Castilla y León como clave de un enfrentamiento
«Si el hecho que sirvió de detonante para esta catástrofe fue la discusión señalada en torno a la alianza con Vox, las elecciones de Castilla y León las ganó –bien que por la mínima– Mañueco y, a la postre, las perdió Casado»
Hace una semana, escribía en estas páginas que las elecciones de Castilla y León parecían haberse convertido en «la madre de todas las batallas»: no ... pude imaginar al escribir esa frase hasta qué punto mis palabras iban a cumplirse. Y ello no sólo por las consecuencias que los resultados de dichos comicios tendrían en el equilibrio de fuerzas de la política nacional, sino por su repercusión en los partidos que habían concurrido en la contienda electoral de nuestra Comunidad Autónoma.
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Hay quienes niegan la conexión entre esa insuficiente victoria del PP y lo que ha sucedido después, pero la mera sucesión de acontecimientos apunta hacia lo contrario. Nada más conocerse el resultado de las votaciones, se empezaron a escuchar voces enfrentadas dentro del propio PP: unas, que abogaban por el gobierno compartido con Vox (no únicamente por necesidad sino incluso con predisposición); y, otras, que advertían del peligro de llevarlo a cabo.
Mientras, sin aparente conexión con esa suerte de incipiente debate interno (a pesar de haber participado en él), Díaz Ayuso procedía a presentarse como víctima acosada por la Dirección de su partido y daba lugar a lo que ha sido considerado como voladura controlada de sus contrincantes. Sin embargo, cuesta creer que salga indemne del embate, aunque está demostrado que sí lo ha hecho mejor que los rivales. Porque el problema es que, al atacar desaforadamente a los que la atacaban, la presidenta de Madrid quizá se ha quemado 'a lo bonzo' –salvo para sus acérrimos partidarios–.
Pues lo que aún queda por ver es a quién o quiénes favorecerá esta jugada un tanto kamikaze; y no da la impresión de que la beneficiaria de haber contribuido a que su partido saltara por los aires vaya a ser ella misma. ¿Era consciente de esto al adelantarse a su adversario en una especie de cruzada personal algo suicida?
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La defenestración anunciada de Casado y García Egea ha adquirido, además, características de brutal asesinato simbólico en los últimos días; lo cual produce que la sangre vertida salpique (en sentido figurado) a los que se encontraron relacionados con tan cruento fin. Casi todos fueron Bruto, llegado el caso. Pero –en especial– las salpicaduras manchan a quien les puso el puñal en la mano. Y un crimen impúdicamente cometido persigue, por largo tiempo, tanto a inductores como a testigos.
Puede pensarse que, si el hecho que sirvió de detonante para esta catástrofe fue la discusión señalada en torno a la alianza con Vox, las elecciones de Castilla y León las ganó –bien que por la mínima– Mañueco y, a la postre, las perdió Casado. La rumorología regional apunta a que aquél habría declarado en privado que, con tal de liberarse de Igea, prefería gobernar con Vox a seguir haciéndolo con el vicepresidente impuesto por Ciudadanos. E igualmente se rumoreaba que la delicada situación del PP nacional desembocaría en el nombramiento de una comisión coordinadora que llevase al partido –ordenadamente– a ese Congreso extraordinario del que tirios y troyanos dan la sensación de esperar la solución, una vez comparezca y se aúpe a algún líder salvífico.
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Lo curioso es que –también– ha sonado que se habría ofrecido a Juan Vicente Herrera presidirla, de modo que el círculo vicioso de sorprendentes sucesos en cascada se cerraría (si son verdaderas las suposiciones previas) en el mismo territorio donde se originó la ciclogénesis fratricida del PP. No obstante, tal final no dejaría de ser bastante paradójico, pues mientras el PP de Mañueco confluiría con Vox para salvarse o autodestruirse, el rostro de otro partido Popular, más moderado y 'light', como es el encarnado por Herrera, saldría de la reserva de las sombras gloriosas.
Y se pondría al timón de la zozobrante nave para servir de garante de un proceso endiablado hacia el congreso del que habrá de surgir de sus cenizas un nuevo PP. De no ser eso cierto, hay que reconocer que, como reza el dicho italiano, «e ben trovato». De cualquier modo, al Partido Popular, que ha mostrado muchas versiones de sí a través de su historia, tendría que recordársele que –hace años– inició un 'viaje al centro' del que no le conviene regresar.
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