Adelanto, pero en enero del 24
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«El electorado difícilmente entendería dos adelantos electorales en un año. Eso no hay quien lo explique ni justifique. Ni el político más cínico»Los resultados electorales en Andalucía, el viento de cola que parece estar recibiendo el PP desde que manda Alberto Núñez Feijóo y las incómodas relaciones ... que comienzan a hacerse patentes entre los socios de la Junta de Castilla y León explican que algunas voces políticas y periodísticas sugieran que, con bastante probabilidad, el presidente Alfonso Fernández Mañueco anticipará de nuevo elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las municipales de mayo del año que viene. La verdad es que cualquiera se atreve a prever nada en política. Nuestra dirigencia es capaz de justificarlo todo; de defender una tesis y su contraria sin pestañear. Y sobre todo, se ha acostumbrado a fiar su futuro a la impunidad que propicia un ritmo de acontecimientos frenético que tritura cualquier buena o mala noticia en horas. Si no da tiempo a sufrir ni conocer las consecuencias de un error, al final da igual que los errores se repitan. De hecho, si Pedro Sánchez puede alcanzar la presidencia como lo hizo, casi que cualquier cosa es posible.
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Sin embargo, yo no confío en que Mañueco adelantará elecciones en mayo de 2023, a pesar de la urgencia con que Vox, su socio minoritario, quiere demostrar que está gobernando, que decide, que cambia cosas y se hace notar. Da igual que lo haga con decisiones como la del recorte al Diálogo Social o con su actividad mediática, no especialmente discreta. A veces uno piensa si tanta prisa y tanto impacto declarativo no son debidos precisamente a que los de Vox albergan un íntimo temor, que la legislatura se agotará en cuanto el jefe del Ejecutivo tenga manos libres para convocarnos a las urnas, cosa que sucederá a tiempo para las municipales.
Hace unos días, alguien del partido de Juan García-Gallardo me preguntaba si creía que lo estaban haciendo bien. Respondí que eso no será posible saberlo, si lo están haciendo bien o mal, hasta que no transcurra una parte importante de la legislatura. Por ahora podemos juzgar episodios aislados, no una labor de gobierno. Y ahí es donde creo que tenemos una primera razón por la que Mañueco no adelantará elecciones a mayo. En Andalucía se ha visto que Vox es sobre todo una marca, muy estrechamente ligada a Abascal; que cuando esa marca adopta otra cara reconocida, como la de Macarena Olona, y atributos diferentes a un eslogan y un cartel con la bandera de España, ni qué decir si se viese acompañada de un expediente de gestión como el que irá construyéndose en Castilla y León los próximos meses, dicha marca pierde virtualidad. Por eso seguramente Mañueco esperará a que, con el paso de los meses, Vox pierda en parte su condición de símbolo, de pulsión, protesta y alternativa. Gobernar sobre todo es un ejercicio de normalización y la normalización mata rápidamente a quien llega para sacar rédito del rupturismo. Son muchos los ejemplos. La segunda razón es más simple: el electorado difícilmente entendería dos adelantos electorales en un año. Eso no hay quien lo explique ni justifique. Ni el político más cínico. El riesgo, atendiendo además a lo ocurrido en febrero, es mayúsculo.
Y en tercer lugar está la razón que considero más importante: que existe otra fecha para el posible adelanto muchísimo más interesante, la de unas elecciones generales que, con toda seguridad, después del semestre de presidencia española de la UE (en la segunda mitad de 2023), se celebrarán a principios de 2024 debido a que la infanta Leonor, por su mayoría de edad, tendrá que jurar y acatar la Constitución el 31 de octubre de ese mismo año en un acto ante nuestras dos cámaras legislativas, por cuya razón no podrán ser disueltas cuando tocaría por el cierre de la legislatura iniciada en noviembre de 2019. Para entonces se supone que estará mucho más que madura la carta de Núñez Feijóo y, puestos a aprovechar un contexto propicio, qué mejor que Mañueco pueda ir de la mano de (o junto a) quien ha demostrado ya que será una seria alternativa a Pedro Sánchez para ocupar La Moncloa. Es decir, Mañueco tiene un horizonte mucho más nítido, favorable y coherente, incluso argumentable, si valora enero de 2024 (y no mayo de 2023) como fecha idónea para un anticipo que, salvo sorpresa, salvo que cambien mucho las cosas en Vox y en nuestro ecosistema político, está cantado: el PP sabe que la convivencia con la súper derecha tiene riesgos y límites.
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