Recuerdo que una vez un hombre pensó en mí sin conocerme y deseó con todas sus fuerzas que yo existiera en sus sueños de cada ... noche. Pero yo soy real. Un consuelo es soñar. La vigilia es atroz, inmisericorde pero veraz. Soñar fantasías es tarea de la inteligencia que la vigilia desbarata. Ningún poder es capaz de impedirnos soñar, somos nosotros quienes abortamos nuestra capacidad de ensoñación. La duermevela entre el insomnio y el sueño es el delirio del pensamiento que se ahoga en el lago helado de la memoria.
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El sueño derrota cualquier voluntad inquebrantable, lo mismo que el insomnio. Se debilitan nuestras convicciones en este estado de vigilia nocturna a perpetuidad, en este insomnio laberíntico. La realidad es más fuerte que los sueños, no lo dudo, pero los sueños son inmortales y algo más, son limpios como el discurrir del agua.
Sueño. Placer límbico para no desfallecer de melancolía cerebral. Avezado ladrón de vida, generoso y noble que ofrece el espejismo del descanso. Traidor y bello placer frente al que estamos vencidos de antemano. Sueño para no morir para tampoco vivir. Un rapto de voluntades sin espacio, sin tiempo.
Mañana soñaré lo mismo que ayer soñé. Los sueños se repiten como los días, como los besos, como las traiciones. Los sueños del soñador son inquietantes, mas nunca nuevos. Uno solo puede soñar con lo que no ha vivido, desearía vivir y jamás podrá hacerlo. El sueño carece de ética. Soñar y vivir no son espejismos dispares.
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