Seamos minimalistas. La filosofía del menos es más ha trascendido a la estética arquitectónica para convertirse en un modo de existir que se despoja de ... todo cuanto se considera accesorio con el ánimo de alcanzar un vivir más liviano. Desprendernos de lo superfluo es una buena idea para mostrarnos auténticos, pero en ese empeño por descargarnos no deberiamos cometer el error de dejar por el camino lo esencial. Así que al abrir la maleta conviene ser cautos y sesudos para no despistar algún elemento vital.
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La crisis sanitaria ya no asfixia tanto. La incidencia continúa el camino del descenso y eso invita a gestionarla con un espíritu minimalista. El Consejo Interterritorial de Salud, y en su defecto el consejo de Ministros, se han convertido en las últimas semanas en un espacio de rebajas permanentes, de alivios a los que se agarra la población y la economía. Menos cuarentenas, menos mascarillas en interior, menos de casi todo lo que nos aprieta, aún a riesgo de que en un tiempo sea más.
La economía recupera el pulso aprovechando la caída de la onda. Los niños volverán a reconocerse detrás de las muecas que han ocultado durante meses bajo capas de tela o algodón. Es necesario dejar recuperar el aliento a quienes han reprimido con buena nota una forma más de expresarse. Cada vez más cerca de poder sacar la lengua sin diques de contención.
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