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Panorámica del barrio de San Marcos, paisaje obra del pintor Ángel Cristóbal Higuera, fallecido el pasado mes de abril.

El paisaje como motivo de encuentro

El Torreón de Lozoya exhibe parte de las obras que la Fundación Caja Segovia guarda sobre el género

Carlos Álvaro

Domingo, 2 de noviembre 2014, 12:31

La Fundación Caja Segovia ha echado mano de sus propios fondos para montar una magnífica exposición que no dejará indiferentes a cuantos la visiten: Aspectos del paisaje en los fondos artísticos de la Fundación Caja Segovia. Se trata de más de un centenar de obras que la desaparecida Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros adquirió durante el último tercio del siglo XX y los primeros años del XXI. Algo más de cien obras que son solo una muy pequeña muestra del inmenso patrimonio artístico que custodia la actual Fundación.

Comisariada por Rafael Ruiz Alonso, coordinador cultural de la Fundación Caja Segovia, la exposición, que muestra verdaderos tesoros, propone al espectador un diálogo con las obras muy interesante, alejado de los tópicos y de las lecturas simples. En las salas del Torreón hay obras de autores distintos, de diferentes épocas y países, de estilos antagónicos, pero todas guardan una sintonía y un diálogo, también entre ellas.

«Dentro de los fondos de la Fundación Caja Segovia, el paisaje ocupa un lugar importantísimo, lo cual es representativo del gusto de los segovianos y también de las inclinaciones de los artistas segovianos. Llevábamos años queriendo organizar una exposición monográfica sobre el paisaje, no del paisaje segoviano, que habría que hacer muchas, sino del género en sí mismo, recogiendo no solo la aportación de los artistas, sino el resultado global de una colección de semejantes características. El paisaje es uno de los géneros que más ha evolucionado», afirma Ruiz Alonso.

Aspectos del paisaje en los fondos artísticos de la Fundación Caja Segovia rastrea en la historia misma del género y extrae motivos de reflexión y apoyaturas que permiten entender la temática del paisaje en toda su amplitud, siempre teniendo en cuenta dos factores: la aportación personal del artista y su acervo cultural. «De este modo, pasado y presente se dan la mano en un planteamiento muy original que busca ofrecer al espectador la posibilidad de contemplar la temática desde diferentes perspectivas», añade el comisario de la muestra.

Cuatro grandes bloques o capítulos dan cuerpo a la exposición, integrada por pinturas, dibujos, estampas y fotografías realizadas entre el siglo XVII y nuestros días.

El primero propone al espectador una curiosa reflexión: detrás de un paisaje aparentemente amable puede haber una tragedia, un drama. También la dualidad locus horribilis/locus amoenus está presente en este bloque para mostrar la antítesis entre un lugar hostil, espantoso, yermo e inhóspito y un espacio idílico, bello, fértil, agradable y seguro. Ejemplos del primero son aquellas obras que giran en torno a la temática de la montaña como lugar inseguro y pavoroso, donde se esconden las bestias y los bandidos; y del segundo, la mirada romántica del siglo XIX, que subraya la grandeza y la belleza del paisaje. En este primer capítulo hay obras anónimas del siglo XVII, pero también paisajistas reconocidos como Francisco Núñez Losada, Pedro Pérez de Castro, Francisco Núñez de Celis o Klaus Ohnsmann, y figuras del panorama pictórico segoviano contemporáneo como Francisco Lorenzo Tardón, Juan Pita, Mariano Carabias, Amadeo Olmos, Frutos Casado de Lucas, José Orcajo, Jennifer Graber, Pedro Santoyo o Florentino San Juan.

Objetivo y subjetivo

Los siguientes bloques están dedicados al paisaje objetivo (realismo) y al paisaje subjetivo (figuración). Dentro del primero destacan las pinturas o fotografías de Ángel Cristóbal Higuera, Jesús Unturbe, Rosa Pérez Carasa, Carlos Marijuan, Lope Tablada de Diego, Fausto Nuñez, Frederick Leeds, Javier Martín de Frutos, Nicolás Gless, Eduardo Vicente y Luis Mayo, cada uno con sus estilos, facetas y puntos de vista. «El realismo puede tener muchas facetas, y en este apartado tiene cabida desde un dibujo descriptivo de Nicolás Gless hasta uno realizado a base de manchas abstractas, como el de Eduardo Vicente, o la maravillosa panorámica del barrio de San Marcos de un auténtico genio del género, Ángel Cristóbal», señala Rafael Ruiz Alonso.

Hasta bien entrado el siglo XIX, las obras pictóricas realistas se realizaban en el interior de los estudios, pero pronto empiezan a proliferar obras de pequeño formato realizadas en exteriores. «El paso decisivo lo darán artistas y grupos de creadores que reaccionan contra el frío academicismo y la vehemencia del romanticismo, y pintan al aire libre, enfrentándose con la realidad. Estas experiencias abrieron camino a movimientos artísticos que fueron la antesala del verdadero arte moderno: impresionismo, luminismo, neoimpresionismo... La fotografía vendrá a sumarse a este panorama, interactuando en ocasiones con la pintura hasta el punto de compartir sus respectivos hallazgos estéticos. Hay pintura que quiere ser fotografía y fotografía que quiere ser pintura». En Segovia hay buenos ejemplos de fotógrafos/pintores. Jesús Unturbe es uno de ellos.

Y de ahí a la figuración, a los elementos distorsionantes que algunos creadores introducen en sus obras: la pincelada, el color, la luz, el dibujo, las formas, la composición, la escala e incluso hasta el formato, que pasan así a convertirse en elementos expresivos que condicionan la lectura del espectador. En la exposición hay obras de artistas muy reconocidos que reflejan muy a las claras este vertiente subjetiva del paisaje: Antonio Román, Coro López-Izquierdo, Eugenio Concepción, Luis Moro, Luciano Esteban, José Manuel Contreras, Manuel Gómez Santos, José Luis López Saura, Santiago Mayor, Francisco Orcajo, Aurelio Martín, Margarita Zuloaga, Rafael Peñuelas, Jesús Pérez Ramos, L.J. Labrador, Juan Pablo Sánchez, José María Yagüe, Manuel de las Casas, Ilan Wolff, Joaquín Vaquero Turcios, Jesús González de la Torre, Antonio Madrigal, Fernando Sáez, Eugenio de la Torre Agero o José María Pérez de Cossío.

El paisaje abstracto

El último capítulo de la muestra aborda el paisaje abstracto. «Muchos artistas han perseguido reducir aquello que perciben sensorial o anímicamente a sus elementos esenciales, plasmándolos con una libertad formal y cromática tales que sus obras parecen haberse desentendido de cualquier tipo de lenguaje imitativo. De hecho, pueden llegar a confundirse con pinturas propiamente abstractas. Estos fenómenos plantean un curioso conflicto cuando se habla de paisaje abstracto, dado que la abstracción renuncia a cualquier forma de representación figurativa. Aún así, abstracción y figuración no han de entenderse como una disyuntiva en términos absolutos», comenta Ruiz Alonso, que las dos últimas salas ha dado cabida a paisajes abstractos de Esteban Vicente, Sofía Madrigal, Rafael Baixeras, Mon Montoya, Carlos León, María Victoria Yubero, Mesa Esteban Drake, Ignacio Yraola, Alberto Reguera, Eloísa Sanz, Marta Iglesias o Carlos Costa. La exposición podrá verse hasta el 18 de enero de 2015.

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