Óscar González, el último mago
Pasó del Real Valladolid al Real Zaragoza tras el descenso de Fernando Vázquez y regresó en Segunda División desde el Olympiacos griego, rechazando ofertas muy jugosas, para acabar ascendiendo al Pucela de Djukic
José Anselmo Moreno
Miércoles, 3 de septiembre 2025, 18:31
No hay que jugar solo para ganar sino para que no te olviden. Esa frase es del brasileño Sócrates, pero podría ser de nuestro protagonista. ... Nadie lo olvida, aunque se retirase en 2016. Aquel verano no recibió propuesta de renovación y se pensó seguir. No era tan veterano, recuerda que tenía ofertas de Suiza y Estados Unidos, pero lo habló con su mujer y la retirada se consumó. Así fue, sin los focos que merecía, el adiós de uno de los jugadores con más clase que han vestido la blanquivioleta. El último mago.
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Por entonces, ya tenía su negocio de hostelería y su finca, que compatibilizaba con el fútbol. Luego se dedicó a ello y a jugar al golf, deporte en el que también destaca. Se le puede ver con frecuencia en Sotoverde. No se trata ya de dar un pase sino de embocar el hoyo 18. La precisión siempre fue su fuerte.
Óscar González Marcos nació en 1982, el año del Mundial que albergó España y una de sus sedes, el estadio Zorrilla, fue principio y fin de su carrera. Sin embargo volvió a nacer un día de invierno de 2002 viniendo en coche desde Salamanca con su compañero Jonathan. Recuerda que ambos se vieron envueltos en una colisión múltiple debido a la niebla, a la altura de Panorama. El balance fue de seis muertos y más de 40 heridos, algunos graves. Ellos salieron indemnes pero bien pudieron formar parte de alguno de los 39 vehículos siniestrados. La lotería de la vida.
Y una especie de lotería le tocó a Óscar con su restaurante Montellén, que regentó hasta justo antes de la pandemia. «Ya pensaba traspasarlo porque quería tener fines de semana libres, pero el momento no pudo ser mejor», dice. Próximo al Mercado del Val, fue inaugurado mientras apuraba sus últimos bocados de fútbol. Antes de entrenarse, aún en activo, madrugaba para ir al mercado y entregarse a su negocio con el que desembarcó varias veces en Madrid Fusión. Desde su finca en Salamanca, que aún mantiene, hasta las mesas de su restaurante viajaba la carne. Sin intermediarios.
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El Óscar jugador prefería dar un pase de seda antes que fusilar al portero, en hostelería era igual, «buscaba la exquisitez». Admite, no obstante, que la hostelería es menos complicada. «También da sus disgustos, pero cuando las cosas salen bien ves a la gente agradecida, te lo dice y vuelve, eso es bonito».
Estuvo varios años alejado del fútbol hasta que volvió de entrenador en el Parquesol. Se retiró joven porque dice que ya no se lo pasaba «tan bien». Un gol suyo de media chilena en Huelva es uno de los mejores del Pucela en este siglo, pero pasó casi inadvertido porque Óscar, siendo un genio, llamaba poco la atención excepto cuando hacía declaraciones y decía lo que sentía. Recordamos ambos otro en Málaga, el día que se lesionó Makukula, con un taconazo de Losada y golazo suyo, sin dejarla caer.
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Desde las inferiores del Santa Marta, Óscar dio el salto al Pucela en Primera previo paso por la cantera. Los títulos llegaron después, precisamente logró la Supercopa con nuestro rival de este sábado, el Real Zaragoza (04/05), y la liga y la copa en Grecia con el Olympiacos (2008/09).
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Su último pase era letal y su capacidad goleadora, también. De hecho, con Moré en el banquillo se hartó a hacer goles una temporada. Después también, hasta hizo un doblete al Madrid el día que Ronaldo marcó el 2-3 para dejar helado Zorrilla cuyo marcador reflejaba un 2-0 al descanso. Un día que parecía grande, se quedó en nada y Óscar vio como sus tantos no valieron. Aquella temporada (03/04) se torció y acabó con el descenso de Vázquez. El Zaragoza pagó tres millones por él. Cuando recaló allí tenía otra oferta del Mallorca pero los maños jugaban en Europa. Dice que estuvo «a gusto» y hasta compartía habitación con David Villa. Allí destacaba Pablo Aimar, competencia de Óscar porque ambos compartían hábitat en la mediapunta. Jugó en aquel Zaragoza que le metió seis al Madrid galáctico y también en el que perdió una final de Copa contra el Espanyol.
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No acepta su fama de frío. «Sufría las derrotas como nadie, pero daba esa imagen de frío que a veces no me beneficiaba», subraya. En 2008 fichó por el Olympiakos tras haber renovado cuatro años en Zaragoza. Allí lo llevó Valverde que confiaba ciegamente en él. En Grecia jugó una final de Copa mítica que acabó 4-4 y en la que tuvieron que tirarse casi 20 penaltis. Dice que la gente lo valoraba y que Grecia fue «una gran aventura» para él. Hasta hizo de anfitrión para el programa 'Españoles por el Mundo'. En 2010 volvió a Zorrilla. Tenía ofertas millonarias pero reconoce que quería regresar a Pucela. Paradójicamente el entrenador (Antonio Gómez) no contaba con él pero sí su sustituto, Abel Resino. No pudo ascender el primer año porque el Elche apeó en la promoción al Pucela que tenía a Óscar como uno de los asistentes de Guerra. Después contribuyó a lograr el ascenso de Djukic. Su primer partido en el retorno a la élite, en agosto de 2012, fue en Zaragoza y se ganó con un gol suyo.
Aunque salmantino, futbolísticamente es un pucelano más, incluso sus hijos son de Valladolid. Antes no pensaba entrenar aunque sí ha considerado siempre que los entrenadores son «decisivos» en la carrera de un jugador. Con Djukic metió doce goles y a la siguiente temporada, con JIM, solo uno, aunque ya tenía problemas físicos.
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«Si analizas la trayectoria de muchos jugadores siempre encontrarás a un entrenador que fue clave», subraya este exblanquivioleta que ahora forma parte de los entrenadores de cantera del club y que vivió temporadas duras aquí, como la de la Ley Concursal. No se cobraba y ni había agua caliente. Aquel año él marcó diferencias porque era diferente. Tanto que, desde su marcha, no ha vuelto a haber otro igual. Se retiró con solo 33 años y ha sido el último mago.
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