Nunca mejor que ayer se puede decir que ambas cosas primaron por encima de cualquier otra consideración. El aficionado, condenado desde hace tiempo a televidente, ... solo esperaba que el tiempo transcurriese y el empate, como mal menor habitual, se mantuviese.
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Es obvio que en el fútbol, ambos parámetros caminan de la mano para desglosar ambos a modo de única información relevante. El, ¿cómo vamos y cuanto queda? clásico.
Y es que este Pucela viene guardando las emociones para los minutos finales. O como dice el aforismo –siempre recurro como al oráculo– «los partidos se ganan en el último cuarto de hora.. si llegas vivo hasta ahí». El penalti fallado del otro día en el postrer momento, ayer tuvo su compensación también en los estertores del mismo.
Había transcurrido una primera mitad horrorosa en cuanto a juego, con un fútbol de trámite y ramplón, hermanando en la falta de intensidad a ambos equipos y con el pánico a encajar propio del que no está seguro de poder convertir después. Cansa, aunque sea meritorio, repetir que el equipo se posiciona y evoluciona de manera ordenada jornada a jornada; pero es un mérito que ya se queda corto y al que se hace necesario complementar con algo de juego ofensivo que esté basado en el concepto del juego de conjunto.
El equipo es simplista en esa zona y espera el contraataque como arma definitiva -que no complementaria- mientras Toni agoniza como futbolista con la cal tiñéndole las botas y la pelota huye al cielo porque en el suelo no encuentra tres pases seguidos que ganen terreno.
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Plano y Waldo demuestran, probablemente sin querer, sus bondades lógicas jugando en su banda natural, al tiempo que desmontan la leyenda de su imposibilidad para hacerlo bien ahí, al tiempo que el equipo, casi de manera imperceptible, comienza a fluir.
Todo como sin querer, pero intentándolo, mientras Ünal recupera su confianza, perdida la ansiedad pasada. Todo lógico si se piensa detenidamente.
La pausa de hidratación nos deja a Joaquín, junto a San Emeterio y Kike Pérez y recobra poder en el medio campo para acometer el tramo final. El Alavés, que no juega a nada, se conforma y el buen tono físico y anímico de los nuestros nos impulsan hacia arriba. Total: triunfo y permanencia… como consecuencia.
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El esquema defensivo, sus iniciales y desarrollos, impuesto por Sergio González le han dado al equipo un sello particular de reconocimiento. Junto al Atlético de Madrid el equipo mas ordenado de la divisoria hacia atrás. ¡Enhorabuena!
=La gloria, que vive 50 metros mas arriba, como próximo objetivo.
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