El Pucela pierde la pasión y la eficacia
El conjunto blanquivioleta se sitúa a un suspiro del descenso tras caer en Vallecas y enlazar tres derrotas consecutivas que le ponen al borde del abismo
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El mismo plan, con ajustes en la retaguardia
Pezzolano huye del tiovivo. En una semana tan exigente como la que nos ocupa, otros habrían apostado por las rotaciones. Como si el Pucela peleara ... por LaLiga, la Champions o la copa de la galleta. El uruguayo escapa de la rutina. Busca el mejor once y lo alinea, independientemente de la carga de minutos. All in en cada partido. Es la única forma de asegurar la continuidad de la idea. El técnico solo ajustó las clavijas en la retaguardia. Poco movimiento para el resultado final. Mantuvo el estatus en el centro del campo y la vanguardia. Elogió a León, pero afianzó a Plata. Pérez y Javi Sánchez enmendaron a Fresneda y Joaquín. El resto del once destiló una continuidad que ayer resultó monotonía.
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Pezzolano pisa el alambre caliente de los colegiados
Cuando el Real Valladolid anunció a Pezzolano, las redes sociales se emborracharon con un vídeo del técnico uruguayo comiéndose a un árbitro en la liga brasileña. La universalidad del fútbol le ha pasado factura. Un pestañeo significa una bronca del colegiado. Tiene la sangre ardiendo, pero nunca pierde la compostura del verbo. Aprieta más el gesto que el fondo de la protesta. Los árbitros le buscan para encontrar su estatus. Le han cogido la matrícula y hasta un educado 'buenas tardes y saludos cordiales', que diría García, supone una respuesta enérgica del trencilla. Su personalidad contagia energía, más allá de que cada gesto le suponga un pellizco. Hay que canalizar el alarido.
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Masip se refuerza en el arco y ya mete la mano
Masip la vio pasar en Mestalla y salió a por moscas contra el Atlético. Pleno de espasmos en dos partidos clave. El Pucela no está para sustos. Un vistazo a la clasificación es más que suficiente para contener la respiración. Pezzolano optó por mantenerle en el arco. Cómo estará Asenjo para que el cromo del catalán siga pegado en el álbum. En Vallecas no tuvo mala noche. Hubo una jugada en la que amagó con retirar el guante, pero decidió meter la bayeta y envió la pelota a córner. Lástima que no lo hiciera en Mestalla. El técnico prefiere empedrar la estabilidad. Es como meterle hormigón a la primera piedra con el deseo de que el resto selle la masilla para que el dibujo permanezca inquebrantable.
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Un partido con mucho nervio y pocas ocasiones
El Pucela optó por encoger la pizarra. Buscó el cero más que el uno. Presionó como siempre, pero con los laterales un poco más contenidos en la apretura. El fútbol elaborado se perdió por el desagüe. El Rayo atinó en un centro lateral, con buena comba, que permitió a Rdt rematar sin oposición. Hongla descuidó la espalda. En un encuentro tenso y con las piernas cargadas de responsabilidad, el Real Valladolid no supo zafarse del nervio local. Muchos balones rifados, poca elaboración, la precisión en el limbo y el despliegue en forma de quimera. Con el 1-0, a Pezzolano le costó cambiar el plan. Mantuvo los cinco defensas cuando el partido pedía rock and roll. El Rayo sentenció con eficacia y presión.
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Asomados al escarpado precipicio con la inercia al revés
El fútbol en estado puro. Nada es lo que parece. El Pucela tenía media salvación en la mochila después de ganar al Girona, pero tres jornadas más tarde comparte aliento con el Valencia y el Getafe, que hace tres semanas parecían engrilletados al descenso. Todo cambia en un suspiro. El gazapo de Masip. El gol de Guerra. El VAR y el Atleti. Vallecas. Al Pucela se le ha apagado la linterna. Ayer, apenas tuvo oportunidades. Jugó al cero y terminó en el menos tres. No sé cómo estarán Machis o Kenedy, pero sigue necesitando un reinicio que le vuelva a inyectar energía. El partido de ayer era una final que el cuadro castellano disputó agarrotado por la presión. Urge recuperar la pasión del inicio de la era Pezzolano.
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