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He cogido la costumbre de hacer el Camino de Santiago cada año, desde Astorga hasta la mismísima capital gallega. Me encanta. El campo, el ejercicio, ... y la variedad de personas que se encuentra allí. La última vez, en 2022, conocí a tres israelíes, dos chicos, Elad y Elon, y una chica, Tal. Ellos eran informáticos y ella asistente social. Buena gente, como todos que se conocen en la ruta, y juntos pasábamos unos días muy agradables. Además de ser cultos e interesantes, debo confesar que lo pasé tan bien con ellos en parte porque la idea de hacer una peregrinación católica con tres judíos ateos me hizo mucha gracia. Sí, judíos ateos. A lo mejor suena un poco contradictorio, pero hay que tener en cuenta que el judaísmo es una religión y un grupo étnico a la vez. Son descendientes de las 12 tribus de la Biblia.
Debido a los bombardeos de la franja Gaza por parte de la IDF (Israeli Defence Force), actualmente está de moda odiar a los judíos. Esto no es nada nuevo. Alrededor del kilómetro 85 del camino, a propósito de no recuerdo qué, salió que mi amiga Tal no tenía ni bisabuelos ni tío abuelos porque los nazis les habían asesinados en Auschwitz. Para muchos israelís, como ella, eso es su normalidad. No puedo imaginar qué sentiría si el gobierno de un país tan avanzado como Alemania hubiese asesinado a todos mis abuelos, y al pueblo entero, simplemente por ser quienes eran.
Y ahora, los nietos de los supervivientes del Holocausto han visto esos videos macabros, de la violación, tortura y asesinato de centenares de su gente, jóvenes acudiendo a una fiesta musical, mayores paseando por la mañana, niños haciendo nada. ¿Es tanta sorpresa que el estado israelí haya reaccionado así? No me entiendan mal. Creo qué Netanyahu es un desastre para su país y para la gente palestina, encarcelada en un gueto. Me da tantos escalofríos ver menores palestinos muertos, aplastados bajo toneladas de escombros, como ver una chica hebrea aterrorizada, montada en una moto implorando ayuda.
Al decir adiós a mis tres ateos favoritos, cogí un taxi a la estación de Renfe. Quizás por casualidad, quizás por intervención divina, el taxista decidió contarme el estado del mundo, según él mismo. El problema, me dijo, es que los judíos controlan los bancos y están quedándose con todo el dinero ... ¿Cómo interpreto eso? ¿Es una señal del Señor? ¿Se trata de lo profundas que son las raíces de los racismos y como residen en un abismo de ignorancia? Algo así, seguro.
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