«A un incompetente humilde se le puede perdonar, a un incompetente soberbio y mendaz sólo cabe exigirle la retirada» (J.M. López Zafra)
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Hay ... quien no se conforma con haber plagiado una tesis doctoral y querer imitar a Churchill y a Kennedy, que ahora pretende copiar los otrora Pactos de la Moncloa y presentarse ante los españoles como el nuevo Adolfo Suárez. En realidad es eso, no otra cosa, lo que anhela 'el figurín' y en lo que trabajan malvadamente los mercenarios de 'La Mon-cloaca', ese 'tercer gobierno' que de la mano del rupturismo han convertido la política, para desgracia de los españoles, en un juego de niños, el de Pedrito & Pablito.
La falsa propuesta de unos nuevos Pactos de la Moncloa es otra operación más de propaganda, otra añagaza ideada por la factoría Redondo. Una propuesta de pactos que bien podrían llamarse 'Pactos de la Mentira', 'Pactos de la Pandemia', 'Pactos de las Lentejas' o 'Pactos de la Jeta', como han sido calificados desde otras tribunas. Sería una segunda versión del pesebrismo. La primera, recordemos, fue la que denominamos 'Pacto del Pesebre' tras la firma del preacuerdo para formar un gobierno de coalición entre el sanchismo y podemitas, rubricado con el amoroso abrazo entre los jovenzuelos Pedro & Pablo.
Con esta segunda versión, lo que se busca es enredar a Ciudadanos con el fin inconfesable de dividir al constitucionalismo; aislar al Partido Popular -reeditar el Pacto del Tinell-; fracturar gobiernos de coalición PP-Cs de Madrid, Andalucía, Castilla y León y Murcia; amañar en esas comunidades autónomas gobiernos donde el partido sanchista pueda acomodar en el pesebre a sus tropas, dando a la vez otro paso hacia esa deseada España de color rojo -ilusión de ZP-; y señalar como culpables de la pandemia al PP y a Casado, como castigo por no rendirse ante el 'caudillo socialista'.
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Cuesta creer que Inés Arrimadas cometa el error político, la enorme torpeza, de abandonar el constitucionalismo para abrazar el rupturismo sanchista-podemita movida por un susurro meloso y engañoso de buen trato en la Tele-CIS de 'ivanes' y 'tenazas'. Pedro, que ya engañó a Albert con la firma del «acuerdo para un gobierno reformista y de progreso» en febrero de 2016, corteja a Inés con falsas muestras de empatía -palabra mágica- para llevarla al huerto involucionista, antidemocrático y totalitario. Un romance imposible. Esperemos que Arrimadas no decepcione a quienes todavía confían en ella.
El 'esencial' Pedro Sánchez no quiere pactos, busca otra foto con la que ampliar su álbum. No es posible alcanzar acuerdos con él porque su socio, Pablo, 'el coletas', al que no le ha pedido permiso, tampoco está en ellos -«no estamos en ese momento»- ha dicho el otro Pablo, 'el científico'. Están en el disfrute de lo que antes criticaban, a lo que se aferran como lapas. Han cogido tal gusto a 'la teta presupuestaria' que no habrá padre ni madre que los alumbró que pueda desprenderse de ellos. Mientras que sus aliados separatistas se han manifestado contrarios a la propuesta al advertir 'el botifler' Rufián que «no habrá pactos de la Moncloa en España si no hay antes pactos de Ajuria Enea en Euskadi o en el Palau de la Generalitat en Cataluña. Y quien diga lo contrario, simplemente, miente»; «república y repúblicas». Se le entendió todo.
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El 'doctor fake' quiere un 'gran pacto'; un pacto largo, ancho y alto; un pacto a lo grande, -'ande o no ande, dámelo grande'-, en el que participen partidos políticos, comunidades autónomas, ayuntamientos, juntas vecinales, asociaciones empresariales y sindicales, autónomos, asociaciones de vecinos, federaciones deportivas, intelectuales, semianalfabetos y mediopensionistas. «Los Pactos de la Moncloa de Pedro Sánchez son la última payasada de un tipo cuya única aspiración es ponerlos a todos en una cola, detrás de él, mientras se descojona de risa por su candor. No es necesario hablar con ellos, ni hacerles partícipes de decisiones y empeños; basta que se pongan a la fila para evitar que sus chicos los linchen» (G. Morán).
Con el falso mensaje de unos pactos «para la reconstrucción económica y social de España» encubre un oculto objetivo: cambiar el régimen del 78. Reconstruir consiste en reedificar lo ya destruido -lo que no ha ocurrido, aún-, o intentar demoler lo existente para levantar una obra distinta a la derruida. Los pactos firmados en el 77 consiguieron abrirnos al futuro, evolucionar políticamente -transitar de un régimen autoritario a otro democrático-, progresar económicamente, mejorar socialmente, avanzar culturalmente y suturar odios y rencores; mientras que Pedro Sánchez, con su propuesta, pretende volver al pasado, retroceder políticamente -liquidar el actual régimen parlamentario e implantar otro totalitario-, descapitalizar la economía, empobrecer la sociedad, embrutecer a los ciudadanos y reabrir el guerracivilismo. Por tanto, reconstruir, no.
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Reconducir, sí. «Es el momento de replantearnos muchas cosas a nivel interno» (P. Baños). Es prioritario normalizar el sistema educativo, recuperar principios morales, valores éticos y conductas ejemplares. Urge apartar a Sánchez -sin crédito ni autoridad moral-, conformar un Gobierno de Coalición (GdC) con amplio respaldo parlamentario y con personas cualificadas y competentes. Acordar un programa de gobierno austero. Delimitar las competencias de cada una de las administraciones del Estado. Fortalecer y despolitizar las Instituciones del Estado y desarrollar el sistema democrático. Respetar a los medios de comunicación libres sin sometimientos a chantajes ni amenazas. Defender sin complejos ideológicos la libertad de empresa y la economía de mercado. Tratar a los trabajadores del sector público y privado como ciudadanos y no como contribuyentes, consumidores o clientes. Fomentar el estudio, el trabajo, el esfuerzo, el ahorro…
Reconstruir, no; reconducir, sí.
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