Pese a los traspasos de Domingo y Valdés al Zaragoza y la retirada del mítico Lasala, no había arrancado nada mal la temporada 1956-57 ... para el Real Valladolid, que además estrenaba entrenador, Rafa, a quien la directiva encargó el complicado reto de sustituir a Luis Miró, comprometido con el Valencia después de tres fructíferos años a orillas del Pisuerga.
Publicidad
Los blanquivioletas estaban imbatidos en casa, tras derrotar al Barcelona y al Valencia, cuando recibieron la visita del Real Zaragoza el 14 de octubre de 1956 en el viejo José Zorrilla, que registró una entrada muy cercana al lleno, tanto por la esperanzadora racha de los blanquivioletas como por el morbo de ver en el bando contrario a dos jugadores que hasta hacía muy poco habían militado en el propio.
Las dudas, sin embargo, se disiparon muy pronto. Domingo y Valdés no inquietaron a la zaga local, y en cambio Murillo destapó el tarro de las esencias goleadoras, hasta el punto de que antes de cumplirse el primer cuarto de hora de juego ya había dejado muy encarrilado el partido, batiendo a Lasheras por dos veces, a los 5 y 13 minutos, fruto del empuje con que el conjunto local encaró el compromiso.
Joaquín Murillo, que había llegado al Valladolid dos años antes, procedente del España Industrial, que era una especie de filial del Barcelona, acreditó desde el primer momento el olfato goleador del que vino precedido, pese a que aquella temporada hubo de compartir el protagonismo realizador con Manolo Badenes, recién fichado del Valencia y con una larga trayectoria en primera división, pese a que solo tenía 28 años cuando se comprometió con el Pucela.
Publicidad
Aquel día, sin embargo, la estrella fue Murillo, ya que después de que Rodríguez II dejara sentenciado el partido al marcar el tercer tanto local, a los 34 minutos, cerró su inspiradísima tarde goleadora poniendo el 4-0 en el marcador, rotundo triunfo blanquivioleta que atenuó Serer, al conseguir el del honor aragonés, a los 75 minutos.
El entrenador del conjunto visitante, Jacinto Quincoces, elogió el juego vallisoletano y reconoció como justo el triunfo blanquivioleta que desató la euforia de los aficionados aunque, paradójicamente, no de la prensa local, pues calificaba de apático el comportamiento de los jugadores, a raíz de los dos primeros tantos, que dejaban prácticamente sentenciado un partido que tuvo a estos protagonistas, con el navarro Zariquiegui como árbitro. Real Valladolid: Benegas; Pontoni, Lesmes I, Losco; Matito, Tini; Cerdán, Rodríguez I, Badenes, Murillo y Rodríguez II. Real Zaragoza: Lasheras; Torres, Alustiza, Bernard; Estiragués, Villegas; Rivas, Baila, Serer, Domingo y Valdés.
Publicidad
Calificaban los periódicos de discreta la actuación de los exvallisoletanos Domingo y Valdés y elogiaban, como parecía lógico, la brillante capacidad realizadora de Murillo, que aquella tarde eclipsó completamente a Badenes en la lucha que ambos mantendrían hasta el final de la temporada por conseguir el trofeo Pichichi, que finalmente fue para Alfredo Di Stéfano, escoltado en las posiciones de honor por los dos artilleros blanquivioletas: Murillo con 18 goles y Badenes con 17.
Aquel balance, pero sobre todo, el 'hat trick' ante el Zaragoza, le sirvieron a Joaquín Murillo para fichar por el club maño al final de aquella campaña en la que Madrid fue campeón de Liga mientras que el Valladolid y el Zaragoza acabaron empatados, con 28 puntos, en los puestos octavo y noveno de la tabla, alejados de los de descenso que ocuparon Deportivo de La Coruña y Condal, equipo éste que había cambiado la anterior denominación de España Industrial, para su efímero estreno en la máxima categoría.
Publicidad
El delantero catalán estuvo tres temporadas en Zorrilla con un balance de 47 goles: 43 en Liga y 4 en Copa, dejando un gratísimo recuerdo entre la afición vallisoletana, aunque nada comparable con el que consiguió durante las siete temporadas en que militó en las filas zaragocistas, marcando 108 goles en los 178 partidos oficiales en que vistió la camiseta blanquilla.
El Zaragoza siempre encontró un inmejorable caladero cuando pescó en Zorrilla, pues además de Murillo, Domingo y Valdés en la década de los cincuenta, se hizo después con los servicios de Benítez y Endériz, rentabilizando su compra con posteriores y millonarios traspasos al Barcelona, sin olvidar las buenas operaciones que también con los fichajes del 'Pato' Yáñez y Óscar González.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión