Pablo Iglesias, Pablo Fernández y María Sánchez, en la Cúpula de Milenio de Valladolid. Alberto Mingueza

Nostalgia podemita

Intruso en El Norte ·

«Pero volvamos a Iglesias, ahí, con la cifosis del tiempo y largando mensajes de que su reino ya no es de este mundo»

Jesús Nieto Jurado

Valladolid

Domingo, 30 de enero 2022, 00:22

Fue en la Cúpula del Milenio, fuera de casoplones y de rollos mediáticos. Fue en la Cúpula del Milenio donde se confirmó la decadencia. Las ... cosas, como decía el Mochuelo de Miguel Delibes, podían haber sido de otra forma. Y sin embargo fueron así. Fueron tanto que Pablo Iglesias, junto a Pablo Fernández, que se diría todo de algodón, nos confirmó que fuera de la política puede decir la verdad. Y lo dijo él, en la semiesfera, con un aire como de viejo profesor y el pendiente para recordar, quizá, lo que fue. La decadencia es eso: una confesión ante los suyos de la verdad, la posverdad, lecciones de Periodismo y moral y lo que antes decíamos; ese aire cansado que tiene algo de Felipe González cuando está de bajón.

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Quizá de la precampaña sea lo que nos quede, porque valorar a Casado en un tractor o lo que Vox cree es el aliño indumentario del campo... La campaña será lo que tenga que ser, que ya uno ha vivido unas cuantas, y desde que llegó esto del sida chino se acabaron los globos y las cervezas, que era lo que nos animaba a los informadores a mezclarnos con el aplaudidor con carnet.

Pero volvamos a Iglesias, ahí, con la cifosis del tiempo y largando mensajes de que su reino ya no es de este mundo. Porque Podemos ya está para lo que está, y sin embargo el arribafirmante se acuerda de Tania, de los Vistalegres, de las purgas y los amoríos con carnet y círculo de afiliados que nos dieron para hacer prosillas. En el fondo, hay algo de nostalgia de los que fueron a tomar el Cielo por asalto y ahora se confiesan a orillas del Pisuerga. Y la nostalgia es algo que Sánchez no conoce.

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