Genarín revive enorme y pendenciero y cita a miles de fieles en la capital

Multitudinario como siempre. Caótico por momentos siguiendo las buenas costumbres del memorable santo, entre comillas, al que miles de fieles rinden culto.

La tradicional procesión de Genarín, el multitudinario acto pagano que festeja la muerte de un personaje único en la historia leonesa, se ha estrenado en la madrugada de este viernes con un cambio de escenario.

Vallas en la Plaza del Grano para evitar que sus muchos fieles acudan a un lugar hoy salpicado por la polémica sobre su conservación y refugio pactado en la plaza del Conde Luna, que se ha quedado pequeña para la ocasión pero que ha dejado ver más orden que en citas anteriores al menos en el tramo inicial.

Sea en un escenario o en otro el punto de partida lo cierto es que la conmemoración de la leyenda de Genarín, un personaje caótico y plagado de vicios, se extiende a la velocidad que el orujo ha recorrido la noche leonesa.

Jamás podría haber imaginado aquel pellejero siempre descuidado, aquel truan, insaciable bebedor, putero y siempre predispuesto para la fiesta, que su historia acabaría protagonizando un acontecimiento popular como el vivido de madrugada.

Superando todas las previsiones hasta 30.000 personas se han dado cita para revivir su entierro y homenajear a quien a base de alcohol consiguió "milagros imposibles".

La Moncha

La Muerte, su fiel Moncha, la barrica, las 'manolas genarianas' y la memoria de sus primeros apóstoles han acompañado la figura de Genaro por el casco histórico.

Fue aparecer la figura de Genarín, botella de orujo en mano, y de nuevo se desató una especie de locura colectiva por las mismas calles que en no pocas ocasiones dieron cobijo a este personaje.

Ha habido vivas al alcohol, a Genaro, a su historia y a sus milagros. Bajo una especie de conjuro común, paso a paso por las estrechas calles de la ciudad todos han acudido hasta la muralla en la que el santo pellejero fue arrollado por la Bonifacia, el primer camión de la basura de la ciudad.

Una corona de laurel, pan, queso, una naranja y una botella de orujo en memoria de Genarín.

Y todo con la mirada puesta ya en el próximo año. Donde, si cabe, el cortejo aún será más numeroso.