendo las bandejas a planta. Una comida que él mismo consume y pone en valor. «Comparada con otros hospitales, aquí es muy buena». Destaca la paella y la tortilla de patata, dos clásicos. Cuando ha pensado los últimos veranos si seguir, era clave el encaje laboral que exige su hobby. «Llevo 14 años viajando cada dos sábados, pero al final siempre sigo». En parte porque su hermano le pide que aguante, que sus sobrinos le vean.
Edu dio el sí al San Cristóbal desde una categoría superior, pues militaba en el Segosala que descendió a Tercera en 2023, pero su nuevo destino subió de estatus en un tramo final de temporada rocambolesco y ascendió al mismo sitio en el que estaba. Le convencieron Mordi o Alvarito. «Yo ya quería ir a jugar con mis amigos de toda la vida, aunque nos hubiéramos mantenido». Dio el sí para aliviar presión y el plan no salió del todo. «Quería un año sin viajes y toma, otra vez», sonríe. Una vez allí, encontró el vestuario que le habían vendido: «Es una piña, llevan bastantes años juntos, pero es que conozco a casi todos. Me integré a la perfección». Tras mantener la categoría en su estreno en Segunda B, el curso pasado disfrutó con el nivel técnico de los equipos gallegos y este curso, de nuevo con los vascos, es ya un veterano.
No le sorprender ser con diez goles el máximo goleador del equipo. «En Primera o Segunda siempre había jugadores con más calidad o más gol y yo me adaptaba a otro tipo de trabajos, pero en Segosala siempre he marcado entre 20 y 30 goles». También el año pasado en Sancris. «Me sorprende que lleguen ahora y que sean tan seguidos porque mi pico de forma suele llegar en enero. Nos falta gol, yo juego bastantes minutos y tengo que ayudar al equipo. Como ya he estado en categorías superiores, me manejo mejor que otros y puedo asumir ese rol». Compara casi dos deportes distintos, empezando por el ritmo. «En Primera no puedes tener el balón más de tres segundos porque te comen. Y no ves huecos. En Segunda B, muchos te dejan el balón, se bajan a media cancha y hay mucha menos táctica». Un contexto en el que él brilla más en ataque. «Veo más huecos, leo mejor el juego. Aunque disfrutabas más en un partido de Primera, eso está claro».
Su relato es que esos minutos sobre la cancha no compensaban la exigencia. «A lo mejor era demasiado joven para disfrutarlo. En Primera y Segunda ya estás cobrando, tienes otro tipo de presión, te lo tienes que tomar como tu trabajo. Aquí, al final, es un hobby. Si ganas, perfecto; si no, tampoco vas a hacer un drama». Debutó en Primera con 17 años con el Caja en Santa Coloma: necesitó pedir un justificante en el instituto para viajar. «Me parece que fue ayer, al final llevo toda la vida en el fútbol sala». Maduró con la refundación como Segovia Futsal en Segunda, conoció a Diego Gacimartín y acompañó al proyecto hacia su ocaso, en 2019. «Podría haber seguido por ahí, me ofrecieron sitios. O haber estado por aquí en Segunda División, pero te vas por ahí con un sueldo bajo y ¿qué te queda? Ahorrar y no poder hacer nada. Y la mayoría de los equipos no cotizan, te pagan en negro. Encima, tras la desaparición, nos dejan sin cobrar; me voy a Mengíbar y llega la pandemia. Dije, mira, hasta aquí lo de profesional».
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Disfrutó los primeros años en Segosala: juego vistoso y alguna eliminatoria de Copa del Rey como premio. Su trayectoria ha hecho de él uno de los veteranos en San Cristóbal, un papel que no rechaza. «Asumes galones, pero lo tienes que demostrar. Como tenemos esa mezcla de experiencia y juventud, es de los años que más estoy disfrutando». Un equipo con el gol justo que depende de la defensa. Y los tantos tienen un significado distinto a los que marcaba ante Antequera. «El otro día metí el 1-0 a 30 segundos del descanso, sientes liberación. En Primera o Segunda te hacía mucha ilusión; ahora pienso más en el equipo que en lo individual».
El disfrute de Edu viene por un proyecto que ha madurado en su segundo año con Gacimartín, por la continuidad. «El año pasado nos tocó estar bastante tiempo aprendiendo el modelo; en este, al tenerlo cogido, los entrenamientos son más intensos. Ese juego luego se ve en el campo». Son 22 puntos de 30 y un tercer puesto que hoy valdría para jugar fase de ascenso. Edu pide esperar hasta final de año para evaluar, pues juegan en diciembre ante el líder, el segundo y el cuarto. «Es una liga muy igualada, pero estamos ahí porque lo merecemos. Habrá que ver qué resultados sacamos para saber dónde podemos llegar». Él no hace ascos a nada. «Un 'play off' sería bonito, igual es la última oportunidad que tengo». Un motivo para seguir cambiando turnos.
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