Vecinos de la localidad de Torre Pacheco pasan la tarde ayer en la terraza de la cafetería Estambul. Andrés Molina / AGM

La inmigración en Europa

En este momento histórico Europa no necesita por fortuna muros ni perros guardianes de nuestras fronteras

Jueves, 17 de julio 2025, 17:22

La migración de personas, tribus, poblaciones y culturas por todo el planeta es una de las grandes constantes de la Historia de la Humanidad (y ... quizá en un futuro no muy lejano también migremos por el espacio). Los primeros grupos de 'homo sapiens' llegaron a Europa procedentes de África hace aproximadamente 70.000 años. Ellos fueron los primeros migrantes de nuestra especie.

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Desde su origen, los humanos se han movido de unos territorios a otros por tres razones principales: la supervivencia, la mejora de las condiciones de vida y la conquista, la ambición de Poder. Durante los siglos XIX y XX, la industrialización, los conflictos, las catástrofes y las guerras hicieron migrar a millones de personas. El mundo cada vez está más mezclado. Las grandes ciudades de Occidente son un crisol de etnias, lenguas, religiones y culturas.

La Unión Europea es un conjunto de países libres, democráticos y ricos. Uno de sus principales problemas en la actualidad es la inmigración. Y lo será mucho más en las próximas décadas. España se verá particularmente afectada al ser un país-frontera. Un problema de gran complejidad por las múltiples variables que intervienen. Encontrar soluciones eficaces y razonables es difícil porque exige el equilibrio de al menos cuatro factores importantes: 1) Los derechos humanos, muy desarrollados en las democracias occidentales por nuestra cultura de raíces cristianas. 2) La seguridad que los ciudadanos demandan en su día a día, sin incrementos significativos de la delincuencia ni de los conflictos sociales. 3) El control político e institucional de la sociedad y de la nación, algo que en democracia puede perderse si los migrantes legales superan en número a los autóctonos. Y 4) El interés económico por una mano de obra necesaria para el bienestar de todos dada la evolución de la natalidad.

La inmigración es también un problema muy sensible con el que resulta fácil hacer populismo político. Aprovechando las emociones más primarias de los ciudadanos (el miedo y la rabia, sobre todo) y simplificando el análisis de la realidad de forma maniquea. El instinto o pulsión de supervivencia es muy potente. Siendo realistas, la legítima autodefensa de la sociedad, de nuestra cultura y valores (en el fondo, nuestra propia supervivencia y la de nuestra civilización), es el criterio prioritario para la mayoría de los ciudadanos. Pero hay que distinguir entre dos tipos de miedo: el miedo 'racional' ante un riesgo o peligro reales, preventivo, el miedo que guarda la viña, y el miedo irracional, invasivo de la mente de las personas y que genera rechazo y odio. Un tipo de miedo este que alienta y manipula el populismo de extrema derecha para ganar votantes. Del mismo modo que el populismo de extrema izquierda manipula a la opinión pública hablando de un idílico paraíso multirracial y multicultural sin riesgos ni conflictos, sin peligro alguno. El extremismo ideológico es así, oscila entre opciones cognitivas poco realistas y pragmáticas.

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Cervantes introdujo en la ficción literaria del 'Quijote' un importante problema histórico de su tiempo, el tema de los moriscos (moros convertidos a la fe católica, de manera auténtica o fingida, que permanecieron en España tras la Reconquista hasta ser expulsados por varios decretos de Felipe III entre 1609 y 1613). Sancho Panza tenía un vecino y amigo morisco, llamado Ricote (Q.II, 54). Por boca de Sancho, Cervantes elogia a este morisco y a su familia, pero no hace un planteamiento multirracial y multicultural ingenuo. Ricote tenía un negocio próspero y estaba integrado con las gentes del lugar. Cumplía las leyes, los ritos religiosos, mantenía una pacífica relación con sus convecinos y proclamaba de manera sincera que amaba a su patria, a España.

La regulación de la inmigración en Europa poniendo condiciones para el acceso legal y laboral, criterios de expulsión si se delinque o crean graves problemas de inseguridad ciudadana, apoyo económico a los países de origen para controlar las mafias, y medios que favorezcan la integración social de estas personas, son algunas de las medidas posibles dentro de un enfoque multifactorial para afrontar el problema. La «caza» del inmigrante es violencia ultra de lo peor. En este momento histórico Europa no necesita por fortuna muros ni perros guardianes de nuestras fronteras.

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