Algún político con canas –más de uno, de hecho– me ha confesado que esto de Nuevas Generaciones, Juventudes Socialistas, Patriotas canteranos de Vox y demás ... secciones juveniles de la política nacional debería desaparecer. Que es un cáncer que solo depara mediocridades con ínfulas. Y uno, que ha padecido in situ un mitin de Bea Fanjul (PP) sin entender qué méritos ha hecho para llegar a ninguna parte; que ha escuchado a Diego Vallejo (PSOE) meter la pata groseramente en sus dos primeras frases como secretario autonómico de los cachorros socialistas; que ha escuchado decir sandeces del IRPF a José María Figaredo (Vox)... Uno, digo, no puede por menos que decir amén.
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Porque lo de Noelia Núñez y sus títulos inventados no es más que un síntoma. El que define una forma de entender la carrera política que tiene como lema trepa más alto, trepa más fuerte y trepa sin escrúpulos. La preparación, el mérito, el trabajo –no hace falta tener un título para poder servir a los ciudadanos– no cuentan. Ese currículo palidece ante el poder de las relaciones. «Este es de Fulano». Esa esa una frase recurrente. Cada procurador, diputado o concejal con ambiciones «es de» alguien. Ahijado del alto cargo de turno. Y si al padrino le va bien, al ahijado tanto más. Así que elegir bien de quién eres es lo más importante para llegar lejos. Y saber que cuando tu padrino caiga, que caerá, debes ser el primero en agarrar la faca y apuñalarlo, para que su sucesor se convierta en tu nuevo valedor o, quién sabe, para ocupar su puesto aún caliente.
Este sistema garantiza el premio a la mediocridad y que lleguen a gobernarnos algún día fantoches no ya sin título, sino sin un ápice de decoro ni valía.
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