Fíjense bien. La palabra «detalle» aparece en el discurso del entrenador del Real Valladolid cada triquili campana. Cada dos por tres. Lo tiene como ... interiorizado en su comunicación ante los medios. Tal vez también ante sus jugadores. Un detalle es aquel hecho, cosa o circunstancia que forma parte de algo, pero que no es indispensable. Sin embargo, un detalle es también aquello que te hace diferenciarte del resto. Un matiz, en principio pequeño, pero relevante.
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«Eres menos detallista», me dice mi contraria algunos días cuando se enfada. La contraria de Pezzolano lo que le comenta es que no se altere, que no hable con los árbitros y que no le expulsen para que así no tenga que sufrir el martirio de ver dos partidos alejado de los banquillos. Y se lo recuerda, pero Paulo no es capaz, no es capaz... Le puede ese carácter que está intentando inyectar a algunos jugadores de su plantel.
Marco Aurelio manifestaba que el secreto de toda victoria reside en la organización de los detalles menos obvios. El general romano era consciente de que, en toda batalla, con fuerzas muy parejas, las pequeñas cosas hacen inclinar la balanza a tu favor. Y lo mismo en el fútbol profesional. Hay encuentros que se deciden por pequeñas cosas, algunas imperceptibles para el aficionado, pero que el entrenador tiene muy en cuenta. Una ayuda, un apoyo en defensa. Un acierto en el centro, en el remate. Un error. El fútbol también es un juego de errores. Un cambio. Un momento.
Con Pezzolano en la grada o en tribuna donde quiera ponerse este sábado, la labor técnica en el campo recaerá en su segundo Martín Varini, un excentral uruguayo, que regresó al fútbol como entrenador después de graduarse en Administración de Empresas, y en un hombre de la casa, Álvaro Rubio. ¡Qué bien jugaba, juega y entiende el fútbol el riojano!
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Me imagino que veremos la artificiosa conexión permanente entre el entrenador de arriba (o un ayudante a su lado si se quiere cumplir la normativa) y los dos de abajo. Soy de los que piensan que, si el trabajo está hecho durante la semana, las consignas claras, y la confianza depositada, no debería haber tantos fuegos de artificio. Si acaso algún comentario en el intermedio como lo haría el míster en condiciones normales. Aun así, desde televisión nos intentarán meter por los ojos como necesaria esta comunicación que en este caso no creo que sea imprescindible ni siquiera en el terreno de los pequeños detalles.
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