Javier Lizón / Efe
Opinión

Igualados para sufrir

«El PSOE debería de empezar a plantearse qué hacer 'después de Sánchez'. No únicamente por estrategia, sino –sobre todo– por responsabilidad como partido, pensando en el interés y la prosperidad de España»

Luis Díaz Viana

Valladolid

Sábado, 3 de agosto 2024, 08:40

Situación de bloqueo. De empate. De vértigo. La carrera por la presidencia en los USA se encuentra en una fase de 'dead heat' o, como ... podría decirse en libre traducción al castellano, 'en tablas'. Así estaría –según los últimos sondeos publicados– España también. Y buena parte del mundo: en una lucha igualada, sin ganadores claros. Trump continúa con sus amenazas y chantajeando no sólo a los ciudadanos estadounidenses, sino –ahora ya– al mundo entero, cuando asegura que, si él no gana las elecciones, marcharemos irremisiblemente hacia la Tercera Guerra Mundial; o sugiere a sus seguidores que ésta quizá sea la última vez que tengan que votar (¿pensará, acaso, declararse a sí mismo César y emperador de por vida?).

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Pero Trump no está ya solo a la hora de decir barbaridades: su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, parece dispuesto a igualar a su jefe en lo que toca a proporcionar titulares provocadores. A manera de presentación de él y su familia –aunque ya cierta fama le precedía– evocó tiernamente a su dulce abuelita, quien en el momento de morir guardaba en su casa un arsenal de 20 armas. Para pasar a denominar después a sus rivales del partido demócrata como 'childless cat ladys' o 'señoras sin hijos y con mascota gatuna' (de acuerdo con lo que sería una transposición literal). Ni el 'extinto' vicepresidente de Castilla y León, aquél que cada vez que tenía oportunidad la liaba con sus palabras e iniciativas, lo hubiera superado en sus mejores tiempos. De hecho, y en una línea radical que rememora narraciones distópicas como 'El cuento de la criada', Vance –no contento con usar esa denominación peyorativa– ha criminalizado a tales mujeres «desaprensivas» que osan renunciar a su primera obligación de tener hijos –preferiblemente blancos, por supuesto–; y ha dejado caer que quienes no generan una prole habrían de tributar más en la idílica nueva América que, sin embargo, es de suponer que ya preludiaban las norteamericanas como su abuelita 'de armas tomar'.

En boca de Trump y Vance no hay exageraciones, ni bulos que resulten improcedentes. No son conservadores, son reaccionarios. Postfascistas. Y no hay límites para el insulto ni la insensatez; porque su guerra cultural es global, a pesar de que se diría que algunos todavía no se han enterado: por ejemplo, los dirigentes del Partido Popular europeo y español, si piensan que la extrema derecha se basa o cree en las mismas cosas que ellos, cuando no es verdad. Pues daría la impresión de que el PP no termina de concienciarse de lo ocurrido con la ruptura de Vox; o de lo que ocurriría otra vez si vuelve a fiarse de ese tipo de alianzas y pretende gobernar la nación con los de Abascal. Ya que ha quedado patente que dicha formación política no conviene a los de Feijóo como compañeros de viaje; ni para llegar al poder, ni para gestionarlo luego. Pero cabe pensar que el líder de la oposición se lamenta en serio de la ruptura, al decir que «Vox no entiende que torpedear gobiernos autonómicos aleja el cambio político en España». Lo que equivale a no asumir el fracaso de las coaliciones y la imposibilidad de gobernar con Vox para todo el país. Y ello por dos razones: porque esa hipótesis se anuncia como demasiado complicada; y porque, si las cuentas no salían antes, parece que menos van a salir en el futuro.

Desde el otro lado, el PSOE debería de empezar a plantearse qué hacer «después de Sánchez». No únicamente por estrategia, sino –sobre todo– por responsabilidad como partido, pensando en el interés y la prosperidad de España. Y enfrentarse a ese panorama sin caer en el error que los demócratas norteamericanos han cometido con Biden: esperar hasta el último instante y efectuar un agónico reemplazo de candidato. Ya que, en el caso de que el actual presidente sobreviva a una legislatura envenenada en lo político, quedará –previsiblemente– 'quemado'en cuanto líder y sin apenas opciones para ganar un nuevo envite electoral o afrontar otro periodo de gobierno. Así que, a tenor de lo que pronostican recientes encuestas, nos hallaríamos aquí tan 'empatados' y en riesgo como en los EE UU y el resto del planeta: igualados para sufrir.

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