¿Feijóo se la juega en Castilla y León?
Carta del director ·
«El PP va a enfrentarse al desafío de disputar unas elecciones municipales, en mayo próximo, mientras comparte la Junta con el partido de Abascal»Alberto Núñez Feijóo, presidente nacional del PP, ha estado ya unas cuantas veces en Castilla y León. Ha estado, por ejemplo, con los responsables de la DO Ribera del Duero ... , lo cual ha despertado celos en el sector vitivinícola riojano, mucho más potente desde el punto de vista económico y empresarial. Los riojanos hubiesen deseado ver que el político gallego se introducía por primera vez en los problemas y particularidades de su mercado junto a una de sus cepas centenarias, antes que desde un viñedo de Roa. También se ha entrevistado con representantes del mundo industrial vinculado al automóvil. Además, ha protagonizado un importante acto de partido en Segovia. Es difícil hacer algo en España, que afecte a toda España me refiero, sin pasar por Castilla y León, aunque solo sea por su tamaño y centralidad geográfica. Pero es que para cualquier líder del PP, Castilla y León es además una de sus plazas principales, junto a Galicia o Madrid. Ahora todo el partido pivota desde Andalucía, que es como un país entero en sí misma, gracias a la mayoría absoluta de Moreno Bonilla, pero ello no resta relevancia a lo que pasa en nuestras nueve provincias. Sigue siendo un interesante caladero de escaños, 31, y ello a pesar de que solo la provincia de Barcelona aporta 32 o no llega ni a la mitad de los que tiene Andalucía.
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Ahora, sin embargo, la peculiaridad que hace a Castilla y León un sitio especialmente sensible, al margen de su peso relativo en términos electorales y absoluto como reserva espiritual de las esencias del partido, es que aquí el PP gobierna con Vox. Todo el rato. Eso es crucial porque, además de experimentar los avatares cotidianos de esa alianza política, el PP va a enfrentarse al desafío de disputar unas elecciones municipales, en mayo próximo, mientras comparte la Junta con el partido de Abascal. A Moreno Bonilla ya le pasó con Ciudadanos en 2019. Pero creo que a estas alturas no es necesario explicar que Vox y Ciudadanos no se parecen en nada. Mucho menos si comparamos al que fue vicepresidente del andaluz, Juan Marín, con el que nombró Mañueco hace unos meses, Juan García-Gallardo. Son dos perfiles políticos muy diferentes. Por añadidura, las tensiones personales y parlamentarias y la urgencia con que Vox está situándose como actor disruptivo del debate político son notables. O hacen caso al presidente de la Junta y se produce una desescalada en el tono por parte de todos, o abril y mayo van a ser meses difíciles en el Colegio de la Asunción.
La pregunta es: ¿se la juega Feijóo en Castilla y León? Bastante. Seguramente depende mucho de los resultados globales de esas municipales. Si gana comunidades, capitales y diputaciones que sumar a su dominio en Andalucía, Madrid y Galicia, Feijóo podrá proyectarse en una previsible negociación con Abascal para alcanzar la Moncloa en mejor posición, en una de fuerza. Ahí Castilla y León sería, si no se convoca un adelanto coincidente precisamente con las generales, una pieza más de la negociación.
Pero, según anticipa el propio líder popular, queda muchísimo partido hasta entonces. Pueden suceder muchas cosas. Puede que el momento económico destroce por completo las opciones de Pedro Sánchez. Puede que Vox viva nuevos conflictos internos como el de Olona. Puede que la cúpula de Madrid decida que los cargos actuales en el gabinete de Mañueco deben renovarse, como sucedió con Germán Barrios, el consejero de Empleo de Ciudadanos. Puede… Por poder, puede que en un momento dado al PP, al menos al de Génova, le convenga poner tierra de por medio, romper con la formación de súper derecha y abrir una crisis que, sin adelantar elecciones, lleve a Mañueco a prescindir de los consejeros de Vox. Sobre todo si aprueba pronto unos presupuestos que, parece, no serán a la larga expansivos en su ejecución, sino todo lo contrario. Sobre todo si la convivencia se hace insoportable y si las municipales no le obligan a pactos que otorguen alcaldías o diputaciones a Vox, como el PP hizo con Ciudadanos en Palencia o la Diputación de Zamora. Sobre todo porque ya hay quien sueña con un par de debates televisados en los que Sánchez pueda repetirle a Feijóo una y otra vez que PP y Vox son lo mismo, que mire a su lado, a Abascal, su futuro vicepresidente.
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