Son 120 mujeres y buscan la mejor salida para su trabajo artesano
La decimonovena edición de la Feria Internacional de la Mujer Rural concluye con una notable asistencia de público y un buen nivel de ventas
Miguel Ángel López
Domingo, 12 de junio 2016, 11:37
Patricia Montiel y Lidia Triana son colombianas, de Granada Meta y Bogotá. Representan a muchas madres de comunidades rurales de su país, «desplazadas y víctimas del conflicto armado», dicen, que se reúnen para elaborar productos artesanales y tener un medio de vida. Ellas traen los artículos a la Feria Internacional Pronatura para presentarlos, para venderlos al público en general durante los tres días del evento y con el afán de que interesen también a las empresas que invita la Federación de la Mujer Rural con este fin. Tienen un poco de todo, pulseras hechas con semillas de café, cofrecitos, monederos hechos con cáscaras de coco y cuero, bolsos de wayúu (guajiros) o varios bollos que realiza una cooperativa de alimentación que trabajan la guayaba. En cierto modo, Patricia y Lidia son el paradigma de lo que propugna Femur y están cumpliendo los objetivos de la Feria Pronatura. Están dando visibilidad a sus productos, dando valor a lo que hacen las mujeres de su país, «en una buena plaza para darnos a conocer».
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Alaban el trabajo de Juana Borrego y de Femur. También lo hace Amilata Djiba, de Senegal. Es la segunda vez que acude a la feria y dice que «van bien las ventas». Tiene en la caseta bolsos y complementos, collares, pendientes... con el colorido típico de Malí, precisa, y «todo elaborado a mano con mi madre y mi hermana». Amilata habla un castellano fluido, casi sin acento, aunque viven en Madrid desde hace solo dos años. Sostiene que las ferias «son necesarias para dar a conocer nuestro trabajo y para que nos conozcamos entre los artesanos», y agradece estar en la avenida del Acueducto porque «en Segovia la gente valora más la artesanía, más que en otros sitios, no regatea ni rebaja tu trabajo».
Unas casetas más abajo, hacia San Millán, están Victoria Quisque Quisque y su hermano Juan. Son de Cuzco, «en los Andes», matiza Victoria. Los dos peruanos han venido más veces a Pronatura. Aseguran, tímidos, que «la feria da resultado, es muy buena para promocionar lo que hacemos. Todo a mano», bisutería en plata con piedras semipreciosas, turquesas y nácar, por ejemplo. Ambos visten los trajes típicos de su país, de vivos colores y tejidos a mano, y dice Victoria que la artesanía es una opción en su país, que no les viene de tradición porque «nuestros papás son agricultores». Y declara que «de todo esto vivimos, pero es duro, y ser mujer es una dificultad más para comercializar lo que hacemos, que es bien difícil».
Estar en la feria es para ellos «una oportunidad para vender que nos da Femur», que también les alojará en el centro de Hontalbilla unos días más antes de que regresen a Perú el día 17. Victoria y Juan desean que la oportunidad les abra más puertas: «Nos gustaría contactar con algún empresario para vender mejor nuestros productos».
Es la aspiración de casi todas las expositoras de la Feria Internacional de la Mujer Rural que concluyó anoche, con mucha gente recorriendo las casetas en un día soleado y no demasiado caluroso. A la vista tenían 3.500 productos hechos con esmero, artesanía rural esforzada de mujeres que luchan por ser más visibles en un medio rural donde «todo es más complicado». Como dice Juana Borrego, las que vienen de América o Asia (esta año no han podido venir de países árabes por problemas con los visados) lo hacen encantadas porque «absorben todo lo que ven y lo exportan a sus países para mejorar» por que, en los pueblos (y más en zonas poco desarrolladas), «una mujer artesana no tiene las mismas oportunidades que en una ciudad».
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Y sí, las extranjeras ven ejemplos en Pronatura. Uno es Conchi Bayón, una cuellarana que acude a la feria desde hace seis años; en Nava de la Asunción tiene su taller, donde confecciona trajes tradicionales segovianos, todos de encargo, y cada uno le cuesta un año de trabajo. No los vende en la feria, pero los exhibe y el público los aprecia porque, asegura, «sigo los criterios del siglo XVIII y utilizo los mejores materiales, revuelvo media España para encontrar las mejores sederías en Valencia o las puntillas donde mejor las hagan...». Reconoce que «quizá sea una excepción» porque tiene mucha demanda, y lo explica : «Si tu producto es bueno, te buscan».
Todos los que han estado en Pronatura eran buenos productos. La Feria concluyó anoche. Y al menos 120 mujeres los han hecho visibles.
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