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Especial Municipalismo: Memoria viva de Castilla y León

Olmos de Ojeda: las primeras mujeres de la orden de Santiago

La herencia histórica hunde su raíz en el arte románico. En la iglesia de Santa Eufemia de Cozuelos se estableció el primer monasterio femenino de la orden militar de Santiago

rebeca adalia

Martes, 12 de julio 2022

Si el suelo sobre el que está asentado en la actualidad la iglesia de Santa Eufemia de Cozuelos pudiera narrarnos lo que allí pasó, seguramente nos sorprenderíamos por la importancia de los hechos a contar.

Por aquellos lares del valle de la Ojeda pisaron caballeros y también las primeras frailas de la Orden de Santiago. Aunque en un principio, las mujeres no debían tener ninguna relevancia en esta institución fundamentalmente guerrera y militar, además de religiosa, la Orden de Santiago albergó en este convento a las primeras monjas santiaguistas.

Una de las beatas más celébres que pasaron por allí fue doña Sancha Alfonso, hija de Alfonso IX de León y de Doña Teresa Gil de Soverosa. Esta infanta, con fama de santidad que cambió la corona por el hábito, permaneció en el convento hasta su muerte, siendo enterrada en la iglesia del monasterio y pasando a la historia como una de las personas que más generosas pues donó a la Orden de Santiago (dependientes de la Encomienda de Uclés) todas sus propiedades en León, Castilla y Galicia.

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Hay que destacar que Olmos de Ojeda alberga hoy entre sus terrenos el último resto del monasterio de Cozuelos y uno de los centros espirituales de mayor importancia del norte castellano del siglo XVI. En definitiva, un edificio que levantaron los santiaguistas con las piedras del que antes se denominó monasterio de San Cosme y San Damián, y que pudo escapar de las garras de la desamortización.

Fechas clave

  • 1180: Cesión de Santa Eufemia por parte de Alfonso VIII a la Orden de Santiago

  • 1931: Santa Eufemia de Cozuelos es declarado monumento histórico-artístico

Sin desamortizar

La marcha de las monjas de la Orden de Santiago del monasterio de Santa Eufemia de Cozollos dejó graves secuelas, puesto que el edificio quedó prácticamente abandonado y comenzó a deteriorarse.

Las religiosas de la orden, que cambiaron la meseta palentina por Toledo en 1502, eran incapaces de mantener la administración de la granja desde allí. Por eso, Santa Eufemia escapó a la desamortización gracias al pactan con un vecino del concejo de Llonín, Santos Alonso de Mier, la permuta de la granja por unos terrenos que poseía en la capital toledana.

Años después, los herederos lo venden a la familia Díaz de Bustamante que es quien ha apostado por la conservación de este singular edificio del románico.

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