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A. V.
Viernes, 8 de abril 2016, 12:54
De La Puríssima es una formación nacida del jazz, el cuplé, la copla y el blues en la que cuatro músicos conviven sobre el escenario creando una atmósfera que va mucho más allá de un simple concierto. Julia de Castro, su vocalista, explica en qué se parece el cuplé de su grupo al de los orígenes del género y la ilusión que le hace tocar en Segovia, donde actuará esta noche, a las 21:00 horas, en el teatro Juan Bravo de la Diputación dentro del ciclo 'Divas a escena'.
Para cantar cuplé, ¿qué más hace falta además de una buena voz como la suya?
En realidad, lo que menos hace falta es una buena voz. Se necesita mucho descaro; yo siempre digo que hace falta tener un buen físico para tener el punto máximo de atracción y, sobre todo, lo más indispensable es mucha dicción. Se tiene que entender absolutamente todo lo que dices. Así que creo que la habilidad más importante, aparte del físico, es la dicción. Y mucha interpretación.
¿Cómo fue el momento en el que decidieron juntarse y apostar por esa mezcla de cuplé, jazz y blues?
Nunca lo decidimos realmente. Nunca dijimos: voy a tocar jazz, cuplé u otra cosa. Surgió como las cosas naturales, que muchas veces son las más brillantes. Al final cada uno trae su bagaje y su mochila, la junta con la del otro y sale algo muy natural desde lo más extremo y extraño del mundo. Fue algo muy poco pensado.
¿Ni siquiera usted había pensado dedicarse al cuplé?
No, nunca. Nos juntamos primero Miguel Rodrigáñez y yo; empezamos haciendo jazz en una casa y de ahí yo saqué un bolo y a los dos nos gustó. De repente, nos interesamos por la música napolitana, Renato Carosone o Marino Marini, que a una amiga en común le gustaba mucho, y nos pareció muy interpretada. Fue un punto de contacto muy bueno para luego llegar al cuplé. De ahí pasamos a una experiencia mía con un cuplé que canté medio de broma en un concierto y provocó una reacción increíble en el público, y dijimos ¡guau!; yo nunca pensé que un cuplé, que es algo tan antiguo, tuviera ese efecto. Era algo que a mí me gustaba mucho y Miguel me dijo: ¡a por ello! Y así nació.
Así que se puede decir que la seña de identidad de De La Puríssima surge en un momento improvisado en un concierto...
Sí, así es. Y el público reaccionó muy bien porque yo nunca había pensado en rescatar el cuplé y hacer eso. Tuve la sensación de que aquello estaba dentro de mí; lo canté un día y fue genial.
¿Qué es lo que más les ha sorprendido desde sus inicios de la forma de entender su música por parte del público?
A mí prácticamente todo, porque siempre me había puesto como actriz delante de un público, nunca como cantante profesional. Creo que por eso el disco de De La Puríssima se llama Virgen, porque ha sido un recorrido en el que me he desvirgado en todos los aspectos que se pueden experimentar en la música. Nunca era muy consciente de lo que podía producir, por eso todas las reacciones han sido para mí muy nuevas. Quizás si tuviera que quedarme con alguna de esas reacciones que me sorprendan... Déjeme que piense... La verdad es que casi me tiene más miedo a mí el público (risas). Puede que el concierto que más me impresionase fuese uno en La Elipa hace unos años, en el que la mujer más joven tenía 85 años. Tenía miedo de cómo iban a reaccionar con lo contemporáneo y fue uno de los conciertos más impresionantes de mi vida. Fue un diálogo con muchas mujeres y algunos hombres, precioso. Como soy muy abierta sobre el escenario, no soy nada estricta y todo puede ocurrir, nada me impone, siempre saco esa parte de actriz a la que estoy acostumbrada. Estas mujeres se pusieron a hablar conmigo y empezamos a tener un diálogo; ellas opinaban sobre mis canciones, yo les cantaba otras... Íbamos construyendo a la vez.
¿En qué medida notan que ha cambiado la forma de entender el cuplé en sus orígenes, con la forma de entenderlo del público actual? Porque ¿detrás de esto habrá un proceso de documentación?
Yo tengo el defecto de que soy historiadora del arte y me documento mucho. He estudiado mucho y creo que ahora mismo no hay una opinión sobre el cuplé, porque sigue siendo un gran desconocido. Tenemos la conciencia de que Sara Montiel era una diosa del cuplé y realmente forma parte de una tercera generación de cupletistas, así que para mí no es una gran referencia de lo que es el cuplé; no hay mucha idea de lo que era. Hay gente como Pepa Anastasio, que por fin vino a vernos hace poco, que es una erudita en el cuplé, pero el público en general no tiene conciencia de lo que era, así que existe la sensación de que estamos nosotros mismos haciéndoles la comparación. Yo soy muy pesada en hacerle ver al público qué era antes, para que entienda qué es ahora. Hay una parte muy docente a veces en mis conciertos de la que me siento muy orgullosa y que no me interrumpe para nada la magia; al contrario, creo que conecta mucho. Hay muy poca gente que sepa eso y las madres siempre tienen una referencia de Sara Montiel; lo que yo rescato no es eso. Yo rescato cosas de principios de siglo XX alucinantes, de auténticas performes, gente salvaje que hacía burradas en escena. Desde desnudos integrales hasta trabajar con leones... Eran bestias de la escena.
El concierto está dentro del ciclo Divas a escena: ¿qué es ser diva y cuándo se siente diva de verdad Julia de Castro?
Yo creo que es un adjetivo externo; sería raro sentirse diva de forma interna. Yo soy consciente de que hay una feminidad muy imponente en el escenario y supongo que eso es lo que lleva desde fuera a pensar que pueda ser una diva. Hay una fascinación por lo que impone una mujer con presencia, con personalidad arrolladora... En escena yo adopto un rol de mucho liderazgo, y supongo que eso es a lo que se le llama diva desde fuera. Me siento halagada si es así.
No sé si están más acostumbrados a tocar en ambientes como el Café Berlín o también a hacer Teatros, ¿cuesta más crear la atmósfera necesaria para su espectáculo en un teatro?
A mí, lo confieso, cuanto más difícil, cuanto más complicado, más me pone (risas). Es cuando me vuelvo un animal escénico. Como actriz me gusta pensar en cómo concebir que todo eso fluya hacia donde yo quiero. A mí me encantan los teatros y como actriz es una atmósfera que me suena muy cercana. Me impone más, me da infinitamente más vergüenza, una sala con mis amigos, que ellos vean mis costuras, que un teatro. Actuamos mucho en teatro y la gente lo disfruta mucho. Y una cosa que me gustaría decir es que es un orgullo para mí tocar en el teatro Juan Bravo; que soy castellana y a Segovia siempre la he tenido como una referencia cultural. Yo soy de Ávila y no he actuado nunca allí, así que me llena de orgullo que la ciudad vecina, a la que yo siempre he admirado con tantos festivales y ese espectro cultural, me acoja.
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