El renacer de las manos blancas

Pocos minutos antes de las 12 del mediodía se dio la salida de una particular carrera en la plaza de la Concordia. Ordenados, en fila india, escolares de cuatro colegios salmantinos dejaron sus manos blancas estampadas en el nuevo mural que, a partir de ahora, recordará en Salamanca a las víctimas del terrorismo. Muchos preguntaban a sus profesores qué significaba esta actividad que les había sacado por unas horas de su rutina tradicional. «Ese era Miguel Ángel Blanco, que fue asesinado hace muchos años, antes de que nacieras». El recuerdo de los mayores transmitido como enseñanza a las nuevas generaciones, aquellas que no tienen en la memoria la «sinrazón del terrorismo», en palabras de Mari Mar Blanco, hermana de Miguel Ángel y presidenta de la fundación Víctimas del Terrorismo.

El mural, con un gran corazón como elemento central, ocupa la fachada del Centro Municipal Integrado Julián Sánchez El Charro, y será visible desde todos los ángulos de la plaza de la Concordia, contando también con iluminación nocturna. Sus dimensiones son 30 metros de ancho por 9,2 de alto y se completa, además, con ocho fotografías en blanco y negro que simbolizan, según relataron fuentes municipales, el apoyo ciudadano contra el terrorismo, como la imagen más reconocida de Miguel Ángel Blanco, cedida por la fundación que lleva su nombre, las manifestaciones multitudinarias en condena de la violencia, el VI Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo celebrado en Salamanca o el «sacrificio» de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Estas instantáneas fueron realizadas por los fotógrafos David Arranz y Jesús Formigo, de la agencia Ical, que ha colaborado con este homenaje, y por Félix Corchado.

Con la palabra «recordar» y su definición semántica, «volver a pasar por el corazón», en el centro, a partir de ahora cientos de manos blancas completarán el significado de este mural. Las manos de aquellos que no olvidan que en un tiempo hubo otras que se alzaron por la libertad y la vida. Autoridades y ciudadanos de a pie colaboraron con los escolares de los colegios Santa Teresa de Jesús, San José, Divino Maestro y Beatriz Galindo. Entre esas autoridades presentes se encontraban los diputados José Antonio Bermúdez de Castro y María Jesús Moro, el subdelegado del Gobierno, Javier Galán, el delegado territorial de la Junta, Bienvenido Mena, buena parte de la Corporación municipal, los secretarios provinciales de los sindicatos CC OO y UGT, Emilio Pérez Prieto y José Luis Hernández Rivas, respectivamente, y el presidente de la Cámara de Comercio de Salamanca, Juan Antonio Martín Mesonero.

El alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, recordó el apoyo de la ciudad a las víctimas, «que va más allá de las palabras». Así, se refirió a la Medalla de Oro de Salamanca que se entregó a la fundación y a la asociación Víctimas del Terrorismo y cómo esta memoria se ha incorporado al paisaje urbano, con la glorieta dedicada al coronel Antonio Heredero Gil y las calles de los guardias civiles salmantinos Antonio Tejero Verdugo y Antonio Fernández Álvarez.

Fernández Mañueco subrayó que las personas de Salamanca comparten «con la cara descubierta» la creencia en la libertad, en la Constitución, en la democracia y en la unidad de España. El terrorismo, añadió, es «imposición y negación de la vida, porque atenta contra los derechos fundamentales, como el derecho a la vida, la dignidad de las personas o la libertad de expresión o de residencia».

Del mismo modo opinó el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, quien en su intervención recordó que el terrorismo ha marcado la historia de España y recordó que, «desgraciadamente», es imposible restituir a las víctimas el alto precio que han pagado, pero la sociedad española tiene el «deber» de mantener vivo el recuerdo para que no venzan los verdugos.