Otoño sin retorno
«No hay nada cierto en lo que pasará durante los próximos meses. Qué cadáveres dejará la pandemia en este campo de batalla sin lucha, ni batallas, ni sangre»
Podría escribirse tan solo una palabra llenando las páginas en blanco del ordenador y esa sería la mejor manera de expresar el momento actual: incertidumbre. ... Porque no hay nada cierto en lo que pasará durante los próximos meses. Qué cadáveres dejará la pandemia en este campo de batalla sin lucha, ni batallas, ni sangre. Qué muertos, además de los fallecidos reales, cuyas cifras hasta hace poco ocultas no hacen sino aumentar en este país nuestro y en tantas de sus regiones. (Pues son números confusos, como si el agua del olvido los estuviera ya borrando). Y qué heridas quedarán abiertas entre nosotros sin cerrarse. Sin dejar de doler jamás.
Publicidad
Crece el recelo, se alarga la distancia, la separación: una gran brecha se abre entre compañeros, familias, vecinos, ciudadanos. La de no poder acercarse ni tocar. El alejamiento físico como metáfora de otro menos literal y más generalizado, el de un desapego casi total. No hay otro horizonte que el del desarraigo. La ruptura entre el pasado y el presente. Ya que no sabemos qué ocurrirá con la salud, con la economía, con la estabilidad política: como si todas estas cosas estuvieran ahora mismo dando vueltas en una ruleta que no se llega nunca a parar.
No conocemos tampoco quién ganará las elecciones en USA y qué rumbo seguirá la historia a partir de mañana. La covid ha afectado ese proceso. Aunque es difícil adivinar cómo. Si no pareció que la revelación de que Trump apenas pagaba impuestos hiciera mella en la intención de voto de sus seguidores, creer que los suyos no le apoyarán –o arroparán menos– por su enfermedad resulta, también, un poco ingenuo. Dado que el asunto de sus probables escaqueos fiscales habrá pillado por sorpresa a muchos, pero a otros –entre quienes se cuentan la mayor parte de sus votantes– no les asombró en absoluto, puesto que respaldan a Trump precisamente por esa supuesta 'listeza', por haber sabido hacerse más rico de lo que ya era por nacimiento. Y porque ellos creen que solo los 'tontos' que no somos millonarios, y que satisfacemos anualmente nuestras obligaciones con el fisco, disentimos de esa concepción de lo real. Así que, de idéntica forma, piensan que Trump burlará al virus y a la enfermedad…
Mientras, se difumina el futuro como los colores en la tumba del otoño. Un otoño especialmente triste. Rojo en la mirada, vacío en el alma. Otoño de melancolías. Oro de viejos recuerdos enterrados bajo las hojas. Crepúsculos de Castilla, tan bellos que hieren al morir, como guerreros fantasmales, como héroes antiguos que únicamente se rinden ante la victoria de las edades, de las estaciones, del paso de los días y las noches. Igual que ellos, deberemos aceptar que las cosas cambian, que la sociedad se transforma, que la gloria se acaba –si una vez la hubo– y que, del mismo modo que se construyeron, desaparecerán las fortunas, los fastos y oropeles. Para lo que no estábamos listos era para asumir que nada tornará a ser ya como antes. Y es que, en medio de todo este caos, solamente nos consta que al mundo de ayer no podremos regresar.
Publicidad
Algunos hemos vivido en otros lugares del planeta la amenaza de gripes aviares o porcinas (a las que luego se puso otros nombres más asépticos y técnicos a fin de no culpabilizar a ningún animal); y sufrimos las consecuencias del desconcierto de las autoridades, de la danza de mascarillas con la muerte. En México D.F., hace más de una década, tuvimos que ver cómo se mandaba a los soldados a luchar contra un espectro, el de la pandemia, y cómo las autoridades del país acababan por recomendar –en cuanto posible suerte de combatir al virus– que la gente no saliera de sus casas. Pero confiábamos en que si escapábamos de aquel infierno momentáneo estaríamos a salvo. Que la existencia volvería a ser como había venido siendo.
Hoy, no. Habrá que prepararse para un largo invierno, para un frío y una desolación que ignoramos cuánto tiempo durarán. Nos engaña el otoño, un otoño que se resiste a abandonar su disfraz verde del verano que no fue. Este otoño que juega a retrasar cualquier pálida aparición de la nieve y del hielo. Otoño de incertidumbres. Otoño sin retorno.
Publicidad
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión