Una persona pide limosna en una calle de Segovia. ANTONIO DE TORRE

Cáritas ha atendido ya a más de noventa transeúntes este año, la mayoría hombres

La organización pone en marcha un sistema de atención integral y sus trabajadores analizan la situación a pie de calle

claudia carrascal

Segovia

Lunes, 11 de octubre 2021, 13:40

Los perfiles son muy variados, pero en general las personas sin hogar carecen de un lugar con mínimas condiciones de habitabilidad para alojarse, no ... pueden cubrir sus necesidades básicas y viven al margen de la sociedad. Además, la mayoría de los que pasan por Segovia llevan una vida itinerante por lo que no permanecen demasiados días en la ciudad. Los fríos inviernos y los escasos recursos que de protección social que ofrecen las administraciones locales y autonómica en la provincia hacen que la mayoría estén solo de paso.

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Sin embargo, Cáritas lleva varios años tratando de descifrar la realidad del 'sinhogarismo' en la ciudad y de ayudar a estas personas que, tal y como explica el gerente de la organización en Segovia, Samuel Hernández, «no siempre viven debajo de un puente». Por eso, considera una verdad a medias la afirmación de que en Segovia hay pocas personas sin hogar. «Es cierto que son contados los que duermen en la calle, sobre todo si se compara con otras grandes ciudades como Madrid, pero eso no significa que no existan», alega.

De hecho, explica que en esta situación están decenas de personas que se refugian en viviendas alternativas como el coche o en infraviviendas que han ocupado porque se encontraban abandonadas. «No tienen luz, agua ni calefacción y son casas llenas de humedades y goteras sin unas condiciones mínimas para vivir y en las que muchas veces están hacinados». Hay otras personas que si no están durmiendo en la entrada de un cajero automático o en un banco de la calle es porque se resguardan en otros lugares como establos o graneros en desuso de los pueblos, pero insiste en que «tampoco tienen hogar ni recursos».

En enero, la organización católica abrió una nueva línea de trabajo para ahondar en esta problemática y prestar a los afectados una atención integral y no solo asistencial. En este sentido, Hernández comenta que el objetivo es «salir de los modelos de atención que perpetúan el 'sinhogarismo'», ya que lo habitual es ofrecerles unos días de alojamiento, algo de comida y ropa, pero no se trabaja para solucionar el problema de manera permanente.

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Ante esta realidad, especifica que en Cáritas están tratan de sembrar el germen de la atención a largo plazo. «Todavía estamos dando los primeros pasos y trabajando de forma incipiente, pero esto no es nuevo, en otras ciudades de España ya se presta esa atención integral y no coyuntural». Eso sí, es consciente de que no es un reto fácil porque «hace falta financiación y para ello hay que negociar con instituciones y conseguir recursos propios. Además, son medidas muy poco rentables a nivel social porque el proceso es complejo y los resultados no son visibles a corto plazo».

De un lugar a otro

Desde que comenzó el año, han atendido a 92 personas sin hogar, 84 hombres y 8 mujeres. La mayoría son españoles, pero no de Segovia, sino que van de un lugar a otro. Cifras que, según Hernández, no reflejan la realidad porque «se contabiliza igual una persona a la que vemos 10 minutos y que rechaza todo tipo de ayuda o a la que danos un vale de comida que aquella con la que llevamos trabajando 10 años».

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Asimismo, indica que los perfiles son muy heterogéneos. Por un lado, se encuentran los refugiados y solicitantes de asilo que se quedan desprotegidos cuando les caduca la tarjeta roja. «Este nuevo perfil es cada vez es más habitual, aunque sus posibilidades de reinserción rondan el 70%, por lo que son mucho más elevadas que las del sin techo tradicional. En estos casos, se ven abocados a la calle porque se les deniega el asilo, no tienen permiso de trabajo ni dinero y la administración no les atiende por estar en situación ilegal, pero no hay que olvidar que también son personas y necesitan ayuda», apostilla.

