Setenta años del primer triunfo en Balaídos
La Vista Atrás ·
La victoria por 0-1 en terreno vigues reforzó el liderato del Real Valladolid en la temporada 1950-1951José Miguel Ortega
Valladolid
Domingo, 28 de febrero 2021, 08:36
Era la tercera temporada del Real Valladolid en Primera división. Después del paso de Helenio Herrera y Antonio Barrios por el banquillo, llegó el debutante Ipiña para protagonizar un espectacular arranque de la 1950-51, convirtiéndose en la gran sensación del campeonato liguero.
Tras ganar al Deportivo de La Coruña, Sevilla, Murcia, Barcelona y Rácing de Santander, y de empatar con los dos Atléticos, el conjunto blanquivioleta llegaba a la octava jornada como líder invicto y favorito para el choque de Balaídos frente al Celta.
Nunca antes había ganado el Valladolid a los vigueses en su campo, las veces que se habían cruzado en Tercera, Segunda y Primera división, incluso en el torneo copero, de modo que terminar con ese gafe suponía una motivación añadida para la expedición vallisoletana.
Tuvo lugar el partido en cuestión el 29 de octubre de 1950, con campo lleno y la secreta esperanza del público de que el Celta fuese el primero en cortar la racha triunfal de sus rivales, apeándoles de un liderato que, como muchos pensaban, les venía grande.
Era aquel Celta un buen equipo, con varios jugadores que habían sido o iban a ser internacionales, en manos de un buen entrenador, Luis Casas Pasarín, leyenda del celtismo en su época de jugador y una garantía como técnico, ya que había sido seleccionador y, precisamente por aquellos días, sonaba como sustituto de Guillermo Eizaguirre para dirigir nuevamente al equipo nacional.
El conjunto celeste entró en el partido con ganas, presionando y arrinconando en su parcela al rival, convencido de que si marcaba pronto, el Valladolid acabaría acusándolo. Pero a pesar del dominio vigués, la primera mitad finalizó sin goles, aunque Valero debutaba como titular en la portería, por la lesión sufrida por Saso en la jornada anterior ante el Santander, que no se llamaba Rácing sino Real, por la ya consabida decisión del Régimen de suprimir todos los nombres francófonos o anglófonos.
Pese a las dificultades del trance, Valero cumplió muy bien, entre otras razones porque él ya era un veterano de 33 años con experiencia en varios equipos de Primera, entre ellos el Barcelona y el Español, que además tenía por delante a los dos Lesmes y a Babot, conocidos entonces como el Muro del Pisuerga.
Pero naturalmente, aquel Valladolid de Ipiña no solo basaba sus éxitos en la solidez defensiva, sino en un centro de campo muy equilibrado con Ortega y Lasala, y una ataque demoledor que solía aprovechar muy bien sus ocasiones, como la que se le presentó a Emilio Aldecoa apenas había comenzado la segunda mitad, en el minuto 48, para batir a Marzá, un buen portero que llegó al Celta procedente del Real Madrid.
Aquel gol, que sería definitivo, resquebrajó la moral del conjunto gallego y robusteció la del Valladolid, dominador claro del partido en este periodo aunque el marcador ya permanecería inalterable
El árbitro fue Paco Bienzobas, famoso ex – jugador internacional de la Real Sociedad y el Osasuna que, una vez retirado, se convirtió en un colegiado de tanto éxito o más que el que tuvo en su época de futbolista. Su actuación de aquel día fue calificada como excelente, y a sus órdenes los equipos presentaron estas alineaciones. Celta: Marzá; Gaitos, Lolín, Otero; Alonso, Guimarans; Atienza, S. Vázquez, Mekerle, Sobrado y J. Vázquez. Real Valladolid: Valero; Lesmes I, Babot, Lesmes II; Ortega, Lasala; Juanco, Coque, Munné, Aldecoa y Pepín.
El corto pero valioso triunfo, sirvió para olvidar el gafe que perseguía a los blanquivioletas en Balaídos y para reforzar más aún su liderato, con 14 puntos, seguido de la Real Sociedad y el Sevilla, con 11, Atlético de Madrid, con 10, Barcelona, Atlético de Bilbao y Real Madrid, con 9.
Los seguidores del Pucela tenían que pellizcarse para convencerse de que la clasificación que publicaban los periódicos, no era un sueño y que su equipo fue capaz de aguantar como líder hasta la jornada 12, cuando perdió en Chamartín contra el Real Madrid por 2-1, a consecuencia de un penalti bastante riguroso.
En la segunda vuelta el equipo acusó la falta de recambios, ya que la mayor parte de los titulares jugaron prácticamente todo el campeonato de Liga y acabaron notándolo, aunque se clasificaron en un brillante sexto lugar que tardaría doce años en mejorarse, con la cuarta posición obtenida en la temporada 1962-63, con Antonio Ramallets en el banquillo vallisoletano.
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