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No sea usted mal pensado, amigo lector. No se ha colado en el titular el texto de relleno en latín que utilizamos en el periódico, ese que comienza por 'Lorem ipsum'. El titular está puesto a conciencia y su traducción es la siguiente: 'primero vivir y luego, filosofar', una frase latina que se suele atribuir a Hobbes y que viene de perlas para introducir al protagonista de este reportaje.
«Estudiaré Filología aunque me muera de hambre». Esa fue la lapidaria frase que hace exactamente diez años y un día publicó El Norte de Castilla como titular de una entrevista a Miguel Fernández Tobar, un palentino que en aquella época era alumno de segundo de Bachillerato en el instituto Victorio Macho. El tiempo ha pasado, y aquel joven que estudió Filología Clásica en Valladolid se ha convertido en un hombre y, con el poso que le otorgan los años, hace balance de aquella decisión que marcó su vida. «No me he muerto de hambre por estudiar Filología, pero acabé la carrera en 2015 y desde entonces solo he trabajado nueve meses», reconoce este profesor interino de latín que actualmente se encuentra en paro.
La entrevista de hace diez años
'Primum vivere deinde philosophari' es una frase que parece querer decir a Miguel Fernández, en esa lengua que tanto le gusta, que debe tener las necesidades básicas cubiertas para poder llegar a esa autorrealización que todos buscamos y que él encuentra en las lenguas clásicas. No obstante, la primera parte de la frase, la que dice eso de 'Primum vivere', la tiene cubierta gracias al apoyo de sus padres, que son los que le permiten disfrutar de la segunda parte. «Tengo mucha suerte porque mis padres están trabajando, así que no paso necesidades económicas. Si no hubiera tenido ese apoyo, habría acabado de cajero en un supermercado o en la Fasa porque, como dice la frase, primero hay que vivir y luego, filosofar», explica.
Miguel Fernández apareció en las páginas del periódico hace diez años por ser un alumno brillante que había participado en el certamen Ciceronianum, en el que 500 estudiantes de toda Europa mostraron su nivel de traducción de latín en la ciudad natal de Cicerón, Arpino. El potencial como estudiante de Miguel estaba fuera de toda duda en 2009, pero en lugar de optar por una carrera con más salidas profesionales, decidió hacer lo que le apasionaba y no se arrepiente de ello. «Pese a todo, creo que esa decisión fue acertada. Es lo que me gustaba y lo que más me gusta», explica este profesor, que ya cuenta con 29 años y que, tras concurrir a las oposiciones del pasado año sin éxito, espera tener más suerte en las próximas.
Ha sido mucho el empeño que ha puesto Miguel para ayudar con su trabajo a que haya más gente en Palencia que sepa lo que significa 'Primum vivere deinde philosophari', principalmente porque cree que las lenguas a los que algunos llaman muertas están muy vivas y pueden hacer entender el presente a los que pronto serán el futuro. «Aprender estas lenguas ayuda a los jóvenes a conocer el origen de nuestra cultura a mejorar en gramática y especialmente a enriquecer el vocabulario en un momento en el que estamos dejando de usar muchas palabras porque hay que economizar letras para mandar 'whatsapps'», explica este profesor, que sigue a pies juntillas la frase de Virgilio que decía eso de 'Labor omnia vincit improbus' –el trabajo constante vence todas las dificultades– y que, como Valerio Máximo, cree en eso de 'Venere parentes prima naturae lex est' –respetar a los padres es la primera ley de la naturaleza–.
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