R. PARRADO

La década perdida del Reino Unido

La cuestión del 'brexit' ha acabado, directa o indirectamente, con la carrera política de los últimos cincoprimeros ministros 'tories'. El último, Boris Johnson

Guillermo Íñiguez

Domingo, 17 de julio 2022, 00:08

La dimisión de Boris Johnson era la crónica de una muerte anunciada: en los últimos años, el primer ministro había superado una serie de escándalos ... políticos que, por sí solos, hubieran hecho caer a cualquier otro 'premier' de la posguerra británica. Es por ello que su renuncia ha sido prosaica, casi grotesca: no se debió ni a su suspensión inconstitucional del Parlamento, ni a su incumplimiento del Protocolo de Irlanda del Norte, ni siquiera a las famosas fiestas ilegales de Downing Street.

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Tras años de supervivencia política, el primer ministro cayó cuando sus diputados cesaron de reírle las gracias, constataron que sus escaños correrían peligro en unas generales y, por consiguiente, dejaron de cerrar filas en torno a su líder. Es imposible, sin embargo, analizar el fin de Johnson sin hacer referencia al 'brexit', la cuestión que –directa o indirectamente– ha acabado con la carrera política de los últimos cinco responsables 'tories' del Gobierno desde Margaret Thatcher.

Desde su implicación en la campaña del referéndum, el auge y el ocaso del todavía primer ministro han tenido el determinismo de una tragedia griega. Al derribar a David Cameron para alcanzar su anhelado objetivo –acceder, 'brexit' mediante, a Downing Street–, Johnson estaba sentando las bases de su destino; como si de un héroe clásico se tratara, su caída –caótica, tragicómica y eminentemente 'british'– no era más que la consecuencia inevitable de sus propios errores fatales.

Uno a uno, el 'brexit' fue, como Saturno, devorando a sus hijos: a Cameron, convencido de que el referéndum consolidaría su mandato; a Nigel Farage, cuyos sucesivos partidos políticos se sumieron en la irrelevancia a medida que el divorcio con la UE se consumaba; y a Dominic Cummings, el otrora ideólogo de la campaña secesionista que se convirtió en cabeza de turco del primer ministro cuando este comenzó a verse contra las cuerdas. Seis años después del referéndum, y en otras palabras, ninguno de sus principales artífices ha logrado mantenerse en lo más alto de la política británica.

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Por más que los candidatos a sucederal 'premier' lo eviten, Europa no dejaráde atormentarles

Ello no significa, por supuesto, que la marcha de Johnson vaya a suponer el fin del 'brexit'. El nuevo primer ministro, que accederá a Downing Street el próximo 5 de septiembre, deberá hacer frente a sus realidades más imperantes: sus consecuencias económicas, acentuadas por la crisis energética y por la inflación; el nuevo intento secesionista en Escocia; y, ante todo, los problemas en la frontera con Irlanda. Por más que los candidatos a sucederle estén tratando de evitar el tema, la cuestión europea no dejará de atormentar al partido.

En cierto modo, la crisis que atraviesan los 'tories' no es más que otro ejemplo del efecto corrosivo que procesos soberanistas como el 'brexit' ejercen sobre las formaciones que los encabezan. En este caso, el referéndum ha dejado un partido más derechizado, más euroescéptico y con menos talento político que hace seis años.

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Esto se debe, principalmente, a tres factores. En primer lugar, el inevitable desgaste que sufre el partido tras doce años en Downing Street. En segundo lugar, su falta de fondo de armario, propiciada por la política de Johnson de expulsar a sus rivales –muchos de ellos, con una larga trayectoria en los Gobiernos de May, Cameron o Major– mientras ascendía a diputados con escasas cualidades, más allá de su inquebrantable lealtad política. Por último, una profunda crisis ideológica.

Tras su aplastante victoria electoral en 2019, el partido desarrolló una estrategia de gobierno centrada en dos aspectos: un líder popular, pero cuyo capital político comenzó a agotarse muy pronto, y un tema, el 'brexit', sin el poder de movilización de antaño. Con la caída de Johnson, las complicaciones de la salida de Reino Unido de la Unión Europea y la ausencia de talento en el seno del partido, los 'tories' se han visto incapaces de hacer frente a unas encuestas que auguran un descalabro en las próximas elecciones generales.

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La metástasis va más allá. Ni Gobierno ni oposición han hallado la pregunta a la que tratan de responder

La metástasis del 'brexit' ha ido, sin embargo, mucho más allá de los 'tories'. La dimisión de Johnson no es más que el colofón a la década perdida que protagoniza Reino Unido: la que comenzó en enero de 2013 cuando, en el llamado discurso de Bloomberg, David Cameron prometió un referéndum sobre la permanencia de su país en la Unión Europea. Desde entonces –tras dos referéndums, tres elecciones generales, tres primeros ministros, una suspensión de la Cámara de los Comunes y el 'brexit'–, el país no solo ha fracasado a la hora de hallar la respuesta a sus problemas.

Ni el Gobierno ni los distintos partidos de la oposición han sido capaces de encontrar la pregunta a la que están tratando de responder. Hasta que esto no ocurra, y nada indica que el próximo primer ministro esté capacitado para lograrlo, Reino Unido seguirá atrapado en su particular día de la marmota.

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Es posible que, con Boris Johnson, el 'brexit' se haya cobrado su última víctima directa. Pero ni la crisis interna que atraviesan los 'tories' ni las consecuencias económicas de la salida de la Unión dan señales de haber llegado a su fin. El nuevo primer ministro que accederá al cargo en los próximos meses habrá de hacerse cargo de un país sumido en una profunda crisis constitucional, inmerso en una década perdida, e incapaz, como el emperador de Hans Christian Andersen, de verse desnudo ante el espejo. En el horizonte asoman dos fechas cruciales: el posible referéndum escocés en 2023 y las elecciones generales que pueden, por primera vez desde 2010, catapultar al Partido Laborista de vuelta a Downing Street.

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