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Algunas de las familias armenias que residen en San Rafael. Pedro Luis Merino

«Armenia solo quiere vivir en paz y armonía»

Las familias armenias residentes en Segovia viven con desolación la guerra del Cáucaso y piden una intervención internacional que acabe con el conflicto

claudia carrascal

Segovia

Domingo, 18 de octubre 2020, 12:08

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Una comunidad muy unida, con un fuerte arraigo hacia su tierra y sus tradiciones y un férreo compromiso con su pueblo. Así se definen los ciudadanos armenios que ahora viven con gran preocupación el conflicto armado en Nagorno Karabaj. En la provincia de Segovia hay cerca de un centenar de nativos de este país. De ellos, 84 residen en San Rafael y todos ellos comparten el mismo desvelo, la guerra. Ahora se hacen una pregunta ¿cuándo acabará esta lucha injusta que está destruyendo un país?

El pasado 27 de septiembre regresó la peor pesadilla para la comunidad armenia, pues estalló de nuevo el eterno conflicto armado con Azerbaiyán por la disputa de la región de Nagorno Karabaj. Aunque en esta ocasión se ha convertido en una guerra a tres, ya que se ha sumado otro de sus perpetuos enemigos, Turquía. La cruzada está suponiendo un duro golpe para los cerca de tres millones de armenios que todavía residen en el país, pero también para los más de siete millones que han emigrado al extranjero, la mayoría tras el genocidio de 1915.

Rosi Soghomonyan y su marido, Aram Nazaryan, llevan en San Rafael 16 años. Siguieron los pasos del padre de Aram, que ya estaba instalado en la localidad segoviana. Llegaron para cumplir un sueño, desarrollar en Europa su carrera profesional como violinistas, sin embargo, reconoce que los inicios no fueron nada fáciles. «Al principio no teníamos ni siquiera el permiso de residencia y todo eran problemas, además, tuve que empezar a trabajar en la construcción para poder mantener a mi familia», relata Aram.

Ahora la mayor angustia de esta pareja con dos hijos se debe a la devastadora guerra en la que está inmerso su país. «La situación es muy dura, lo estamos pasando falta porque nos duele mucho estar tan lejos de los nuestros en un momento tan complicado», dice Rosi. En cuanto a Armenia, destaca que es un país muy pequeño y con menos recursos que Turquía o Azerbaiyán e incide en que lo que único que quieren es «la paz».

Aram critica el trato que están dando a este conflicto los medios de comunicación internacionales y, en especial, los españoles. «La gente no está informada de lo que sucede porque la prensa, las televisiones y las radios no le dan la importancia que tiene, a veces, ni siquiera lo mencionan cuando en menos de tres semanas han muerto 700 personas», apostilla. Además, advierte de que no todas las noticias son objetivas porque «algunos periodistas están diciendo que la guerra la empezó Armenia y nada más lejos de la realidad.

Desde que estalló la guerra, los pensamientos de este matrimonio se centran en sus paisanos y su familia, pues tienen tres sobrinos de entre 18 y 20 años luchando en el frente y a diario mueren entre 50 y 60 jóvenes como ellos. No obstante, a esta lucha se han sumado todo tipo de ciudadanos. «Conozco al menos a seis mujeres que han dejado a sus bebés con los abuelos y se han ido al frente porque consideran que tienen que hacer todo lo posible por su país», explica Rosi. Lo peor es que no está siendo una contienda militar porque están bombardeando la industria, los colegios o los hospitales, de hecho, «han dejado la ciudad sin agua ni luz y los civiles se esconden en los sótanos o han abandonado sus viviendas para protegerse en la capital».

Liana Melkumyan, otra de las armenias residentes en San Rafael, considera que esta guerra es «injusta y desigual» porque Armenia es un país de tan solo tres millones de habitantes que quiere vivir en armonía. En su opinión, lo único que persiguen Turquía y Azerbaiyán es hacerse con el 10% del territorio armenio que no les consiguieron arrebatar tras el genocidio de principios del siglo XX. Al respecto, detalla que su objetivo es poner en práctica la ideología del panturquismo, que aboga por la unificación de todos los pueblos túrquicos. Sin embargo, por su ubicación geográfica Armenia, que es un estado cristiano, resulta un impedimento.

Haciendo referencia a su historia, Liana recuerda que son el primer país que adoptaron el cristianismo, en el año 301, y tienen su propia iglesia, la apostólica armenia. No obstante, sus creencias les han convertido en diferentes momentos en blanco de los musulmanes. «Somos el país más atacado por los islámicos y los que más hemos sufrido a causa de este tipo de conflictos», recalca. En esta ocasión, numerosos armenios residentes en diferentes partes del mundo están acudiendo como voluntarios para proteger sus fronteras. Mientras tanto el resto de la comunidad trata de alzar la voz para que el mundo «no cierre los ojos ante esta injusticia», señala Liana. Con este fin se celebrará el próximo día 20 de octubre a las 12 horas una concentración en Madrid a la que acudirán una gran parte de los armenios residentes en San Rafael.

Aunque Liana lleva trece años viviendo en España, garantiza que su corazón está más en Armenia que aquí y aunque no se platea dejar su vida para volver a sus raíces cuenta que tiene un hijo de seis años a quien enseña los valores y tradiciones armenias. «Cambiar de país siempre es difícil porque implica adaptarse a otras costumbres y aprender otro idioma, te sientes como un pájaro enjaulado. Yo creo que cada uno tendría que vivir donde nace», reflexiona.

La tristeza también invade estos días a Tereza Minasyan, una de las armenias que menos tiempo lleva en San Rafael, tan solo cuatro años: «Es muy duro estar lejos. Seguimos las noticias y cada vez son más los muertos, han incumplido incluso el alto al fuego que acordaron los gobiernos para poder sacar a las víctimas. No les sirvió con matar a más de millón y medio de armenios en 1915 que ahora quieren acabar con nosotros», apunta.

Uno de los aspectos que más llaman la atención de Tereza es que Turquía haya contratado a terroristas de Siria por cantidades que oscilan entre los 1.200 y los 2.000 dólares mensuales para que luchen en la guerra de Nagorno Karabaj. «No tienen ningún pudor. Están bombardeando con drones hospitales, ayuntamientos e iglesias, está claro que su objetivo es la población civil», subraya.

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