La amenaza silenciosa: en 2040 la enfermedad renal será la quinta causa de muerte

A diferencia de otras enfermedades crónicas como las cardiopatías o el cáncer de mama, ampliamente reconocidas y abordadas, la enfermedad renal sigue siendo invisible. Mientras que casi cualquier persona sabe identificar los síntomas de uninfarto o la importancia de realizarse mamografías periódicas, pocos conocen la necesidad de controlar su función renal. Y las consecuencias son graves: la ERC no da señales hasta que ya es demasiado tarde.

La detección precoz es clave para modificar el curso de la enfermedad. Dos pruebas simples y accesibles, la medición de creatinina y albuminuria, pueden marcar la diferencia entre un diagnóstico temprano, con posibilidad de intervención, y un diagnóstico tardío con consecuencias irreversibles. Sin embargo, la falta de programas de cribado, incluso en poblaciones de alto riesgo como diabéticos e hipertensos, es una oportunidad perdida en la lucha contra esta enfermedad.

La ERC puede afectar a cualquier persona, pero existen factores de riesgo claros y modificables que incrementan su probabilidad: hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, automedicación y vida sedentaria. Prevenir la enfermedad renal es posible, y para ello, los expertos recomiendan seguir un decálogo de hábitos saludables, que incluyen llevar una vida activa, mantener una ingesta de líquidos adecuados, no automedicarse o comprobar regularmente la función renal.

Pero la prevención no puede ser solo un esfuerzo individual. Es imprescindible que las administraciones públicas impulsen estrategias efectivas para sensibilizar a la población y promover la salud renal de manera proactiva.

Desde Fundación Renal Española consideramos que la lucha contra la enfermedad renal debe basarse en tres pilares fundamentales. En primer lugar, la detección precoz en los planes de salud, con la medición de creatinina y albuminuria en los controles médicos rutinarios, especialmente en poblaciones de riesgo, e incentivando su inclusión en los chequeos anuales de empresas e instituciones sanitarias. El segundo pilar es la sensibilización, con campañas nacionales que informen a la sociedad sobre la enfermedad renal, sus factores de riesgo y las estrategias de prevención, al igual que ocurre con otras patologías crónicas. Finalmente, el tercer pilar es una atención integral para los pacientes, que no solo garantice un tratamiento médico eficaz, sino también un enfoque multidisciplinario con apoyo psicológico, social, nutricional y de actividad física.

La lucha contra la enfermedad renal requiere un cambio de enfoque: dejar de ser una enfermedad invisible para convertirse en una prioridad en la agenda sanitaria. Es momento de que la detección precoz, la sensibilización y la atención integral sean una realidad. Solo así podremos frenar el avance de una enfermedad que hoy mata a más personas que el cáncer de mama y que, sin una acción decidida, seguirá en ascenso en los próximos años.

Ha llegado la hora de dar voz a la enfermedad renal. Porque conocerla es el primer paso para prevenirla, y prevenirla es salvar vidas.