Vuelvo, traído por las circunstancias y la actualidad, a la unamuniana cuestión de si la ciudadanía se merece lo que tiene. O dicho de otra ... manera, si tenemos lo que nos merecemos. Por ejemplo, la pandemia, por ejemplo los políticos que está gestionando la pandemia, por ejemplo la alborotada y crispada oposición que grita contra los políticos que gestionan la pandemia.
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Unamuno dice que sí: que tenemos lo que nos merecemos. Y el título de mi articulillo de hoy está tomado de unos versillos del XIX que rezaban así:
Fraile mostén,
tú lo has querido,
tú te lo ten.
Pues eso, que tenemos lo que queremos tener, aunque no seamos conscientes de que lo queremos y, por ende, de que lo merecemos.
Consciencia, esa es la palabra, esa es la clave. No somos conscientes porque somos romos, obtusos.
Decía la clarividente Teresa de Jesús a sus monjas descalzas: «Leed y conduciréis; no leáis y seréis conducidas». Volví hace una semana de vacaciones veraniegas, en tren, y fui testigo del cara y cruz de la sentencia de la sabia Teresa de Ávila: duró el viaje ferroviario seis horas y pico, y un padre, acompañado de dos retoños de siete y ocho años, niño y niña, no paró de jugar al Candy Crush en la pantallita de su móvil. Sí, sí, he dicho el padre, porque los dos niños alternaban tablet con periodos de lectura absorta en sendos libros.
O sea: dicho bien y pronto: el tren, en opinión de Teresa de Ahumada, lo «conducían» los dos niños, mientras su señor padre «era conducido» sin enterarse de nada.
Tenemos lo que nos merecemos y queremos, don Miguel de Unamuno tenía razón. «Tú lo has querido/ tú te lo ten».
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Lo contrario del conformismo es la rebeldía. Y una persona inculta, lerda, no puede ser rebelde. En absoluto. A todo más vocinglera y chillona, como no pocos parlamentarios en el parlamento.
Los conformistas amorfos se hacen inconformistas activos, hasta rebeldes con causa, únicamente si su equipo ha fichado a Mbappé en lugar de a Messi, o a Messi en lugar de a Mbappé. Fundamental elección. Transcendental decisión.
Yo, simple y bobalicón, sólo alcanzo a dudar si fichar a Clarín o fichar a Azorín. Ya ven...chinchorrerías. Y todo por leer en lugar de jugar al Candy Crush.
- ¿Y va a seguir usted leyendo, señor autor de estas intranscendentes e insustanciales líneas?
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- ¡Hasta en el Más Allá, como el gentil Doncel de Sigüenza!
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