Mala planificación deportiva; falta de adaptación y pésimo rendimiento de los fichajes; jugadores clave que no dan la talla; portería inestable; nula confianza en jugadores ... jóvenes; entrenador incapaz que se sabe intocable y excusas y mentiras de todo tipo. Esta es una receta infalible para obtener un descenso de categoría que seguro que al aficionado del Real Valladolid le resulta familiar. ¿Queríamos caldo? Pues vamos a por la segunda taza.
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Al igual que el primer equipo la temporada pasada el Promesas ha puesto rumbo directo al descenso y velocidad de crucero para llegar a él lo antes posible. La temporada ya empezó torcida con el recorte en el presupuesto provocado, precisamente, por el descenso del primer equipo, y con la renuncia de un Javier Baraja que ha demostrado tener tanta dignidad como inteligencia para saber salir a tiempo de un lugar en el que no le querían. Después llegó el nombramiento de Julio Baptista como técnico del filial, cuyo mejor argumento es ser amigo del dueño, lo que hacía pensar que una hipotética destitución en caso de que al equipo no le fuera bien quedaba completamente descartada. No nos equivocábamos. Aunque siendo justos no toda la responsabilidad es del brasileño. La mala dinámica es evidente desde el primer día. Hay cosas que se pueden solucionar y errores que se pueden evitar, pero hay otras que escapan totalmente a la capacidad de un entrenador ya sea Baptista, Sergio González o Pep Guardiola. La plantilla es muy justita y da para lo que da. Que el Promesas iba a pelear por la salvación era algo con lo que se debía contar.
El problema no es la clasificación, sino la horrible gestión que se está haciendo con los jugadores. Llegados a este punto, con el equipo hundido, debería primar la formación y pese a que al entrenador se le llene la boca cada vez que pronuncia esa palabra aquí no se está formando a nadie. El Real Valladolid está sólo por detrás de Real Madrid, Atlético de Madrid y FC Barcelona en número de internacionales en categoría juvenil esta temporada. Sin embargo, los minutos de estos jugadores son muy limitados. Digo yo, puestos a hundir el barco, ¿no será mejor hacerlo con los jugadores que tendrán que intentar sacarlo a flote de nuevo? Debo estar loco. De los errores se aprende, dicen. Menos en el Real Valladolid de Ronaldo donde se empeñan en cometer los mismos una y otra vez.
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