Desde la llegada del coronavirus a Europa, algunos han cogido la costumbre de hablar mal de la gente china. Les echan la culpa por la ... pandemia, asegurando que todo es a propósito, que los chinos han desarrollado 'el bicho' para vender más mascarillas 'made in China'. Se puede imaginar la reunión del Politburó en Beijing cuando ocurrió ese toque de genio...
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El presidente, Xi Jinping, explica a los presentes que, más que vender teléfonos móviles y ordenadores, por el bien de la economía es imperativo mover más mascarillas de papel en el mercado internacional. Luego, después de pensar sobre el tema, llegan a la conclusión de que la mejor forma de hacerlo es desarrollar un virus muy peligroso, en un laboratorio en Wuhan, (una de sus propias ciudades), contaminar a un murciélago, y dejarle escapar por una ventana que van a dejar abierta para facilitar su huida. En tres meses, por el modesto precio de matar solo a unos pocos miles de su propia ciudadanía, ya habrán infectado a una gran parte de la raza humana, obligando a todos a comprar las tales mascarillas…
No soy empresario, y quizás lo entiendo mal, pero me cuesta ver los beneficios de asesinar a los clientes para incrementar las ventas. Como un 'business plan' (estrategia empresarial), no parece muy eficaz. ¿No sería más fácil hacer una oferta especial?, algo como un 2x1.
Además, los que creen estas tonterías han formado unas opiniones extraordinarias para justificar la tremenda cantidad de muertos en los países occidentales, en comparación con la relativamente mínima cantidad de bajas asiáticas. Los chinos, dicen, no tienen la imaginación para pensar independientemente y están acostumbrados a obedecer órdenes. En otras palabras, como son de un estado policial, no les cuesta tanto cumplir las duras condiciones del confinamiento. Al contrario, nosotros, los occidentales de países democráticos, somos amantes de la libertad y no soportamos que alguien nos diga lo que tenemos que hacer. Un argumento absurdo que ignora el hecho de que Corea del Sur y Japón no son dictaduras, sino democracias, y también ellos han sufrido muchísimo menos que la UE, los EE UU o el Reino Unido. Japón, por ejemplo, tiene casi tres veces la población de España, pero veinte veces menos difuntos.
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Más probable es que las estrategias que los asiáticos están empleando para frenar el virus sean muchísimo más eficaces que la monumental ineptitud que ha demostrado la reacción de los gobiernos occidentales.
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