Nuestro desastre educativo

En España, el sistema educativo empezó a torcerse con la LOGSE, que extendió la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años, llenando las aulas de chavales atrapados entre cuatro paredes que se rebelaban contra lo que tenían más cerca: el profesor. Luego, una serie de catastróficas desdichas legislativas nos ha ido conduciendo hasta la vigente LOMLOE, que es una mezcla de burocracia inútil y de retórica neohippy. Me apostaría algo a que ninguno de los ideólogos de la LOMLOE pisó jamás una clase con veinticinco adolescentes.

Generalizar es injusto y de nuestros institutos, por supuesto, también siguen saliendo personas más o menos preparadas que se integrarán sin demasiados problemas en el mundo de los adultos; pero lo que fomenta la LOMLOE es la mediocridad, el analfabetismo funcional, el pasar de curso sin ningún esfuerzo y la falta de respeto hacia el profesor, al que la ley ha dejado maniatado y sin autoridad.

Diga lo que diga el informe PISA (un cuento que daría para otro artículo), cada vez abunda más el alumno insoportable, con un montón de síndromes diagnosticados que le proporcionan un salvoconducto para comportamientos inadmisibles en cualquier otro contexto. Hoy, la niña de 'El exorcista', con su lenguaje grosero y sus vómitos verdes, podría aprobar perfectamente un 2º o 3º de la ESO y ser incluso la delegada de su grupo.

Esta progresiva degradación de nuestros institutos tiene un reverso tenebroso: la cantidad de bajas psicológicas del personal docente (y las que no se coge por un pundonor mal entendido). Yo creo que en ningún otro ámbito laboral se está machacando más a los profesionales sin que la Administración se dé por aludida.

Nuestro actual sistema educativo es una gran estafa que solo beneficia a los políticos, porque genera individuos sin ninguna base sólida y sin sentido crítico, fácilmente manipulables con cuatro eslóganes baratos. A los profesores les está entorpeciendo en su tarea. A los padres les está timando haciéndoles creer que sus hijos acuden al instituto para formarse. Pero a los que más engaña es a los propios estudiantes, que en algún momento abandonarán la esponjosa burbuja con que los envuelve la LOMLOE y entonces se darán de bruces contra ese muro de hormigón que se llama realidad.