La espiga y el Acueducto

En estas páginas lo hemos contado alguna vez: Segovia es la ciudad de España (yo me atrevería a decir del mundo) con más sumilleres por metro cuadrado. Aquí, en vez de llamar a 112 hay que ponerse en contacto con la Asociación de Sumilleres para despejar cualquier duda. No en vano, el presidente regional y nacional es segoviano: Pablo Martín, maestro catador del archiconocido Cándido, restaurante pegado al Acueducto, verdadero embajador de la gastronomía del cochinillo y el lechazo, sin cuya aportación y conocimiento estos dos platos no serían lo mismo.

Y de eso queremos hablarles precisamente, del Acueducto, pero no del monumento romano y milenario que identifica a Segovia en el mundo entero. No, para eso están los historiadores, poetas y cronistas. No, vamos a hablar de estos imponentes arcos y su relación con el vino. Ya nos hubiera gustado que por su canal hubiera discurrido verdejo o tempranillo. ¡Ya te digo!

Ahora en serio, hablamos del acueducto cuando en la copa de vino, que hemos abierto previamente; que hemos girado en el sentido inverso a las agujas del reloj, observamos cómo la lágrima desciende (lentamente cuando el vino es más glicérico; con una caída más rápida cuando es más alcohólico) y traza en su caída un figura que sorprendentemente se asemeja a los arcos del Acueducto. No sé a qué sumiller se le ocurrió tan acertado paralelismo, pero sí sé que es una expresión estrictamente segoviana que yo utilizo ya en todas las catas en las que participo, sea en Tarragona, Toledo, Monforte, Utiel o Jerez.

Eso sí, sé quién ha patentado la utilización de la espiga que aparece grabada en la copa de Caja Rural (presente en todas las iniciativas llevadas a cabo por la Fundación) como referencia para determinar el tipo de capa del vino: Si la espiga se ve, la capa es baja; si no se aprecia, es alta...y dependiendo si el logotipo de la Rural trasluce con mayor o menor intensidad, así determinaremos la capa, Y sé que el copyright es de Mazaca, el primero en improvisar este nuevo símbolo que junto al acueducto forman parte ya de la parafernalia de la sumillería segoviana.