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José Miguel Ortega
Viernes, 9 de mayo 2025, 12:40
En la larga historia del fútbol, de los equipos de infinidad de países, ha habido jugadores fieles a unos colores que se han pasado toda la vida, o al menos buena parte de ella, porque su rendimiento fue bueno o bien porque su estilo de juego conectó desde el primer momento con la afición.
Otros, en cambio, entraron con el pie izquierdo y su aportación al equipo estuvo por debajo de lo esperado, o esa conexión con las gradas careció de empatía, o su relación con los compañeros en el vestuario dejaba bastante que desear, o simplemente al entrenador no le entró por el ojo derecho.
Johan Mojica (Santiago de Cali, 1992) debería estar en uno de esos dos grandes grupos, porque aunque su rendimiento ha sido excelente, sin embargo se ha convertido en un trotamundos del futbol, siempre con la maleta preparada para cubrir una nueva etapa en su carrera.
Dotado de una velocidad endiablada y un buen manejo de su pierna zurda, siempre ha sido un dolor de cabeza para sus rivales en la banda izquierda y una amenaza para los equipos adversarios. Al principio empezó jugando de extremo, pero no tardó en demostrar que, además de defender, estaba dotado de unas excepcionales condiciones para subir al ataque y colocar centros para que sus compañeros atacantes remataran a placer. Y siendo esto así, con titularidades en todos los equipos en que ha militado, ¿por qué apenas dura una a dos temporadas en cada uno de ellos?
Mojica debutó como profesional en un equipo de la Segunda División colombiana, el Academia F.C., cuando apenas había cumplido los 19 años. Después pasó por el Llaneros y finalmente cumplió su sueño de jugar en el Deportivo Cali, el equipo de su región y uno de los grandes del fútbol suramericano. En el conjunto caleño estaba cuando llegó el interés del Rayo Vallecano por hacerse con sus servicios, logrando una cesión con opción de compra en la temporada 2013-14, que se hizo efectiva por valor de medio millón de euros que el club madrileño amortizó a costa de otra cesión al Real Valladolid.
Johan Mojica llegó a Zorrilla en la campaña 2014-15, con Carlos Suárez en la presidencia, Rubi en el banquillo, y una plantilla diseñada parta el ascenso a Primera, en la que el colombiano fue titular indiscutible con 39 partidos disputados y un rendimiento excelente que sirvió para prolongar su estancia en el conjunto blanquivioleta una campaña más, también en calidad de cedido.
Lamentablemente la 2015-16 se torció desde el principio y tras el paso de tres entrenadores –Garitano, Portugal y Alberto– lo que había comenzado con aspiraciones de ascenso terminó salvando la categoría por los pelos. El colombiano volvió a ser titular –jugó 31 encuentros–, pero no terminó de convencer a los directivos vallisoletanos y por eso no ejecutaron la opción de compra, por lo que el Rayo, todavía propietario de sus derechos, se lo cedió al Girona, club que sí apostó por él pagando algo menos de dos millones de euros y le tuvo en sus filas tres temporadas y media con el colofón del ascenso a Primera.
Parecía que por fin iba a asentarse en un equipo, pero los gerundenses lo cedieron al Atalanta italiano en cuyas filas disputó 13 partidos oficiales tras los cuales retornó a la Liga española para enrolarse en la plantilla del Elche, que estaba en Primera y en ella se mantuvo las dos temporadas y media que se mantuvo en sus filas, puesto que en el mercado de invierno fichó por el Villarreal para cubrir la baja de Pervis Estupiñán, a cambio de cinco millones y medio.
En la media campaña que jugó en el equipo del estadio de La Cerámica rindió a muy buen nivel, como lo acredita el hecho de que interviniese en 27 partidos oficiales, aunque sorprendentemente el entrenador que le había dado galones prefirió otras opciones y terminó costándole caro, ya que en la cuarta jornada fue despedido mientras que Mojica volvía a cambiar de aires y fichaba por un equipo totalmente distinto en su concepción del fútbol como era el Osasuna cuyo director deportivo, Braulio Vázquez, lo había traído antes a las filas del Valladolid y recomendó su incorporación al equipo navarro.
Mojica no solo se ganó la confianza del técnico, Joseba Arrasate, sino también el cariño del público de El Sadar, convirtiéndose en una de las figuras del equipo rojillo. Su juego espectacular, sus carreras por la banda y la forma de celebrar sus goles, bailando salsa y cumbia, dejaron profunda huella en Osasuna y, particularmente, en el entrenador que al final de campaña dejó el vestuario navarro y fichó por el Mallorca, conjunto en el que también acabaría enrolado el defensa colombiano, habitual en las alineaciones de la presente temporada.
En el partido Mallorca-Real Valladolid que se disputa esta tarde en la capital balear, Johan Mojica cumplirá 330 partidos oficiales desde que atravesó el charco para iniciar una dilatada carrera de 12 temporadas distribuidas en siete equipos españoles y uno italiano, el Atalanta de Bérgamo, en los que siempre fue indiscutible aunque paradójicamente en ninguno echara raíces.
Pese al contrasentido que supone cambiar de aires constantemente aún siendo titular en todos los equipos donde ha jugado, los seleccionadores de su país han confiado siempre en su aportación al equipo nacional colombiano, como lo acreditan las 38 ocasiones en que ha vestido sus colores en torneos del máximo nivel como la Copa del Mundo, la Copa América y las eliminatorias del Campeonato del Mundo.
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