El presidente ruso, Vladimir Putin, durante un acto en Sochi, en la región de Krasnodar. Efe

La 'flota fantasma' de Putin y la flotilla

La larga y costosa guerra para ganar una pingüe superficie de territorio ucraniano ha obligado al presidente ruso a buscar estrategias bélicas baratas y secretas, y los terroristas palestinos de Hamas no han conseguido en Gaza lo que buscaban

Agustín Remesal

Valladolid

Sábado, 4 de octubre 2025, 08:54

Mientras el presidente israelí Benjamin Netanyahu celebra su grotesca victoria naval frente al medio centenar de pacíficos barcos de la Flotilla y Donald Trump aplica ... su fórmula compleja para imponer su «paz eterna» en Gaza, Vladimir Putin pone a prueba la determinación de la OTAN en la guerra de Ucrania, con el objetivo de corroer desde dentro la unidad política del Occidente europeo. La derrota de Rusia en Ucrania, esa larga y costosa guerra para ganar una pingüe superficie de territorio ucraniano, ha obligado al presidente Putin a buscar nuevas estrategias bélicas baratas y secretas, y los terroristas palestinos de Hamas no han conseguido en Gaza lo que buscaban. Tampoco han logrado victoria alguna, como no sea la de sus respetables dogmas idealistas, pacíficos tripulantes de la Flotilla cuyo arrojo está siendo celebrado con manifestaciones de muy escasa asistencia en varias ciudades.

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Con la liturgia política que exhibe en los grandes fastos de su presidencia, Donald Trump afirmó desde la Casa Blanca el pasado 29 de septiembre que era ese «uno de los mejores días de la historia de la civilización», el paso que podría conducir a la «paz eterna» hasta este hito sustancial y fanfarrón: el final de la guerra de dos años en Gaza. Por fin Trump consiguió que Benjamin Netanyahu, prevaricador y primer ministro de Israel, se comprometa con su plan de alto el fuego que ha sido respaldado por los líderes de varios países musulmanes. El plan presentado por Donald Trump para poner fin a la guerra en Gaza fue recibido con entusiasmo por la opinión pública israelí en la encuesta de opinión: el 72% de los encuestados apoyan la propuesta de Trump y sólo el 8% se opone al proyecto. A la espera de la resolución de Hamas, esa propuesta de paz también fue recibida con notables alzas en la bolsa de Tel Aviv.

El desdén de Rusia frente a la OTAN en el otro escenario bélico de largo plazo, la guerra de Ucrania iniciada hace más de dos años y medio, ha inaugurado un proceso anormal y misterioso sin precedentes: disparos de drones rusos contra Polonia; cazas rusos MiG atravesando el espacio aéreo de Eslovenia; cables de telecomunicaciones dañados en las profundidades del mar Báltico; aeropuertos paralizados por ciberataques y helicópteros rusos; misteriosas explosiones y asesinatos supuestamente ordenados desde el Kremlin; ráfagas de ataques informáticos difundiendo propaganda para perturbar elecciones políticas y otras agresiones telemáticas, todo eso es algo nuevo y peligroso. Vladimir Putin está librando otra campaña invisible en una zona gris contra la OTAN: un esfuerzo barato, negable y calibrado para desestabilizar a Europa, que dista mucho de llegar a un conflicto abierto. «No estamos en guerra, pero tampoco estamos en paz», avisa el canciller alemán Friedrich Merz.

En la reunión informal de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, celebrada el pasado jueves en Copenhague, el presidente francés Emmanuel Macron pidió que se culpara a la flota rusa por el espectro agresivo de sus aviones, navíos, submarinos y drones. «Es fundamental aumentar la presión sobre esa 'flota fantasma' rusa, ya que ella aumenta y abarata la capacidad de Rusia para financiar su esfuerzo bélico lanzando así sus drones –declaró Emmanuel Macron–. Hemos decidido avanzar hacia políticas colectivas de obstrucción contra esa 'flota fantasma'». Macron planea convocar a los jefes de Estado Mayor de los países europeos de la OTAN en los próximos días para coordinar esa respuesta y dar un paso adelante en la política de obstaculización de estos buques.

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Cientos de barcos sancionados por la Unión Europea siguen surcando los océanos sin seguro alguno y con importantes riesgos para la seguridad militar. La guardia costera finlandesa abordó en diciembre de 2024 al submarino 'Eagle S' en sus aguas territoriales, tras haber cortado cinco cables submarinos, por donde navegan medio centenar de barcos cada semana en ruta ilegal hacia los puertos rusos en el Báltico para abastecerse, a pesar de  las sucesivas sanciones. Según los expertos, este tipo de buques de carga podría servir como base para el despegue y aterrizaje de grandes drones-espía. El caso ha reavivado el debate en Alemania sobre si se debería permitir al ejército derribar drones en determinadas circunstancias.

La guerra sigue y Putin ironiza: «No enviaré más drones a Francia o Dinamarca… Quizás a Lisboa». Sus drones paralizan el aeropuerto de Múnich, activan las alertas en Bélgica y Dinamarca eleva el riesgo de sabotaje.

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