Hernández ve incomprensible que no se facilite a estas personas el acceso a un empleo cuando hay muchas ofertas que no se cubren por ausencia de personal dispuesto a realizar las labores requeridas. Esto ocurre en sectores como el campo, la hostelería o la construcción y «son muchos los refugiados dispuestos a desempeñar estas funciones, pero sin los papeles en regla no pueden acceder a estos empleos en parte porque quien los contrata se expone a multas superiores a los 6.000 euros».

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Samuel Hernández, gerente de Cáritas. ANTONIO TANARRO

Por otra parte, se encuentran esas personas que han roto sus redes habituales. «Suelen recibir un golpe concreto, pero son muchos los desencadenantes que hacen que acaben en la calle. Son personas que no tienen trabajo, pero tampoco cuentan con el apoyo de familia o amigos, son supervivientes. Además, su situación suele verse agravada por adicciones o problemas de salud mental».

La cuestión es que estas personas se encuentran desprotegidas y «al no tener estructuras sociales potentes permanecen invisibles». Entre otras cosas, el gerente de Cáritas en la ciudad señala que no votan, no son reivindicativas, ni luchan por sus derechos por lo que es complicado que las administraciones se impliquen y si lo hacen «es a través de parches temporales», a pesar de que en España hay más de 40.000 personas sin hogar.

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El perfil de los sin techo se ha diversificado todavía más en los últimos años. «Antes eran sobre todo hombres españoles entre los 45 y 50 años y aunque ahora siguen constituyendo la mayoría de las personas sin hogar, cada vez hay más mujeres y más extranjeros y el cambio de tendencia más notable se detecta en la edad. Últimamente es más frecuente ver a jóvenes de 19 años buscándose la vida en la calle porque salen de los centros de menores sin empleo ni recursos». A su juicio, hay menos mujeres porque «ellas se buscan el techo en otros ámbitos y es más frecuente que recurran a la prostitución para ganarse la vida».

Asistencia y humanidad

Cáritas Segovia cuenta con pisos para personas sin hogar, pero normalmente están destinados a los solicitantes de asilo, según Hernández, porque las personas que llevan años en la calle tienen otras dificultades añadidas y requieren a técnicos muy preparados, lo que eleva el coste de la atención. Sin embargo, cree que esta es la apuesta integral que deben hacer tanto asociaciones como instituciones porque «no todos proceden de familias desestructuradas, muchos han llegado a esa situación por golpes de la vida que no han sabido afrontar y eso nos puede pasar a cualquiera».

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Con el nuevo programa que han puesto en marcha en Segovia un equipo recorre las calles de la ciudad para ofrecer un café o un caldo caliente a las personas sin hogar y tratar de conocer de primera mano su situación y sus necesidades. Un avance que está siendo posible gracias al convenio de 42.000 euros que han firmado con el Ayuntamiento.

Otro de sus retos a corto plazo es poner en marcha espacios de ocio para que puedan acudir a ver una película, una exposición o a charlar un rato. Al respecto, aclara que «el objetivo es que se sientan personas. No solo queremos darles recursos para que no se mueran de hambre, también buscamos que cambien el chip, se sientan integrados y puedan pararse a reflexionar sobre cómo reorientar su vida con la ayuda de profesionales y voluntarios de modo que logren empoderarse y avanzar».

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La buena noticia es que superar esta situación es posible y el gerente de Cáritas, Samuel Hernández, que lleva casi 28 años trabajando en la organización en diferentes áreas y ciudades confirma «que hay gente que consigue salir de la calle y reinsertarse, eso sí, con mucha ayuda». En su opinión, una intervención constante y sentirse queridos y valorados son aspectos clave para avanzar en este sentido. «Han asimilado que son residuos de la sociedad y lo primero es acercarse a ellos y cambiar esa percepción». Por último, ve imprescindible crear una mesa de reflexión en la ciudad donde se sienten las administraciones y entidades del tercer sector que trabajan con las personas sin hogar para sentar las bases. «Con el Ayuntamiento ya hemos comenzado, pero con la Junta de Castilla y León es más difícil porque hay coordinación a nivel técnico, pero no implicación política».

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