Los líderes del PP, Vox y Ciudadanos, en la plaza de Colón de Madrid, en febrero de 2019. Fernando Villar-EFE

Las tres Españas del 20

No había dos Españas en el 36 y, por mucho que insistan, no hay dos Españas en 2020

Viernes, 30 de octubre 2020, 07:36

Paul Preston publicó hace ya algo más de dos décadas un libro excepcional: 'Las tres Españas del 36'. Allí se recogían nueve biografías, tan ágiles ... como reveladoras, de otros tantos personajes decisivos en la gestación de la Guerra Civil, en su desarrollo y sus consecuencias. Los personajes retratados iban desde la extrema derecha a la extrema izquierda pasando por la moderación y la izquierda democrática. De Millán Astray y Franco a la Pasionaria pasando por Madariaga, Azaña o Julián Besteiro. Un libro, el de Preston, que desmiente el daguerrotipo machadiano de las dos Españas y que convendría ser visitado por aquellos que hoy insisten en el blanco y negro simplista de aquella época y, mucho peor, intentan exportarlo al presente.

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Esa traslación es una entelequia sin pies ni cabeza. Un intento de reproducir el Día de la Marmota pero con una rana en vez de marmota y con el escenario del planeta Marte y no el de Pensilvania, que es donde se celebra ese acto tan esotérico como el de trasplantar de un lado a otro situaciones históricas completamente diferentes. No, no había dos Españas en el 36 y, por mucho que insistan, no hay dos Españas en 2020. Al menos no había ni hay –hoy menos que entonces– dos Españas reales, a pie de calle. Hay, sí, grupos políticos que están empeñados en marcar una clara línea divisoria que simplifique el juego y suprima todos los grises y los matices de un tiempo y otro, y así emparentarlos. Que los extremos se salieran con la suya y engulleran a la tercera España en 1936 no quiere decir que esta no existiera. Solo nos habla de un drama aún mayor.

La aparición de Podemos y de Vox, y la inclusión del primero en el Gobierno, han jugado a favor de esa radicalidad con veleidades de recuperar el pasado pasando por encima de la Transición. La deriva de Albert Rivera convertido en un Otelo al que le han arrebatado la Moncloa y la desorientación de Pablo Casado amenazado por los cruzados de Vox también ayudaron a cavar esa zanja con apariencia de trinchera. El fracaso de Rivera, con el correspondiente paso al centro de Arrimadas, y el giro de Casado la semana pasada en busca precisamente de la tercera España, pueden contribuir a romper la caricatura que algunos, desde la tribuna del Congreso o el púlpito de los bares, pretenden mostrar como el retrato real de España. El PSOE posmarxista siempre transitó por el camino alejado de la caricatura. Un camino que a pesar de las crisis y los virus sigue siendo lo suficientemente amplio como para que quepa la inmensa mayoría de un país cansado de tracas verbales y de tanto, tanto, autobombo.

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