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José Anselmo Moreno
Miércoles, 5 de marzo 2025
No lo recordaba tan afable y tan risueño. Más bien al contrario, Fabián Canobbio fue un media punta frío y así era su carácter, pero se ha vuelto cercano, accesible y ocurrente. A veces vas apartando capas de las personas y hallas otra cosa. Puede influir que no mantenga ahora ningún vínculo con el fútbol tras haber presidido un club en su país. «Actualmente me entrego a la familia y vivo tranquilo», asegura.
En esa tranquilidad actual se ocupa de sus hijos adolescentes, dos chicos y una chica. La chica es pucelana y su hijo mayor quiere ser entrenador, así que ve con él todos los partidos que puede. El chaval no tiene recuerdos de ver jugar a su progenitor en España y si yo tuviera que contárselo le diría que su padre era un futbolista peculiar y diverso. Le recuerdo un remate de cabeza permaneciendo en el aire como un colibrí, le recuerdo auténticos golazos, le recuerdo gobernar un partido desde la media punta y también le recuerdo días en que apenas tenía presencia. Respecto a su etapa aquí, donde ya llegó con 29 años, subraya. «Tengo los mejores recuerdos, el trato a mí y a mi familia fueron excepcionales y el grupo humano me ayudó mucho, así que no me costó adaptarme».
Tras retirarse como jugador presidió el CA Progreso de Uruguay durante seis años: «Acabé en 2022 y muy cansado porque es el club donde me formé, el barrio donde me crié y la responsabilidad era máxima».
Como no le atraía ser entrenador, la forma de estar ligado al fútbol fue siendo presidente de un club en el que hizo de todo, hasta se le pudo ver alguna vez cuidando el césped.
«En esa faceta vives un montón de cosas que no vives como futbolista porque ahí estás como en una burbuja, así que estar al otro lado me cambió radicalmente la forma de ver las cosas», asegura.
A estas alturas de su vida valora más las relaciones humanas que los logros deportivos o los goles conseguidos. Es inevitable que salga a colación su tanto de 2008 ante el Real Madrid, la última vez que se le ganó. «No se me olvida y no solo recuerdo el gol, también la fiesta que se vivió en Zorrilla».
Fue una jugada por la derecha de Pedro León y su centro tuvo tiempo de controlarlo y colocarlo a un lado de Casillas. «Ya va tocando ganarles otra vez, que hace mucho de eso y la gente todavía me lo recuerda», dice.
No olvida el ambiente de aquel partido y las caras de felicidad de la gente, pero lamenta que «ese año estuvimos para meternos en Europa y hubo un momento en que nos caímos y nos jugamos la permanencia la última jornada ante el Betis». Precisamente él salió a meter ese partido en el congelador pues el 1-1 favorecía al Pucela.
Sabe que el ambiente de los últimos tiempos en Zorrilla es espectacular y dice que se lo han comentado también desde Vigo, ya que tiene contacto con gente del Celta, donde jugó, y le cuentan lo mismo. «Me da pena que ese aumento de la hinchada en Pucela no se vea acompañado por buenos resultados».
Otro gol postrero e inolvidable de Canobbio al Getafe supuso prácticamente la permanencia en la 2008/09 pues, como él recuerda, el equipo entró en barrena y a partir de entonces (15 de marzo) no volvió a ganar.
Valencia, Celta y Real Valladolid y fueron sus equipos en España y sigue a todos: «Soy futbolero, otros compañeros se retiran y se olvidan pero a mí me gusta ver fútbol, de la Premier, de España y de acá porque mi hijo de 18 años empezará en breve el curso de entrenador, así que en casa siempre hay fútbol».
El uruguayo tuvo en Pucela un rendimiento irregular pero, en días contados, fue una lámpara maravillosa que alumbraba a los demás. La alusión a esa lámpara es ineludible por la anécdota de que Rafa Benítez, siendo entrenador del Valencia, dijo que «había pedido un sofá y le trajeron una lámpara». La lámpara era Canobbio.
Asegura Fabián que eso quedó en una mera anécdota que recuerda a veces con Benítez. «Nos reímos de ello pues, además, aquel año fue fantástico y quedó en la historia del club». Rafa le explicó la realidad del comentario y él nunca se lo tomó mal.
«Valencia era mi primera experiencia en España, llegué a un club por entonces muy grande y muchos de sus jugadores estaban en la selección o venían de jugar dos finales de Champions. Pude tener minutos y el hecho de jugar varias competiciones me ayudó a demostrar lo que podía dar. Logramos títulos e hicimos historia, hasta recibí una invitación del club para recordar los 20 años de aquella temporada».
Le costó «conquistar» a Benítez y ser protagonista de aquel Valencia, pero dicen que cada obstáculo es una lección disfrazada. «No fue fácil, desde aquella anécdota nunca he dejado de ser una lámpara», ironiza. Y en la última temporada del Pucela donde se opositó seriamente a Europa estaba también esa lámpara. Había otros jugadores de calidad como Pedro León, Rubio, Víctor, García Calvo o Sesma y aún no se explica Canobbio aquel bajón. «No sé qué nos pasó, a veces es difícil encontrar explicaciones, ese equipo estaba para jugar en Europa», agrega.
En efecto, aquel Pucela estaba a un punto del sexto puesto y había ganado al Madrid y al Atlético (en Zorrilla y en el Calderón) antes de caer en picado. Desde aquel 15 de marzo de 2009 y el gol del Canobbio al Getafe todo ha sido «un sube y baja» mareante. Nunca se volvió a estar tan arriba. Lo curioso es que esta entrevista sea también en marzo y que ya no se pueda caer más bajo porque el Real Valladolid habita desde hace tiempo en el sótano de la clasificación.
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